Cuando el amor se parte en silencio
Lucas 23; 1-49
Hoy contemplamos una de las páginas más intensas del Evangelio: la Pasión de Jesús según san Lucas. No se trata solo de un relato antiguo, sino de una guía para el presente. Jesús no respondió con odio al ser traicionado, no se defendió cuando lo acusaron, no se quejó cuando lo maltrataron. Nos mostró que el amor no necesita gritar para ser firme. La cruz no se evita, se transforma en puente cuando se vive con sentido. Que hoy aprendamos de Jesús a vivir cada día con entrega serena y a confiar en que, aunque todo parezca oscuro, Dios no abandona nunca.
En el relato de la Pasión de Lucas hay muchos detalles que difieren de los que se encuentran en los otros Evangelios. Estas diferencias ponen de relieve el modo en que cada evangelista opta por destacar determinados aspectos del relato. Veamos, pues, cuatro aspectos clave del singular relato de Lucas.
1. Durante la Última Cena, Lucas incluye varias enseñanzas de Jesús sobre el futuro de la Iglesia y la naturaleza del liderazgo cristiano. Jesús insta a sus discípulos a no imitar el estilo dominante de los gobernantes mundanos, sino a liderar mediante el servicio humilde. En este contexto sitúa Lucas las palabras de Jesús a Pedro, encomendándole la tarea de fortalecer a sus condiscípulos.
2. A lo largo de todo el relato de la Pasión, Jesús aparece como un hombre que controla plenamente lo que sucede. En el huerto de Getsemaní, en lugar de múltiples oraciones angustiadas, Lucas presenta un único momento de oración serena. Jesús se arrodilla -un acto de reverencia- y se levanta de nuevo, mostrando una serena aceptación en lugar de desesperación. En la cruz, en lugar de gritar de abandono, Jesús confía pacíficamente su espíritu al Padre, cumpliendo la voluntad de Dios con serenidad y confianza.
3. La escena del juicio en Lucas es notablemente diferente. El Sumo Sacerdote está ausente, y no se pronuncia ningún juicio formal. Jesús es llevado ante Pilato por una multitud caótica, que hace acusaciones exageradas. El propio Pilato no dicta sentencia, sino que entrega a Jesús, diciendo que pueden tratar con él como mejor les parezca. Mientras tanto, Jesús sigue actuando como reconciliador, provocando incluso un momento de entendimiento entre Pilato y Herodes.
4. La crucifixión se presenta como un momento de profunda transformación y reconciliación. Jesús continúa su ministerio hasta el final: habla con compasión a las mujeres de Jerusalén, perdona a los que le ejecutan y promete al ladrón arrepentido un lugar en el paraíso. Un centurión romano alaba públicamente a Dios, y la multitud abandona la escena con un espíritu de dolor y reflexión. Finalmente, son las mujeres fieles las que observan el descanso del sábado, honrando la Ley incluso en medio del dolor.
Curiosamente, no hay muchos cuadros que representen el Domingo de Ramos. La mayoría de los artistas se adelantan a la Pasión, pero pocos han pintado la entrada de Cristo en Jerusalén. Nuestro cuadro barroco de Sir Anthony van Dyck, de 1617, representa a Jesús sentado sobre el potro de asno que monta. El animal está casi totalmente envuelto por sus vestiduras de ricos colores azul y carmesí. Le rodean sus discípulos a pie, y es recibido con júbilo por una multitud de lugareños que colocan ramas a su paso. La inquietud y la musculatura de las figuras son muy barrocas. Van Dyck sólo tenía 18 años cuando pintó este lienzo. Para entonces ya era el principal ayudante de Peter Paul Rubens.
Les deseo a todos un buen y significativo comienzo de la Semana Santa.
Recopilación de textos del Padre Patrick van der Vorst y JuanXXIII.org
Imagen: Entrada de Cristo en Jerusalén, Pintura de Sir Anthony van Dyck (1599-1641), Pintado en 1617, Óleo sobre lienzo © Museo de Arte de Indianápolis, Indianápolis
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