La visita de María: un mensaje de servicio y esperanza


El evangelio de hoy (S. Lucas 1, 39:45) nos relata la visita de María a Isabel, su prima. No sabemos cuanto caminó; el evangelista dice «María se encamino presurosa a un pueblo en las montañas de Juda...» en alguno de los últimos posteos dijimos que Cristo siempre nos interpela. Alguno dirá ¿que tiene que ver? El hecho de ir a visitar al otro u otra. Hace cuanto que ya no se hacen visitas de "cortesía"? Hace cuanto que uno no se va a la casa de un amigo o vienen a la nuestra? Se perdieron costumbres?  Es la vida misma y el torbellino que ello implica: que de a poco nos va expulsando lo esencial: la presencia, el estar para acompañar, para conversar/platicar/charlar. 

Hoy ya casi que uno "no se va a.." o el otro/a "no viene" (por las distancias o por lo que fuere) porque todo se reduce a un teclado de computadora o del teléfono celular para ver como esta el otro o la otra. Si, es bueno reconocer que somos emergentes de la pandemia Covid 19 que nos confinó a un aislamiento impiadoso y que de a poco vamos saliendo de él. Quedaron secuelas? si y hay que trabajar sobre ellas para volver a ser lo que era, también. 

El Siglo 21 impone estas reglas;  que no deben borrar lo que el evangelista Lucas nos está poniendo ya en María, una dimensión que es fundamental en la vida de Jesús y que deberá ser fundamental en la vida de sus seguidores: ponerse al servicio de los demás. María se pone al servicio de su prima necesitada de ayuda.  Este acto de entrega y humildad es un reflejo de la disposición para servir que todos debemos cuidar en nuestra vida cotidiana. María no se deja llevar por la comodidad o la preocupación personal; su enfoque está en llevar alegría y ayuda a quien lo necesita. Este gesto debe inspirar a las comunidades parroquiales y movimientos apostólicos a estar siempre atentos a las necesidades de los demás, promoviendo un espíritu de servicio al bien común.

Este momento muestra que los encuentros llenos de fe y amor transforman corazones. En nuestra vida diaria, somos llamados a ser portadores de gozo, especialmente en la familia, el trabajo y la comunidad. La alegría auténtica no es egoísta, sino contagiosa; nos impulsa a fortalecer los lazos con los demás y a construir relaciones basadas en el amor y la esperanza.

Podemos reconocer la acción de Dios en los pequeños gestos? muchas veces olvidamos que cada acción, por más sencilla que parezca, puede ser una manifestación de su amor, sobre todo cuando hay empatía con el otro. Aprendamos a dar gracias por lo que tenemos, por lo que hacemos y por lo que recibimos de los demás. El saludo entre María e Isabel es más que un encuentro familiar; es un acto de fe compartida. La fe une y edifica comunidades que se apoyan mutuamente en la oración y la acción.

Lucas nos prepara para entender que la vida de Jesús va a ser un ponerse siempre al servicio de los demás: de los que tienen hambre, de los que sufren por cualquier causa. Jesús se va a poner en todo momento al lado de los más pobres y necesitados. Y ya en el prólogo lo vemos en la actitud de la misma María, que había entendido ya que el Mesías no venía para ser servido sino para servir.

Paz y bien

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