Como velas...
¿Te fijaste como se consume una vela? Da luz, disipa tinieblas, pero a costa de su propia existencia; se va consumiendo, deshaciéndose, despareciendo... Cuanto más luz da. menos lo queda para ella.
Y cuando ya no puede ser útil, deja de existir.
Así tenemos que ser nosotros; debemos dar luz a costa de nuestra muerte total.
Este ha de ser nuestro programa de vida: dar la felicidad a los otros, aunque ello suponga que nosotros nos deshacemos y desaparecemos.
Cuando la madre da la vida a su hijo, pierde algo de si, pero ella no desaparece del todo; queda en su propio hijo; en su hijo cobra nueva vida, más joven, más llena de posibilidades.
Es hermoso llegar al final de la vida teniendo conciencia de que nos hemos consumido por el bien de los demás.
«Así pues, con su única ofrenda llevó a la perfección para siempre a los que hizo santos» (Heb. 10, 14)
Llegaremos a la perfección si nos entregamos a los demás, como velas; pero también es cierto que la mejor forma de disponernos para entregarnos a los demás es trabajar para nuestra perfección. Al fin, es ir más allá del desierto.
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Gracias Alfonso Milagro
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