Conmemoración de todos los fieles difuntos
Hoy es día de visitar cementerios, recordar a los seres queridos, orar por ellos… parecería un día triste por excelencia. Siempre digo que los cementerios son lugares donde el amor de las familias se expresan plenamente. Vienen a mi memoria -yo tendría 10 o 12 años- los días previos, hermosear las sepulturas, cientos de personas se congregaban para honrar especialmente ese día a sus muertos. Y digo "ese día" porque lo vertiginoso de la vida llevaba a tenerlos presente siempre pero no tan intensamente.. Esos días, eran una fiesta.. ¿se han perdido?
La vida es al fin, un tejido hecho de costumbres y quizás aquellas actividades de familia para el 2 de noviembre eran eso, costumbres. Si este día es una celebración, no hace justicia a las bases de la celebración, la costumbre porque cifra la vida en el recuerdo que tengan los vivos de ellos. Una vez que son olvidados, mueren del todo. Ahí nos equivocamos. La vida no depende del recuerdo, sino de las manos de Dios, donde están las almas de los justos, como dice la lectura del Libro de la Sabiduría. Solo los necios piensan de otra manera.
Es gran fiesta porque es precisamente la celebración de ese estar en las manos de Dios y de alcanzar la vida eterna. Es el cumplimiento de la voluntad de Dios: que todo el que crea en Él se salve y tenga vida eterna. La esperanza no se asienta sobre el recuerdo que puedan tener algunos sobre los que un día vivieron en esta tierra. Se asienta en la realidad de la memoria de Dios, que nos reconcilió con Cristo por su sangre. Una reconciliación que recibimos en el bautismo. Esa esperanza no defrauda. La voluntad de Dios no es variable, porque el Amor no puede cambiar sus intenciones. No sería Dios.
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Sobre textos de Carmen Aguinaco
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