Verás al descubierto la luz misma

Paz y bien

Los fariseos le dijeron: "tú das testimonio de tí mismo y tu testimonio no vale"... Jesús les respondió: "sí, yo doy testimonio de mí mismo y mi testimonio es válido, porque sé de dónde vengo y a donde voy". La luz muestra los objetos que alumbra, y al mismo tiempo se muestra a ella misma...  “Yo sé de dónde vengo y a donde voy."
   
El que está delante de ustedes y el que habla posee lo que no dejó: viniendo aquí abajo, no dejó el cielo, y regresando allí, no nos abandonó... Esto es imposible para el hombre, esto es imposible para el mismo sol: cuando se dirige hacia occidente, abandona oriente y, hasta que regresa a oriente, no está allí más. Pero nuestro Señor Jesucristo, viene sobre tierra y está en el cielo; regresa al cielo, y está sobre tierra...

San Pedro escribe: "Así hemos visto confirmada la palabra de los profetas, y ustedes hacen bien en prestar atención a ella, como a una lámpara que brilla en un lugar oscuro hasta que despunte el día y aparezca el lucero de la mañana en sus corazones." (2P 1,19). Cuando venga nuestro Señor, según las palabras del apóstol Pablo, "...él sacará a la luz lo que está oculto en las tinieblas" (1Co 4,5)... Ante tal luz, las antorchas no nos serán necesarias: no leeremos más a los profetas, no abriremos más las epístolas de los apóstoles, no pediremos más el testimonio de Juan Bautista, no necesitaremos más el Evangelio.

Todas las Escrituras, que nos sirvieron de antorchas en medio de la noche de nuestro mundo, desaparecerán... ¿Qué veremos?... "Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios." (Jn 1,1). Vendrás a sacar de la fuente de donde surgió el rocío que te fue dado, de donde salieron estos rayos quebrantados que llegaban dando mil rodeos hasta tu corazón envuelto con tinieblas. Verás al descubierto la luz misma... "... y lo que seremos no se ha manifestado todavía. Sabemos que cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es." (1Jn 3,2)...

Agrega San Agustín... Yo, yo voy a dejar este libro; fue bueno gozar de su luz juntos, pero aunque no lo tengamos, no perdemos esta luz.

Fraternalmente,



Huellas de San Agustín, Sermón sobre el evangelio de Juan, n° 35, 4-5.9

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