Perder el tiempo
Paz y bien.
Ya estamos caminando el tercer mes del año; los días ya se van pasando y el tiempo con ellos y la vida con él.
La gente común sólo piensa en pasar el tiempo; la gente de talento piensa más bien en aprovecharlo; porque, entre el pasado que ya no es y el futuro que aún no es, está el presente en el que residen nuestros deberes y que está bajo nuestra responsabilidad.
Una cosa es perder el tiempo y otra es emplearlo; el poeta lo dijo con acierto
Y continuo se te acuerde
de que el tiempo bien gastado
aunque parezca pasado,
ni se pasa, ni se pierde
¿Quien será el que pierde el tiempo? El que lo pasa sin ser útil ni para Dios ni para el prójimo.
A veces nos preguntamos que día habrá sido el más feliz de nuestra vida; no es difícil responder: cada día es el más feliz, porque cada día se nos presenta de emplearlo mejor en el servicio de Dios y de los prójimos, y en ese servicio precisamente radica nuestra felicidad y la de los demás.
La causa de la alegría será la práctica del bien... la acción en uno mismo, el esfuerzo por mejorar... nuestra acción apostólica que intenta hacer el bien en los demás; ojalá imitemos a Cristo, del que se pudo decir
“Todo la ha hecho bien” (Mc 7, 37)
Fraternalmente,
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