Dar frutos
«Les dijo también esta parábola: "Un hombre tenía una higuera plantada en su viña. Fue a buscar frutos y no los encontró. Dijo entonces al viñador: 'Hace tres años que vengo a buscar frutos en esta higuera y no los encuentro. Córtala, ¿para qué malgastar la tierra?'. Pero él respondió: 'Señor, déjala todavía este año; yo removeré la tierra alrededor de ella y la abonaré. Puede ser que así dé frutos en adelante. Si no, la cortarás'".» (Lc. 13: 8-9)
¿Qué representa esta parábola? ¿Qué representan los personajes de esta parábola? El dueño representa a Dios Padre y el viñador es la imagen de Jesús, mientras que la higuera es un símbolo de la humanidad indiferente y árida. Jesús intercede ante el Padre en favor de la humanidad ―y lo hace siempre― y le pide que espere y le conceda un poco más de tiempo para que los frutos del amor y la justicia broten en ella.
La higuera de la parábola que el dueño quiere erradicar representa una existencia estéril, incapaz de dar, incapaz de hacer el bien. Es un símbolo de quien vive para sí mismo, sacio y tranquilo, replegado en su comodidad, incapaz de dirigir su mirada y su corazón a aquellos que están cerca de él en un estado de sufrimiento, pobreza y malestar.
A esta actitud de egoísmo y esterilidad espiritual se contrapone el gran amor del viñador por la higuera: hace esperar al dueño, tiene paciencia, sabe esperar, le dedica su tiempo y su trabajo. Promete al dueño que prestará una atención especial a ese árbol desafortunado.
Y esta similitud del viñador manifiesta la misericordia de Dios, que nos deja un tiempo para la conversión. Todos necesitamos convertirnos, dar un paso adelante, y la paciencia de Dios, la misericordia, nos acompaña en esto. A pesar de la esterilidad, que a veces marca nuestra existencia, Dios tiene paciencia y nos ofrece la posibilidad de cambiar y avanzar por el camino del bien.
Pero la prórroga implorada y concedida mientras se espera que el árbol finalmente fructifique, también indica la urgencia de la conversión. El viñador le dice al dueño: «Déjala por este año todavía» (v. 8). La posibilidad de conversión no es ilimitada; por eso hay que tomarla de inmediato. De lo contrario se perdería para siempre. Dios nos da tiempo y oportunidades para crecer, para cambiar, para dar frutos en el amor y en el servicio.
Se trata al fin de ir mas allá del desierto.
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del Ángelus, 24 de marzo de 2019
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