¡Cómo vivir en plenitud la verdad?
¡Paz y bien para todos!
La primera perspectiva del reino de Dios es la verdad y el primer testigo es Cristo como verdad y camino para toda persona. Por lo tanto, quien desea vivir según la Buena nueva del Reino se compromete a la búsqueda de la verdad y a la vivencia de la sinceridad en sus relaciones. Y arrancamos de esta base: la verdad es la raíz de la justicia, la que configura la libertad, el fundamento de la paz y la condición para la fraternidad. De aquí su importancia y la necesidad de unas relaciones interpersonales según verdad y en plenitud. ¿Qué elementos requieren? Un fundamento antropológico, la praxis humana de la comunicación y del diálogo, la iluminación de Cristo con la Buena nueva y la colaboración de todo el contexto cultural. De esta manera se podrá superar cuanto se opone a las relaciones sinceras y a un mundo humanizado por la verdad.
Fundamento antropológico. "La verdad es el comienzo de todo lo bueno, tanto en el cielo como en la tierra, y aquel que quiera vivir bienaventurado y feliz debe ser desde un principio un partícipe de la verdad, pues entonces podrá tenerse confianza en él" (Platón).Como base humana de las relaciones en verdad, está la proyección del hombre hacia la autenticidad, la actitud sincera, la comunicación que personaliza y el diálogo como búsqueda compartida de la verdad: "la búsqueda de la verdad, que es el amor a ella; el conocimiento de la verdad, que es su presencia, y la fe en la verdad, que es su disfrute, constituyen el bien soberano de la naturaleza humana" (Bacon).
El hombre proyectado hacia la verdad. El hombre ha nacido para la verdad y se siente como peregrino insaciable en la búsqueda de lo que cree verdadero y en la expresión de lo que juzga auténtico en el nivel ético, religioso y comunitario: "la finalidad superior del hombre es la verdad" (Confucio); "la naturaleza ha dado a nuestro espíritu una sed insaciable de verdad"(Cicerón).
La verdad ética indica la expresión sincera de lo que uno siente en su interior. Se da la verdad cuando la palabra (gesto o conducta) se adecúa al pensamiento interno. Viene a ser como la veracidad, virtud que inclina a decir lo que sentimos y manifestarnos al exterior como somos interiormente. De todos modos, nos encontramos ante la actitud básica de toda conducta transparente que hace fiable a la persona, tiende un puente seguro en la mutua comunicación y se constituye en los cimientos de una comunidad justa, libre, fraterna que vive en paz: "soy amigo de Platón, pero más amigo todavía de la verdad (amicus Plato, sed magis amica veritas”. Aristóteles).
La verdad religiosa. Para el creyente, su veracidad refleja el entendimiento divino creador. Para el cristiano, es la Palabra de Dios depósito de la verdad a la que se adhiere por la fe y vive con el amor. Cuando el hombre piensa y actúa como Dios quiere, está en la verdad y obra según verdad.
La verdad comunitaria. Cuando pasamos a la relación interpersonal, la verdad es comunitaria y se manifiesta en una comunicación sincera con palabras y gestos auténticos. Una comunidad vive según verdad cuando la conducta de las personas, la estructuras, instituciones y relaciones de sus miembros responden coherentemente a la realidad objetiva, a lo que razonadamente debe ser. Por eso, verdad y autenticidad se identifican: "el hombre de mentalidad superior debe preocuparse más de la verdad que de lo que piensa la gente." (Aristóteles)
Actitud sincera. A la verdad personalizada llamamos sinceridad, virtud muy necesaria y que admite varios significados: apertura incondicional a la verdad y a sus exigencias por comprometidas que sean. Tiene como alma el sentido de la verdad o veracidad que inclina a decir siempre lo que internamente pensamos y a manifestarse al exterior tal y cómo somos. La actitud sincera pide transparencia y claridad sin hipocresía, simulación ni ambigüedades: “antes que nada sé verídico para contigo mismo. Y así, tan cierto como la noche sigue al día, hallarás que no puedes mentir a nadie” (Shakespeare). De esta manera es un nervio para la convivencia y condición para la vida social. Por lo tanto exige una responsabilidad firme: “la verdad anda sobre la mentira, como el aceite sobre el agua (Cervantes). ¿Y por qué decir la verdad? Por finalidad de la palabra, por el derecho que el otro tiene a mi verdad, por la vida comunidad y por fidelidad a sí mismo: “nadie puede apartarse de la verdad sin dañarse a sí mismo” (Lope de Vega).
