El comienzo de la historia del hombre: el encuentro con Dios
Hay quienes dudan de la existencia de Dios, o simplemente la niegan; nosotros quizá nos esforzamos por convencerlos de que Dios existe; quizá no lo logramos. ¿Por qué no lo logramos? ¿Porque Dios no existe o porque nosotros no sabemos demostrar su existencia?
Al mundo hay que decirle que Dios existe, aunque parezca que mira para otro lado, no tanto con argumentos, cuanto con obras; hay que presentar un Dios vivo y vivificante; al fin y al cabo, como El es.
En todo cuanto toquemos, pongamos la marca de Dios; en todo lo que digamos, vivamos nosotros a Dios.., y pronto los demás, verán esas marcas de Dios, oirán esos sonidos de Dios, sentirán la presencia de Dios.
En uno de los comentarios del post «Iglesia soy Yo», un pastor evangélico escribió algo que describe con meridiana claridad la tarea apostólica de catequizar y catequizar y catequizar
«No soy surrealista, tampoco tengo el ego de Dalí, pero me siento en la confianza de decir con la boca abierta: ¡Yo soy la iglesia! Me cansé de pensar que la iglesia tiene que cambiar, que tiene que abrirse a la gente, que tiene que ir en busca de los perdidos. Yo soy la iglesia, yo iré por ellos.
En los años que trabajé en el ministerio con jóvenes me irritaban grandemente las interesantes propuestas de los hermanos. Yo creo que deben hacer… Pienso que no están haciendo… Necesito que hagan… No había ni una sola buena idea que no implicara la participación de un tercero, muy lejano al promotor. Es muy fácil ser creativo, lo difícil es convertir las ideas en realidades.
Me encantaría que la iglesia se mueva, sería muy feliz al ver que nos abrimos al mundo siendo sensibles a nuestra generación, pero si nadie se mueve lo haré yo. ¿Qué hay que hacer? De ser necesario, estoy dispuesto a revolcarme en el lodo con los cerdos, pues no he dudado ni un momento de mi identidad en Cristo. No le temo a la oscuridad, yo soy la luz, no temo a corromperme, yo soy la sal.
Me cansé de estar sentado esperando mejores tiempos, nada sucede hasta que alguien no comienza a moverse. Si lo que se necesita es un loco que pinche la burbuja aquí estoy yo y tengo la aguja en la mano.»
En la carta a los Romanos el apóstol dice: «¿como invocarán a Aquel en quien no han creído? O como creerán en El, sin haber oído de El? Y como oirán si nadie les predica? y ¿como predicarán si no son enviados?» (Rom. 10: 14-13)
Eres tu el que estás enviado por Dios para dar a conocer su existencia y su bondad a todos cuantos lo ignoran; si tu le fallas ¿como van ellos a llegar al conocimiento del verdadero Dios?
Paz y bien!
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Dejo sus huellas Alfonso Milagro: los cinco minutos de Dios
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