¿Y si cambiamos los roles? ¿Nos perdonamos?


Somos capaces de perdonar-nos? Para hacerlo, debemos pasar por una puerta estrecha y dejar que transcurra la película de tu vida y la mires en cámara lenta: veraz voces, escenas, imágenes y concluís en que la génesis del desorden sos vos. Todo lo que vino después, son consecuencias.. Si Dios es orden por sobre todas las cosas, en ese momento no estuvo Dios y si lo estuvo, te dejó hacer como Adán, como el rey David, como María Magdalena.., como tantos otros, como tantas otras.. 

La vida, las relaciones quedan como un objeto de porcelana o de vidrio, reparado, pero con marcas que no se borran. 

Lo más probable es que los errores del pasado te hayan hecho quien sos hoy. Por lo tanto, no los veas como errores, sino como un manual de aprendizaje dice la psicología.

El perdonar-nos es una de las bases del amor propio; es el deseo de abandonar el auto-resentimiento ante el reconocimiento de que se ha cometido un error, fomentando la auto-compasión y reconciliándose con uno o una misma. Y ya que el deseo implica un acto consciente, esto requiere ser parte activa del proceso.

Perdonarte a vos mismo/a y/o a otras personas NO significa olvidar el pasado. Aunque perdonemos, el recuerdo permanecerá, solo que sin la emoción intensa a la que estaba ligado el recuerdo. Recordá que perdonarte es un proceso, no es automático, ¡Lleva tiempo! Pero es la única opción para liberarte y vivir plenamente.

A lo largo de la vida vamos tomando decisiones, unas más acertadas que otras. Por el camino podemos equivocarnos, fallar, herirnos y herir a otros. No obstante, todas las experiencias forman parte del proceso y es inevitable cometer errores. Tanto el éxito como el fracaso nos enseñan y nos convierten en la persona que somos. Por ello, para avanzar es necesario perdonarse a uno mismo. Cuando sobredimensionamos nuestros fallos, cuando no logramos integrarlos como parte de nuestra historia, la culpa puede paralizarnos. Vivir pensando en que todo pudo ser distinto, lamentando una acción que ya no puede ser cambiada, solo trae dolor y amargura. Por ello, en este mismo instante, empieza a ser amable con tu yo del pasado y perdónate”. Walter Riso.



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Fuente: Evangelio de San Juan 8, 1-11

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