A la sombra de María


Decimos a veces de las personas, que tiene buena o mala sombra, no porque su paso junto a nosotros nos proporcione un bien o un mal, sino que nos referimos a un trasfondo que se respira en su actuar.

Si esta manera de hablar la aplicamos a María, tenemos que decir que tiene buena sombra, pues su manera de actuar está siempre guiada por la voluntad de Dios, su vida es un continuo “hágase tu voluntad”, a sí vemos cómo los resultados han sido siempre muy beneficiosos, pues, Ella es la corredentora, la Madre de la divina gracia.

Los que estaban alrededor de María, siempre encontraban en Ella su amor traducido a versiones distintas según las circunstancias: En ayuda servicial a Isabel, en salida airosa para los novios de Caná, en ejemplo a imitar al escuchar y practicar la Palabra de Dios, en entereza al afrontar el sufrimiento camino del Calvario, en aglutinante para los miembros de la primera comunidad apostólica.

La sombra benefactora de María sigue actuando sobre nosotros, su condición de Medianera de todas las gracias hace que su acción consoladora llegue a todos  y cada uno, pues, une en perfecta armonía su maternidad de los hombres y de Dios, debido a esta última tiene vara alta para conseguir todo lo que necesitamos sus hijos pecadores.

A su sombra el caminar fatigoso se hace más llevadero, el hastío de la rutina se suaviza, el hielo de la tibieza se derrite, la cuesta de la tentación la conseguimos alcanzar sin haber tropezado ni caído.

Acogidos bajo el amparo maternal de Nuestra Señora nuestro caminar es firme y seguro. Nadie ha acudido a Ella que quede defraudado, cada uno tenemos nuestra experiencia para confirmarlo.

Siempre que vayamos junto a Ella en nuestro cotidiano caminar nos sabemos seguros y tranquilos, pues, estamos protegidos por la sombra de María, quien siempre la tiene buena, pues, como Madre que es, se guía por el amor.

Fraternalmente, paz y bien.



Textos del Padre Tomás Rodríguez Carbajo


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