En el corazón de Dios



Paz y bien

Mark Twain, escritor de chispeante pluma escribió esta sabia observación:

«Esforcémonos en vivir de manera que cuando lleguemos a la muerte,
hasta el director de la funeraria lo sienta»

A los que más se echa de menos al morir son aquellos que trataron sinceramente de hacer mejor el mundo durante su estancia en él, más bien que aquellos que han tomado mucho de la vida y han dado poco.

Aquellos que han tratado de enriquecer al mundo en servicio a los demás, y no tanto a los que se enriquecieron a sí mismos aun en desmedro de la misma comunidad.

Así, en esta vida los que aman a todos son amados por todos. Las personas desaparecen, pero su recuerdo grato o ingrato perdura mucho tiempo; y, sobre todo, perdurará para siempre en el corazón de Dios, que aprobará o reprobará.
“Padeciendo por nosotros, nos dio ejemplo para seguir sus pasos y además abrió el camino, con cuyo seguimiento la vida y la muerte se santifican y adquieren nuevo sentido” (GS, 22)
Ese nuevo sentido que se da a todas las cosas cuando se las mira desde la perspectiva de Dios.

Fraternalmente,

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