¿Qué se opone a la sinceridad? "El camino de la verdad es como una gran carretera. No es fácil de encontrar” (Mencino); "es tan difícil decir la verdad como ocultarla." (Gracián); “en su vestido la Verdad encuentra la realidad demasiado estrecha. En la ficción se mueve holgadamente” (Rabindranath Tagore).
Sentir la verdad con claridad en sí mismo, proclamar a todos la verdad “molesta”, y vivir según la verdad personalizadora es una actitud difícil de mantener debido a:
La primera perspectiva del reino de Dios es la verdad y el primer testigo es Cristo como verdad y camino para toda persona. Por lo tanto, quien desea vivir según la Buena nueva del Reino se compromete a la búsqueda de la verdad y a la vivencia de la sinceridad en sus relaciones. Y arrancamos de esta base: la verdad es la raíz de la justicia, la que configura la libertad, el fundamento de la paz y la condición para la fraternidad. De aquí su importancia y la necesidad de unas relaciones interpersonales según verdad y en plenitud. ¿Qué elementos requieren? Un fundamento antropológico, la praxis humana de la comunicación y del diálogo, la iluminación de Cristo con la Buena nueva y la colaboración de todo el contexto cultural. De esta manera se podrá superar cuanto se opone a las relaciones sinceras y a un mundo humanizado por la verdad.
Fundamento antropológico. "La verdad es el comienzo de todo lo bueno, tanto en el cielo como en la tierra, y aquel que quiera vivir bienaventurado y feliz debe ser desde un principio un partícipe de la verdad, pues entonces podrá tenerse confianza en él" (Platón).Como base humana de las relaciones en verdad, está la proyección del hombre hacia la autenticidad, la actitud sincera, la comunicación que personaliza y el diálogo como búsqueda compartida de la verdad: "la búsqueda de la verdad, que es el amor a ella; el conocimiento de la verdad, que es su presencia, y la fe en la verdad, que es su disfrute, constituyen el bien soberano de la naturaleza humana" (Bacon).
El hombre proyectado hacia la verdad. El hombre ha nacido para la verdad y se siente como peregrino insaciable en la búsqueda de lo que cree verdadero y en la expresión de lo que juzga auténtico en el nivel ético, religioso y comunitario: "la finalidad superior del hombre es la verdad" (Confucio); "la naturaleza ha dado a nuestro espíritu una sed insaciable de verdad"(Cicerón).
La verdad ética indica la expresión sincera de lo que uno siente en su interior. Se da la verdad cuando la palabra (gesto o conducta) se adecúa al pensamiento interno. Viene a ser como la veracidad, virtud que inclina a decir lo que sentimos y manifestarnos al exterior como somos interiormente. De todos modos, nos encontramos ante la actitud básica de toda conducta transparente que hace fiable a la persona, tiende un puente seguro en la mutua comunicación y se constituye en los cimientos de una comunidad justa, libre, fraterna que vive en paz: "soy amigo de Platón, pero más amigo todavía de la verdad (amicus Plato, sed magis amica veritas”. Aristóteles).
La verdad religiosa. Para el creyente, su veracidad refleja el entendimiento divino creador. Para el cristiano, es la Palabra de Dios depósito de la verdad a la que se adhiere por la fe y vive con el amor. Cuando el hombre piensa y actúa como Dios quiere, está en la verdad y obra según verdad.
