La puerta estrecha
Ayer leía en la 2 carta a los Corintios a Lucas decirles «Nos vienen pruebas de toda clase, pero no nos desanimamos. Andamos con graves preocupaciones pero no desanimados, derribados pero no aplastados. Con todo, llevamos este tesoro en vasos de barro para que ésta fuerza soberana parezca cosa de Dios y no nuestra» Es un largo caminar por el desierto que se abre con infinitas preguntas y dificultades.
Venimos viendo palabras que son conceptos, "camino", "casa" hoy hablamos de "puerta", cuando en los Evangelios Jesús dice es más fácil que un camello pase por una aguja... se refiere a que las ciudades amuralladas tenían unas puertas muy altas y estrechas con forma de aguja para que, precisamente no cualquiera pudiera ingresar.
El Evangelio de Lucas habla de la hospitalidad de Dios a aquellos que tienen una vida ordenada, a aquellos que vivieron aceptando siempre y en toda circunstancia que su voluntad es buena, perfecta y agradable. Utiliza para ello, la metáfora de la puerta de ingreso al Reino de Dios.
La hospitalidad de Dios es infinita y magnífica. Parece tener una puerta no ya ancha, sino ni siquiera puerta. No hay límites: todo está abierto amplia y generosamente. Pero hoy se habla de puerta estrecha y esto parece algo un poco contradictorio. Esforzarnos por entrar por la puerta estrecha. Es casi como decir, no pensemos que entraremos por derecho ni que podemos abusar de la bondad de Dios. Porque la hospitalidad infinita de Dios supone una serie de opciones de seguimiento. No entrarán (aunque no haya puerta) quienes pretendan construir la casa a su medida; quienes se empeñen en que, el que no haya puerta, quiera decir carta abierta para hacer el mal. No entrarán quienes no hayan extendido a su vez, la hospitalidad al Dios que viene y pide verdad, bondad, belleza, justicia, generosidad, seguimiento sacrificado. La hospitalidad de Dios tiene dos vías. Entramos en Dios y tenemos que dejar a Dios entrar.
En el pasaje de Lucas hay también una acusación velada a quienes se creen que ya están dentro, que tienen derecho a estar dentro y que son los elegidos de Dios… vendrán otros (vendrán de oriente y occidente); es decir, vendrán los que no se han creído depositarios de la justicia de Dios pero han hecho el bien y han querido entrar por la puerta estrecha de la generosidad, la compasión y el sacrificio, la abnegación, paz. Los que han dejado entrar la bondad, la belleza y la verdad de Dios en su vida.
Los otros, por mucho que pensaran que ya estaban dentro o que no había puerta y podrían tener una vida a su propia medida; los que se sentían con el derecho y todos los privilegios, no podrán entrar. No se salvarán, no porque Dios cierre puertas, sino porque se han negado a entrar por las puertas de Dios, estrechas y abiertas al mismo tiempo. Y porque se han negado a dejar entrar al Dios que pide verdad, justicia, bondad, generosidad, servicio y desprendimiento de uno mismo.
No se dejen entristecer por un ultraje, desviar por una injuria, perder por un reproche, abatir por una irritación, apesadumbrar por un desprecio. Bajemos los ojos, elevemos nuestra alma, seamos buenos unos con otros, indulgentes, perseverantes y pacientes
con textos de Carmen Aguinaco
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