La transfiguración de Jesús, una manifestación del amor de Dios

Evangelio de San Lucas  9, 28-36

La Transfiguración es un acontecimiento fundamental en la vida de Jesús y para la vida cristiana. No sólo revela la divinidad de Cristo, sino que también se presenta como una epifanía del amor de Dios hacia la humanidad.

Durante la Transfiguración, Jesús se muestra radiante y glorioso acompañado por Moisés y Elías, frente a sus discípulos Pedro, Santiago y Juan. En este momento sublime, una nube los cubrió con su sombra y de la nube salió una voz que decía: “Este es mi Hijo el Elegido, escúchenlo” (v. 35)

Este acontecimiento tiene un profundo significado teológico. Se prepara a los discípulos para entender la verdadera naturaleza y misión de Jesús. Se revela su identidad, y al mostrar su gloria, Jesús mismo ofrece a los discípulos un indicio de la vida eterna y de la resurrección. También se interpreta como una confirmación de la ley (Moisés) y los profetas (Elías), simbolizando que Jesús es la culminación de la revelación divina.

Ahora bien, podemos preguntarnos: ¿Por qué la transfiguración es una epifanía del amor de Dios hacia la humanidad? ¿Qué nos revela a nosotros hoy? ¿Qué nos dice para nuestra vida? En primer lugar, es necesario recordar que cuando hablamos de epifanía, nos referimos a una manifestación; por lo cual, estamos afirmando que la transfiguración es una manifestación del amor de Dios hacia nosotros.

Si miramos lo que dicen algunos Padres de la Iglesia, nos encontramos constantemente con esta idea. San Juan Crisóstomo, por ejemplo, en una de sus homilías destaca que la Transfiguración es una manifestación del amor de Dios que busca fortalecer la fe. Al permitir que Pedro, Santiago y Juan sean testigos de su gloria, Jesús los prepara para los desafíos que enfrentarán tras su pasión. San Juan Crisóstomo presenta este acontecimiento no sólo como un momento de revelación, sino también como un acto de compasión hacia los discípulos, quienes necesitarán esa luz en los momentos oscuros de la crucifixión (San Juan Crisóstomo, Homilía 56 sobre el Evangelio de Mateo).

En el Sermón 78 sobre los Evangelios, San Agustín se refiere a la Transfiguración de Jesús como un acontecimiento que anticipa la gloria futura que los fieles recibirán en la vida eterna. Destaca la necesidad de una transformación espiritual en la vida cristiana, sugiriendo que, así como Jesús fue transfigurado, los creyentes también estamos llamados a experimentar una transformación que nos acerque cada día más a Dios (San Agustín, Sermón 78 sobre los Evangelios).

Hoy, la Iglesia, por medio del magisterio del Papa Francisco, quien en varias ocasiones ha hablado sobre la Transfiguración del Señor, nos dice que la vida cristiana no está exenta de sufrimiento; sin embargo, la luz de Cristo transfigurado puede iluminar incluso los momentos más oscuros. En el Ángelus del 28 de febrero de 2021, el Papa Francisco nos dice que Jesús es “la luz de la esperanza, la luz para atravesar las tinieblas”.

La buena noticia del amor de Dios es que tenemos una luz que ilumina en profundidad el misterio de nuestra vida y nos ayuda a ir más allá de nuestros propios esquemas y de los criterios de este mundo. La Transfiguración nos recuerda que la vida cristiana es un constante llamado a subir a la montaña, a contemplar la belleza de Cristo resucitado que enciende destellos de luz en cada fragmento de nuestra vida y nos ayuda a interpretar nuestra historia a partir de la victoria pascual (Francisco, 2021).


 

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Sobre textos de Ángela Alarcón Alvear | www.iglesiadeconcepcion.cl

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