El hombre, es un instante; Dios es siempre.


El Libro del Eclesiastés fue escrito por una persona en el siglo IV o III antes de Cristo, hizo como los escritores de ahora, que firman sus obras con un seudónimo. La enseñanza del libro es tan profunda como si la hubiera escrito el Rey Salomón, hijo del Rey David. Se sabe que Salomón tenia la reputación de hombre entendido en la sabiduría humana; por eso se hizo llamar "Eclesiastes" que significa el que convoca la asamblea para enseñar a los hermanos.

Uno de los capítulos más conocidos, más nombrado y utilizado por todos y en todo momento, es el 3 que empieza diciendo hay un tiempo para cada cosa y un momento para hacerla bajo el cielo; hay un tiempo de nacer y un tiempo para morir; tiempo para plantar y tiempo para arrancar lo plantado. Un tiempo para dar muerte y un tiempo para sanar; un tiempo para destruir y un tiempo para construir. Un tiempo para llorar y otro para reír, un tiempo para los lamentos y otro para las danzas.

Un tiempo para lanzar piedras y otro para recogerlas; un tiempo para abrazar y otro para abstenerse de hacerlo. Un tiempo para buscar y otro para perder; un tiempo para guardar y otro para tirar fuera. Un tiempo para rasgar y otro para coser; un tiempo para callarse y otro para hablar.

Un tiempo para amar y otro para odiar; un tiempo para la guerra y otro para la paz.

Finalmente, ¿que le queda al hombre de todos sus afanes? Me puse a considerar los varios centros de interés que Dios presenta a los hombres y noté lo siguiente: El hace que cada cosa llegue a su tiempo, pero también invita a mirar el conjunto. Y nosotros no somos capaces de descubrir el sentido global de la obra de Dios desde el comienzo hasta el fin.

Comprendo que para el hombre el unico bien es gozar la vida y tener el bienestar. Que uno coma y beba y goce de felicidad, eso es un don de Dios. Yo se que Dios actúa con miras a toda la duración del tiempo; a esto nada se le puede agregar ni quitar; y Dios hace que los hombres le tengan respeto. Ya fue lo que es y lo que será ya fue y Dios recupera lo que se ha ido.

Seguí reflexionando sobre lo que sucede bajo el sol: en el lugar del derecho está el mal, en el lugar de la justicia está la maldad. Pensé «Dios juzgará al justo y al criminal porque hay un tiempo para cada cosa y Dios juzgara la obra de cada uno».

Este capítulo 3 resume lo esencial de su pensamiento: «Dios hace que cada cosa llegue a su tiempo, pero también invita a mirar el conjunto. Y nosotros no somos capaces de descubrir el sentido global de la obra de Dios desde el comienzo hasta el fin.»

Es decir que la grandeza del hombre y su superioridad sobre las bestias está en que busca el porque de las cosas y quiere saber lo que es y lo que hace en el mundo. Dueño del universo, el hombre, creado a imagen de Dios, lo es de alguna manera. Sin embargo, no es más que el servidor hecho de barro a quien Dios impuso la penosa tarea de buscar siempre. Es ilusorio pensar que el hombre puede algún día aclarar satisfactoriamente el sentido de su propia vida o solucionar las tensiones y conflictos que desgarran la humanidad

Dos siglos antes de Cristo, Jesús hijo de Sira escribió su libro y dice a modo de corolario de lo que venimos hablando: «yo por mi parte era como un canal salido de un río, como un arroyo que se pierde en los jardines del Paraíso. Yo pensé "voy a regar mi huerta, voy a regar mis flores. Pero mi canal se convirtió en un río y el río en un mar. Entonces dije: haré brillar como la aurora la instrucción, llevaré a lo lejos su luz. Derramaré la instrucción como una profecía y la dejaré a las generaciones venideras. Comprueben ahora, que no he trabajado para mi solo, sino para todos los que buscan la sabiduría" (Eclo 24, 30-34

El hombre, es un instante; Dios es siempre. Todo a su tiempo para ir más allá del desierto.

Un abrazo en Cristo

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