Reavivando los dones del Espíritu
¡Paz y bien!
Por eso te invito a que reavives el don de Dios que recibiste por la imposición de mis manos. Porque Dios no nos dio un espíritu de timidez, sino un espíritu de fortaleza, de amor y de buen juicio (2 Tm. 1, 6 - 7)
Los dones son los medios que el Espíritu nos da para expresar el amor de Cristo de manera concreta y práctica. Jesús dijo ¿Me amas? Apacienta mis ovejas (Jn 21, 15). El amor no es un don carismático, ni el don carismático más grande. El amor es un parte clave del modo en que Dios se propone que los dones carismáticos se manifiesten en nosotros: nuestro amor hacia los demás y la unidad de unos con otros.
Como advertimos en Juan 15, si las ramas no están en unidad unas con otras, no pueden dar fruto. Lo mismo ocurre con los dones del Espíritu utilizados en nuestros grupos de oración, comunidades y grupos de compartir. Las relaciones no reconciliadas coartan el libre ejercicio de los dones. Donde hay desunión, hay pecado y el salario del pecado es la muerte. Por otro lado, las relaciones más profundas, más comprometidas, que vienen de compartir nuestras vidas, dan a la gente la sensación de pertenencia y el valor para arriesgarse a equivocarse, sin el caul los dones desaparecen sin ser utilizados: Si alguna de mis ramas no produce fruto, el la corta y limpia toda rama que produce fruto apra que de más (Jn 15, 2).
El amor no solo motiva, libera y purifica los dones espirituales, el amor también los hace auténticos. Pablo desafía (1 Co 14, 37) la pretensión de los corintios de ser "espirituales" porque tienen estos dones..., mientras existe la envidia y la disensión entre ellos. La persona verdaderamente espiritual es la persona del amor. Sin amor, les dice, son como bronce que suena o címbalo que retiñe.
Incluso con más fuerza, el apóstol Mateo desafía a todos lo que poseen dones espirituales a que sepan que sin amor no son nada, no tiene valor. En el capítulo 7, habla acerca del amor, de evitar el juicio, de tratar y de dar frutos. Luego como un desafío a todo carismático, cita a Jesús diciéndonos: En el día del juicio muchos dirán: "Señor, Señor profetizamos en tu nombre y en tu nombre arrojamos los demonios y en tu nombre hicimos muchos milagros. Yo les diré entonces: No los reconozco. Aléjense de mi todos los malhechores" (Mt 7, 22 - 23).
Necesitamos reavivar los dones carismáticos con esperanza constante y también necesitamos orar para una nueva fusión de amor.
Bendiciones!
Como advertimos en Juan 15, si las ramas no están en unidad unas con otras, no pueden dar fruto. Lo mismo ocurre con los dones del Espíritu utilizados en nuestros grupos de oración, comunidades y grupos de compartir. Las relaciones no reconciliadas coartan el libre ejercicio de los dones. Donde hay desunión, hay pecado y el salario del pecado es la muerte. Por otro lado, las relaciones más profundas, más comprometidas, que vienen de compartir nuestras vidas, dan a la gente la sensación de pertenencia y el valor para arriesgarse a equivocarse, sin el caul los dones desaparecen sin ser utilizados: Si alguna de mis ramas no produce fruto, el la corta y limpia toda rama que produce fruto apra que de más (Jn 15, 2).
El amor no solo motiva, libera y purifica los dones espirituales, el amor también los hace auténticos. Pablo desafía (1 Co 14, 37) la pretensión de los corintios de ser "espirituales" porque tienen estos dones..., mientras existe la envidia y la disensión entre ellos. La persona verdaderamente espiritual es la persona del amor. Sin amor, les dice, son como bronce que suena o címbalo que retiñe.
Incluso con más fuerza, el apóstol Mateo desafía a todos lo que poseen dones espirituales a que sepan que sin amor no son nada, no tiene valor. En el capítulo 7, habla acerca del amor, de evitar el juicio, de tratar y de dar frutos. Luego como un desafío a todo carismático, cita a Jesús diciéndonos: En el día del juicio muchos dirán: "Señor, Señor profetizamos en tu nombre y en tu nombre arrojamos los demonios y en tu nombre hicimos muchos milagros. Yo les diré entonces: No los reconozco. Aléjense de mi todos los malhechores" (Mt 7, 22 - 23).
Necesitamos reavivar los dones carismáticos con esperanza constante y también necesitamos orar para una nueva fusión de amor.
Bendiciones!
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