Los que guardan las palabras de Dios

Manifesté tu Nombre a los que separaste del mundo para confiármelos. Eran tuyos y me los diste, y ellos fueron fieles a tu palabra. Es decir, las guardaron en su interior, en su corazón. Los apóstoles fueron atraídos hacia Jesús por la fuerza de su palabra y así les abrió otro mundo, nuevo, lleno de esperanzas. (Evangelio según San Juan 17,1-11a.)

Nosotros también guardamos palabras de Dios. Creciendo en el Espíritu, practicando las virtudes del corazón: prudencia, justicia, fortaleza.., templanza. Somos, quizás, los que no se conforman con una visión superficial del mundo, del hombre y su destino. Las palabras y los hechos siempre dejan enseñanzas.

Las palabras de Jesús, también nos cuidan, si las dejamos crecer se convertirán en un árbol cuya sombra nos ofrece refugio y descanso. Cada uno tiene un menú de frases de la Biblia que le gustan especialmente: de los Salmos, de los Proverbios, del libro de Isaías, del Eclesiastés, de los Evangelios, de las cartas de Pablo, o de Pedro o de Juan entre otros textos. Frases, que son el fundamento de nuestra oración personal, tener templanza en medio de las dificultades, pedir sabiduría para analizar y juzgar problemas.

Hoy hace falta meditar, dice Josep María Fericgla. Hace unos años se hizo un ejercicio, donde se le pedía a los estudiantes que estuvieran 15 minutos, quietos, callados y sentados; si no aguantaban los 15 minutos, pulsaban un botón y recibían una señal que les autorizaba a hacer lo que quisieran, moverse, hablar, ponerse música. Los resultados fueron sorprendentes: solo el 25% de los presentes pudieron aguantar sin hacer nada, estar sentados quietos, media hora al día como hacia antes la gente, pues porque los pastores, los campesinos, los mineros, los pescadores.. la gente no necesitaba meditar porque ya formaba parte de su día a día, estar quietos, tranquilos, contemplando.., pero hoy día, hace falta meditar. 

Hay cuatro palabras en el evangelio de hoy que me impactaron: "Ha llegado la hora" La vida de hoy es tan vertiginosa, es tan corta y el oficio de vivir tan difícil que cuando uno empieza a aprenderlo, ya hay que morirse, dijo Ernesto Sábato. En nuestra vida hay también horas que llegan, querámoslo o no. El nacimiento, la escuela, el ir creciendo, la necesidad de optar por una profesión, elegir un estado civil u otro… Con muchas de estas cosas nos encontramos a lo largo de la vida y hay otros encuentros para los que no siempre estamos preparados. Pensamos que controlamos todo y la vida nos da sorpresas.

De alguna manera, hoy puede ser un buen día para pensar en nuestra relación con Dios. No sabemos cuándo, pero para cada uno de nosotros llegará la hora. En la hora de nuestra muerte tendremos el encuentro definitivo con Dios. Pero ese encuentro dependerá de cómo hayamos vivido. Porque la vida eterna comienza aquí y ahora, en el modo en que nos relacionamos con Dios y con los hermanos. Luego será ya demasiado tarde. Hoy todavía hay tiempo.


 

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Fuentes: Opus Dei | Ciudad Redonda

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