Espíritu de exámen


3º Domingo de Cuaresma - Lucas 13, 1-9

Es lógico que los alumnos, pasado un tiempo, realicen una prueba para demostrar al profesor y demostrarse a sí mismos el aprovechamiento. Es lógico que quien ha invertido su dinero en una empresa haga balance, y si no rinde, lo mejor es abandonar la empresa. Cada uno somos una inversión de Dios, nos ha dado mucho y libremente hemos de dar los frutos que Él espera. Nuestra vida no es nuestra, como si fuéramos independientes y pudiéramos hacer lo que nos viene en gana. Dios es el Señor de nuestra existencia.

La libertad tiene siempre el reverso de la responsabilidad: somos responsables del fruto bueno o malo que damos, o de la omisión del fruto debido. Dios tiene derecho a exigírnoslo. Y tan es así, que al final de nuestra vida nos va a pedir cuentas. Esta es la realidad.

Conviene que cada noche nos detengamos siquiera unos minutos para examinar nuestro día, lo que hemos hecho de bien, lo que hemos hecho de mal y lo que deberíamos haber hecho y no hicimos. En este examen de conciencia encontraremos acciones buenas, y serán causa para dar gracias a Dios, que es quien nos da todo; e indudablemente encontraremos cosas que hicimos mal, por las que hemos de pedirle perdón. La penitencia nos ayudará a ver mejor. Si no hacemos penitencia, pereceremos, pues no descubriremos el mal y no cambiaremos.

¿No es cierto que queda en mí mucha soberbia, mucha sensualidad, mucha pereza? ¿Por qué no soy alegre, optimista, esperanzado? ¿Qué frutos de fraternidad y apostolado he dado últimamente? ¿Cómo es mi oración? ¿Me quejo ante las contrariedades? ¿He hablado mal de alguien?
¿Qué frutos esperas, Señor de mí? Procuraré -con tu gracia- hacer lo que Tú esperas. Amante Jesús mío, ¡oh cuánto te ofendí!, perdona mi extravío, y ten piedad de mí. 
Fraternalmente, paz y bien



Dejó sus huellas Jesús Martínez García

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