21 de mayo de 2010

Como se demuestra el verdadero amor


¡Paz y bien para todos!

Reflexiones de Tomás de Kempis, La Imitación de Cristo, Capítulo 6, días 19, 20 y 21 de Mayo:
Hijo, aún no eres un amante valiente y prudente. ¿Porque Señor? Porque a la menor contrariedad abandonas lo comenzado y buscas con demasiada avidez las consolaciones. El amante valiente resiste a las tentaciones y no se deja seducir por las falaces insinuaciones del enemigo. Así como le agrado a la prosperidad, también le gusto a la adversidad.

El amante prudente no considera tanto el don del amado cuanto el amor del que da. Más bien mira a la voluntad del donante que al regalo recibido y pone a su amado por encima de todos los dones. El amante nombre no descansa en el obsequio sino en mí, que estoy más arribas de todas las dádivas.

Cuando no abrigas hacia mi o hacia mis santos tan elevados sentimientos como tú quisieras, no lo consideres todo perdido. Ese tierno y dulce afecto que de vez en cuando experimentas, es obra de la presencia de la gracia, y es un anticipo de la patria celestial. Sobre lo cual, no debes confiar demasiado porque va y viene. Solo la lucha contra las inclinaciones desordenadas del alma y el menosprecio de las sugerencias del demonio constituyen una señal de virtud y de gran mérito.

No te turben, por lo tanto, las imaginaciones raras que te sugieren cosas aún más raras. Mantén firme el propósito y la intención recta hacia Dios. No juzgues ser víctima de alucinación cuando te sientas como transportado en éxtasis para después volver nuevamente a las pequeñeces acostumbradas del corazón. Porque estas las sufres sin que tu voluntad las cause y mientras te den pena y las resistas te aumentarán el mérito y no la condena.

Recuerda que tu antiguo enemigo hace cualquier esfuerzo para impedirte la consecución de tus buenos propósitos y en alejarte de todos los ejercicios de piedad, como es honrar a los santos, la piadosa meditación de mi pasión, la útil contrición de tus pecados, la guardia del corazón y el propósito firme de adelantar en la virtud.

Te sugerirá además, muchos pensamientos malos para acobardarte y atemorizarte, para infundirte aversión a la oración y a la lectura espiritual. A él le desagrada sobremanera la humilde confesión y, si pudiese, te haría dejar la comunión.

No le creas, ni le hagas caso, aunque con frecuencia te arme lazos para seducirte. Cuando te sugiera pensamientos malos y torpes, devuélveselos a él y dile: vete de aquí, espíritu inmundo, avergüenzate miserable, debes ser muy sucio para traerme tantos y tales cosas a la imaginación. Apártate de mí, seductor perverso; no tendrás lugar alguno en mí. Jesús solo, como defensor invencible, estará en mí y tu serás confundido.
Bendiciones!

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