Egoísmos


Paz y bien

Nada hay más repugnante que el egoísmo, ese vicio que nos hace mirarnos a nosotros mismos sin dignarnos prestar atención a los demás, sean ellos quienes fueren.

El egoísmo constituye a nuestra persona en centro de la vida, independizándose de Dios en el campo de la conciencia y de la comunidad humana en el ámbito social; si se piensa en los demás, es en tanto y en cuanto puedan sernos útiles para nuestras conveniencias y avaricias. El egoísta quita a Dios el incienso de la adoración y a la comunidad el servicio que le corresponde y necesita.

No conoce el egoísmo otra norma que la especulación del interés personal: el fraude al ciudadano o a la patria, el abuso y la opresión de los necesitados y humildes, el cálculo usurero.
“Si alguien cree que es un hombre religioso, pero no domina su lengua, se engaña a sí mismo y su religiosidad es vacía” (Sant. 1,26)
Las palabras egoístas salen de un corazón egoísta y el corazón egoísta seca las fuentes de la vida, de esa vida que es la gracia del Señor.

Fraternalmente,


Comentarios

Entradas más populares de este blog

Te damos gracias, María

El Espíritu es animoso, pero la carne es débil

En la fiesta de los Tabernáculos. Joaquín y Ana poseían la Sabiduría. (El Hombre - Dios)