La verdad comunitaria. Cuando pasamos a la relación interpersonal, la verdad es comunitaria y se manifiesta en una comunicación sincera con palabras y gestos auténticos. Una comunidad vive según verdad cuando la conducta de las personas, la estructuras, instituciones y relaciones de sus miembros responden coherentemente a la realidad objetiva, a lo que razonadamente debe ser. Por eso, verdad y autenticidad se identifican: "el hombre de mentalidad superior debe preocuparse más de la verdad que de lo que piensa la gente." (Aristóteles)
Actitud sincera. A la verdad personalizada llamamos sinceridad, virtud muy necesaria y que admite varios significados: apertura incondicional a la verdad y a sus exigencias por comprometidas que sean. Tiene como alma el sentido de la verdad o veracidad que inclina a decir siempre lo que internamente pensamos y a manifestarse al exterior tal y cómo somos. La actitud sincera pide transparencia y claridad sin hipocresía, simulación ni ambigüedades: “antes que nada sé verídico para contigo mismo. Y así, tan cierto como la noche sigue al día, hallarás que no puedes mentir a nadie” (Shakespeare). De esta manera es un nervio para la convivencia y condición para la vida social. Por lo tanto exige una responsabilidad firme: “la verdad anda sobre la mentira, como el aceite sobre el agua (Cervantes). ¿Y por qué decir la verdad? Por finalidad de la palabra, por el derecho que el otro tiene a mi verdad, por la vida comunidad y por fidelidad a sí mismo: “nadie puede apartarse de la verdad sin dañarse a sí mismo” (Lope de Vega).
¿Qué se opone a la sinceridad? "El camino de la verdad es como una gran carretera. No es fácil de encontrar” (Mencino); "es tan difícil decir la verdad como ocultarla." (Gracián); “en su vestido la Verdad encuentra la realidad demasiado estrecha. En la ficción se mueve holgadamente” (Rabindranath Tagore).
Sentir la verdad con claridad en sí mismo, proclamar a todos la verdad “molesta”, y vivir según la verdad personalizadora es una actitud difícil de mantener debido a:
-la oscuridad de las situaciones que impiden ver la claridad: "la verdad está en el fondo de un pozo" (Demócrito);La praxis humana de la comunicación y del diálogo, es la prueba de fuego para la vivencia de la verdad-sinceridad.
-el orgullo que deforma la verdad, impide valorar la verdad total, quita la serenidad del juicio, desencadena las justificaciones falsas del amor propio herido;
-el miedo a las consecuencias que puede acarrearnos una respuesta sincera; el bloqueo ante otras personas que oprimen, atemorizan y disminuye o anulan el impulso a la verdad: “la verdad de ninguna cosa tiene vergüenza sino de estar escondida” (Lope de Vega); "a la verdad se llega, no sólo por la razón, sino también por el corazón" (Pascal);
-el tabú que rodea a ciertos temas que se evitan, ocultan o deforman, los intereses creados levantan un muro de insinceridad y son fuente de mentiras. "La verdad puede ser eclipsada, pero nunca se extingue" (Tito Livio);
-el legítimo secreto puede dificultar la verdad total;
-el personaje, el tener que obrar según un rol no sólo oscurece a la persona, sino a la misma sinceridad: "la verdad no hace tanto bien en el mundo como daño hacen sus apariencias"(La Rochefoucauld); "la verdad es la misma en todas partes" (Séneca);
-las taras psicológicas que impulsan a una comunicación falsa como si fuese verdadera: "no es igual conocer la verdad que amarla" (Confucio);
-el ambiente de hipocresía que incita al individuo a obrar como los demás; las exigencias de la misma verdad que pide humildad, prudencia, fortaleza: “hay que ser constantes traperos en el montón de las mentiras, para encontrar de tarde en tarde alguna” (Benavente).
-la radicalización y los prejuicios impiden la verdad aunque parezcan ser sinceros: “todas las verdades llevadas al extremo, se acercan al vicio inmediato” (Burke)
Bendiciones,
Urbano Sanchez García
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