Al que mucho se le dió, mucho se le pedirá
Lucas 19, 11-28 Después de leer el Evangelio pensé en la parábola de los talentos relatada en Marcos 25, 14 -28, "al primero le dio cinco talentos de oro, a otro le dió dos y al tercero, solamente uno; a cada uno según su capacidad." Esconder las monedas o enterrar los talentos es lo mismo. El Evangelio muestra que todos somos distintos. En una película sobre Mozart se pone en evidencia cómo las personas somos muy distintas. Un compositor entrado en años llevaba en su mano la partitura de una melodía que había logrado componer después de dedicar mucho tiempo y esfuerzo; Amadeus Mozart, que es casi un niño, le arrebata en broma la partitura y con una facilidad pasmosa la interpreta de una manera diferente y mejorada. Al viejo compositor se le plantea la disyuntiva: los celos y el enfado, o reconocer que Amadeus es un genio y él no lo es. Somos muy distintos, y por eso no debemos compararnos con los demás. De las comparaciones surgirá la vanidad y pensar que uno hace más o me