La verdad de la cruz
Evangelio de Lucas 9,22-25.
La serie "Los Elegidos" (The chosen) me permitió conocer a un Jesús que poco tiene que ver con la "rigidez" de los Evangelios, lo digo en el sentido que cuesta verlo como un hombre común; con amigos, sonriente, feliz. En uno de los posteos que levantamos al blog, el referido a cuando lo vieron caminar sobre las aguas, el relato dice "que los vió y siguió de largo y más era el espanto en los discípulos que estaban en la barca"; me causó mucha gracia, por que lo sentí como un chiste a sus amigos, que tenía como todo lo que hacia, una enseñanza. El irradiaba serenidad, felicidad, sencillez y mucha gratitud a su madre.
Jesús se acercaba cariñosa y compasivamente a todo el mundo. Hacía milagros. Hablaba como jamás nadie antes había hablado. Se desvivía por todos hasta el punto de no saber ni dónde iba a reposar la cabeza por la noche. Perdonaba los pecados. Sacaba demonios. Jesús se metía en las casas de todos y se auto invitaba a comer incluso con los publicanos. Y también conversaba profunda y confidencialmente con los fariseos que a ello se prestaban. Y daba de comer a multitudes si era necesario. Su personalidad debía ser (y sigue siéndolo) muy atractiva. Además, a todos Jesús quería llamar amigos y se comportaba amigablemente con todos; con los galileos, los judíos de Judea y con los samaritanos y los extranjeros…
A pesar de su amabilidad, el Señor fue rechazado por algunos... Los ancianos, los príncipes de los sacerdotes y algunos escribas fueron culpables de la muerte de Jesús, como Él mismo anuncia en el evangelio. Es como si permaneciesen ciegos a la bondad del Señor.
Hoy nos seguimos haciendo la misma pregunta que se podían hacer sus discípulos entonces; ¿cómo es posible que siendo Jesús tan bueno como es, tan amable, haya algunos que quieran condenarlo en el patíbulo?
Seguramente la respuesta esté conformada por un cúmulo de razones, que solo Dios lo sabe. Pero quizá una razón suficiente sea que el Maestro también hizo una cosa más, muy buena, pero que no siempre genera amigos: Jesús siempre decía la verdad. Es cierto, la verdad es muy buena, pero, como es sabido, no siempre la verdad es amable. Jesús, que siempre fue fiel a la misión del Padre, no calló nunca. Y esa fidelidad elocuente fue la que le llevó a la Cruz.
Para un cristiano de este siglo, quizá más que nunca, tomar la cruz de cada día (los dramas de la vida) consiste en repetir las mismas verdades de Cristo con las mismas palabras de Cristo. Sin miedo a la vida. Sin miedo a la muerte. Y, si es posible, con gracia. Con la gracia de María. Que siempre es posible.
Comentarios
Publicar un comentario
«Porque la boca habla de la abundancia del corazón.» (Mt. 12, 34) Por lo tanto, se prudente en el uso de ellas y recuerda que en este blog no se aceptan los comentarios anónimos.