Volviendo a casa

La liturgia de hoy trae el Evangelio  de San Lucas 15,1-3.11b-32 que relata la parábola del hijo pródigo. 

Pensemos que el hijo pródigo, que se fue y vino, como algo que en pleno siglo 21, pasa siempre. Las distancias, los tiempos, cuando años atrás, sin teléfonos celulares esperábamos pacientes que nos llamen para saber de ellos, o esperábamos las cartas... hoy, todo se reduce a un mensaje de texto o un videollamada.

El hijo o la hija que se fue porque la vida lo o la fue llevando, siempre vuelve, quizá no físicamente sino a través de esa manera moderna de comunicarse.

Y la parábola me toca de cerca, porque mis hijos están lejos pero, la tecnología permite saber donde están. Miras WhatsApp y sabes a que hora estuvieron conectados, miras google maps y como tenemos compartidos las ubicaciones, al toque sabemos donde están.

Aun así, la soledad de padre/madre, se siente, sobre todo los domingos cuando en la ciudad se levantan aromas que nos recuerdan otras épocas. Los hijos, son hijos de la vida. 

Lo leí en las redes... «El retorno no tiene por qué ser ruidoso, corre tras los tuyos en silencio, invierte en tu vida, estudia, cuídate, ya ha funcionado antes».

Hay un tango cuya letra viene como anillo al dedo, «La casita de mis viejos» 

Barrio tranquilo de mi ayer

En un triste atardecer

A tu esquina vuelvo viejo

Vuelvo más viejo

Los años me han cambiado

En mi cabeza nieves grises

Ha dejado

Yo fui viajero del dolor

Y en mi andar de soñador

No fije mi mal de vida

Pues cada beso lo borré con una copa

Las mujeres siempre son

Las que matan la ilusión

Vuelvo vencido a la casita de mis viejos

Cada cosa es un recuerdo que se agita en mi memoria

Mis veinte abriles me llevaron lejos

Locuras juveniles, la falta de consejo

Hay en la casa un hondo y cruel silencio huraño

Y al golpear, como un extraño

Me recibe el viejo criado

Habré cambiado totalmente, que el anciano por la voz

Tan solo me reconoció

Solo a mi madre la encontré

De la puerta la llame

Y me miró con esos ojos

Con esos ojos nublados por el llanto

Como diciéndome porqué tardaste tanto

Ya nunca más he de partir

Y a su lado he de vivir

Al calor de

Solo una madre nos perdona en esta vida

Es la única verdad

Es mentira lo demás

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