Himno de Zacarías «Benedictus»
En aquel tiempo, Zacarías, padre de Juan, lleno del Espíritu Santo, profetizó diciendo:
“Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, y ha hecho surgir en favor nuestro un poderoso salvador en la casa de David, su siervo.
Así lo había anunciado desde antiguo, por boca de sus santos profetas: que nos salvaría de nuestros enemigos y de las manos de todos los que nos odian, para mostrar su misericordia a nuestros padres, acordándose de su santa alianza.
El Señor juró a nuestro padre Abraham concedernos que, libres ya de nuestros enemigos, lo sirvamos sin temor, en santidad y justicia delante de él, todos los días de nuestra vida.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos y a anunciar a su pueblo la salvación, mediante el perdón de los pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombras de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz’’.
La liturgia católica nos presenta hoy el cántico de Zacarias, conocido como «Benedictus». Un canto lleno de profunda gratitud y visión profética celebra la llegada de la salvación prometida por Dios a través de Jesús. Es una invitación a la gratitud y a la acción. Como cristianos, somos llamados a ser luz en las tinieblas, a vivir con justicia y a preparar el camino del Señor en cada momento de nuestra vida; ¡que se note en lo que hacemos y decimos la salvación que hemos recibido! En el abrazo, en la mirada franca y en las palabras justas...
Pienso en los grupos de oración de mi parroquia, tan golpeados por un mundo complejo y cruel, porque el cántico proclama que fuimos liberados para servir a Dios, en santidad y justicia. El trabajo pastoral -con tanto pobreza alrededor- tiene que redoblar esfuerzos para alimentar el hambriento, consolar al afligido y hablarles de Cristo. El trabajo de contención que hacen amigos adventistas, evangélicos y católicos en mi comunidad es maravilloso.. Como dice el padre Adrián ¡démosle a la oración y a la acción hermanos, porque el diablo anda rondando y si nos ve desocupados tiene un trabajito para darnos!
El cántico termina recordándonos la misericordia de Dios y el perdón de nuestros pecados. Este mensaje es especialmente poderoso en un mundo que a menudo olvida el valor del perdón. En la vida diaria, perdonar y pedir perdón son actos que sanan relaciones y restauran la paz.
Deseo que hoy hagamos una pausa para dar gracias por las promesas cumplidas en nuestras vidas y para comprometernos a ser signos vivos de la esperanza y el amor de Dios en el mundo.
Paz y bien!
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