La promesa del agua viva

¡Paz y bien!

"El último día, el más solemne de la fiesta, Jesús, de pié, decía a toda voz:
"Venga a mi el que tiene sed; el que crea en mi tendrá de beber.
Pues la Escritura dice: De él saldrán ríos de agua viva.
Jesús, al decir esto, se refería al Espíritu Santo que luego recibirían los que creyeran en él.
Todavía no se comunicaba el Espíritu, porque Jesús aún no había entrado en su Gloria."
(Jn 7, 37-39)

En aquella bendita fiesta de las tiendas, Jesús eligió el día más solemne, el último día. En aquella oportunidad Jesús estaba encendido de amor y había de dar una gran noticia para todos los seres humanos de toda la tierra que los llenaría de gozo y esperanza. Volvió a ponerse de pié y como lo solía hacer cuando decía una gran verdad, gritó ante el pueblo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba el que crea en mí.

En el Antiguo Testamento Isaías había hablado de estas aguas vivas que se pueden beber gratis: A ver ustedes que andan con sed, ¡vengan a tomar agua! No importa que estén sin plata, vengan no más, pidan trigo para el consumo, y también vino y leche sin pagar. (Is 55, 1)

¡Cuántas enseñanzas en el Antiguo Testamento iluminado por el Nuevo! Todo esto que dice Isaías es dicho del Espíritu Santo, que es vida y hace la vida como el alimento necesario hace a la vida material y además es la Nueva y Eterna Alianza con nosotros, sellada con el mismo Espíritu que Dios en su infinita misericordia y sabiduría nos hace compartir para poder llenarnos de todas las gracias recibidas en virtud de su eterno amor. Para ello necesitamos creer en él y beber gratis de esta fuente de agua viva, con la mejor disposición de nuestro corazón.

La profecía de Isaías maravillosamente dice: Derramaré agua sobre el sediento suelo, raudales sobre la tierra seca. Derramaré mi espíritu sobre tu linaje, mi bendición sobre cuanto de ti nazca. Crecerán como en medio de hierbas, como álamos junto a corrientes de agua. (Is 44, 3-4)

Todo el que crea en el Hijo de Dios, tendrá una prueba irrefutable de su verdad revelada y que él es verdaderamente el único Salvador del género humano y que no hay otro Dios que el que él nos ha revelado. El que crea en Jesús recibirá el Espíritu de Dios y esta realidad dará testimonio en la intimidad de los corazones humanos de la verdad divina por él revelada.

¡Danos de beber Señor de tu manantial! ¡No hay nadie como tú! ¡Alabado seas, primogénito de la nueva creación!


¡Bendiciones!

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