Edificando nuestra vida interior

¡Paz y bien!

El que escucha mis palabras y las practica
es como un hombre inteligente
que edificó su casa sobre la roca
(Mt. 7, 24)

La primera vez que un sacerdote joven vió a la Madre Teresa de Calcuta, siendo él sacerdote recién ordenado, ella le preguntó:
- ¿Cuántas horas dedicas a la oración?
Y él le dijo:
- Yo pensaba que me iba a preguntar cuántas obras de caridad hacía.
Y la Madre le respondió:
- No, porque de la oración depende lo que tú hagas. Dios no mira las obras externas, sino nuestra voluntad y la unión que tengamos con El. De nada valen las obras externas si no se le da el primer lugar a la obra de Dios en nosotros mismos.

La vida espiritual, es el desarrollo de la vida de la gracia recibida en el santo bautismo y debe ser solida como una roca. Edificar sobre la roca implica ser un discípulo atento que responde a su Maestro. Un edificio será sólido tanto como lo sea su fundamento. El cimiento de nuestra vis es Jesucristo, El es nuestra base, El es la roca, nuestra razón de ser. Cada cosa que somos y hacemos debe encajar en el molde dado por Cristo.

Cabe que nos preguntemos si estamos edificando nuestra vida sobre el único cimiento real y duradero, o lo estamos basando en falsedades, como la riqueza, el poder, el éxito, el desenfreno.

Pero no es tarea fácil construir sobre la roca, más cuando vivimos en un mundo donde una visión materialista del hombre se va imponiendo al cultivo de la vida espiritual; podemos decir que es salvaje este materialismo porque nos lleva a una mutilación de nuestro ser, ya qaue tal vez crecemos en lo físico, en lo intelectual, pero somos anémicos en la vida espiritual.

La vida interior no consiste en encerrarnos en nosotros mismos sin admitir relaciones con los demás y con sus necesidades, tampoco es algo esotérico y menos todavía espiritualismo desencarnado que no tiene presente las realidades temporales que con la gracia de Dios tenemos que restaurar; si fuera así se estaría también edificando sobre arena.

Dice Tomás de Kempis en su obra La imitación de Cristo: "... pero no quiero que busques una paz que carezca de tentaciones o no experimentes contrariedades. Deseo que pienses que has hallado el camino de la paz aún cuando fueras oprimido por muchas tribulaciones y por múltiples angustias. Si afirmas que no puedes soportar tantas pruebas, ¿cómo podrás aguantar el fuego del Purgatorio? De dos males siempre se debe escoger el menor. Por eso, para poder escapar de los tormentos eternos, procura sufrir por Dios y con resignación los males presentes".

La vida interior permite al ser humano, como fruto de su unión con Dios y su identificación con su voluntad, vivir en permanente contacto con El a través de todas las cosas y de todos los acontecimientos de la vida. Ella conlleva poder resistir cualquier tipo de tormentas que se presenten en el caminar cotidiano.

Bendiciones!

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