La cruz, es el secreto del éxito
¿Conocemos el por qué de la cruz? El Padre Patrick van der Vorst, pone blanco sobre negro, en el sentido que está tan naturalizada la cruz de Cristo, que no aprendimos -al menos yo- el por que de ella, el por que de su uso cotidiano. Como dice Jesús en el evangelio de días pasados, "... No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña. Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa."
En los primeros siglos del Cristianismo, la cruz rara vez se utilizaba como símbolo debido a su asociación con el brutal método de ejecución empleado por los romanos. Los primeros Cristianos dudaban en adoptar un símbolo que representara una muerte tan espantosa. Sin embargo, en el siglo II, la cruz empezó a aparecer en contextos Cristianos, aunque su uso seguía siendo limitado. La adopción generalizada de la cruz como símbolo Cristiano central sólo se produjo a partir del siglo IV, sobre todo tras la conversión del emperador Constantino al cristianismo.
La legitimación del cristianismo en el Imperio Romano comenzó con el Edicto de Milán del año 313 d.C., promulgado por el emperador Constantino. Este decreto concedía tolerancia religiosa a los Cristianos y les permitía practicar su fe abiertamente sin persecución. Más tarde, en el 380 d.C., el Cristianismo fue declarado oficialmente religión de Estado del Imperio Romano mediante el Edicto de Tesalónica.
Y la Cruz de Cristo nos desveló el secreto de su éxito. Es sencillo, basta cumplir la voluntad de Dios. Eso es todo. Nos lo dice clarísimo: "Yo hago siempre lo que a Él le agrada". Esto podría ser el resumen de la vida de Jesús.
El camino de la voluntad de Dios, en algunos momentos, es duro. No todo es cocinar y cantar. Pero en nuestro peregrinaje por la voluntad de Dios, no vamos solos. Podrá haber situaciones oscuras, ásperas, pero Dios no nos faltará. El secreto es no desviarse del camino, ni a derecha ni a izquierda. Aparecerán atajos tentadores, guías espontáneos que intentarán llevarnos por otros senderos. Pero el camino ya está decidido.
En este camino, la cruz es el punto de referencia. Es un faro en nuestro peregrinar. El que quiera venir en pos de mí, tome su cruz cada día y sígame. Ciertamente debemos estar atentos a seguir el camino verdadero. Por eso Jesús nos dejó a su Iglesia, para guiarnos por el sendero de la voluntad de Dios. Ellos son los verdaderos guías que nos podrán señalar el sendero de salvación. Basta ser sinceros en la entrega y una vez claro el camino, seguir sin desviarse.
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Evangelio de San Juan 8, 21-30 | Adaptación de un texto de Catholic.net
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