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Mostrando las entradas de mayo, 2011

María se puso en camino

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Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre, Donde está María, allí está Cristo; y donde está Cristo, allí está su Espíritu Santo, que procede del Padre y de él en el misterio sacrosanto de la vida trinitaria. Los Hechos de los Apóstoles subrayan con razón la presencia orante de María en el Cenáculo, junto con los Apóstoles reunidos en espera de recibir el "poder desde lo alto". El "sí" de la Virgen, "fiat", atrae sobre la humanidad el don de Dios: como en la Anunciación, también en Pentecostés. Así sigue sucediendo en el camino de la Iglesia. Reunidos en oración con María, invoquemos una abundante efusión del Espíritu Santo sobre la Iglesia entera, para que, con velas desplegadas, reme mar adentro en el nuevo milenio. De modo particular, invoquémoslo sobre cuantos trabajan diariamente al servicio de la Sede apostólica, para que el trabajo de cada uno esté siempre animado por un espíritu de fe y de celo apostólico. Es muy significativo que en el ú

Todos los sentidos

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«Lo que por El se hizo era vida; la vida es luz para los hombres. La luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no pudieron vencer a la luz» (Jn 1, 4-5) No es la vida la que en sí tiene aliciente; es el sentido que nosotros le damos a la vida; si ese sentido no llega a satisfacer las legítimas ansias que hay en todo corazón humano, la vida no alcanza a ser razón suficiente de nuestro existir. En ese caso, cuando la vida no tiene un sentido hondo y orientador, cuando no se ve el por qué de la propia vida, cuando nuestras acciones no trascienden el momento presente que, por ser presente, es tan fugaz; cuando a ese momento fugaz no se le da una prospectiva hacia el más allá, tiene aplicación lo que afirma nuestro folklore cuando dice: "Para vivir como vives, mejor no morir de viejo". No es, pues, ni la juventud, ni la salud, ni el dinero lo que puede ser una razón suficiente de nuestro existir; es más bien el sentido que damos a nuestras acciones y a la vida en general y dent

Sin rumbos

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Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre, "Envía tu luz y tu verdad, ellas me guíen y me conduzcan a tu monte santo" (Salmo 43, 3). Un hombre sin ideas claras es un hombre desorientado, un hombre sin ruta; o al menos es un hombre que sigue una ruta que no termina en meta, sino que sigue caminos y caminos que se chocan y se entrecruzan, pero nunca lo conducen a un fin. La idea es la madre de la acción; a ideas claras, seguirán acciones definidas y con orientación hacia su objetivo bien conocido y amorosamente buscado. La idea necesita luz, la luz de la verdad. Dios es la verdad; cuanto más nos alejamos de Dios, más lejos estamos de la luz, más nos circundan las tinieblas del error; y por más esfuerzos que hagamos, más nos enfrascaremos en la oscuridad del error y en la maldad. Y cuando el hombre camina en el error y la maldad, por más que él crea que se halla en la verdad y en el bien, no deja de dirigirse hacia la catástrofe, tanto más dolorosa y amarga, cuanto me

Como es el camino

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Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre Domingo 5º de Pascua, Juan 14, 1-12 Hay personas que tienen una idea de Dios, no una vivencia, donde se imaginan que Dios es ese anciano regordete y bonachón que nos mira sentado desde las alturas. Otros, quizás más cercanos a una cierta fe o creencia, piensan que Dios es ese arregla-todo de la vida; un refugio en los momentos de apuro. Hay otros últimos que no se imaginan a Dios porque lo confunden con las distintas concepciones personales que le han ido transmitiendo. De esta manera Dios puede ser un revolucionario, un justifica-conciencias, un remedios para tranquilizar mi vida... Pero, ¿Cuál es realmente el rostro de Dios? Para conocer a Dios es necesario pasar por Jesús, Dios y hombre verdadero. En este Evangelio Jesús nos recuerda que la fe en el Padre incluye y comprende la fe en Él. El encuentro con el verdadero Dios es posible únicamente por medio de Jesucristo: "Nadie puede venir a mi Padre sino por mí" (Jn 14,6)

Siembra

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Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre, Siempre es mejor construir que destruir y sembrar es construir para el día de mañana, para recoger más adelante. Siembra tu fe, para sostener y apoyar a los que vacilan. Siembra tu abnegación y no la reserves solamente para ti. Siembra tu confianza y Dios no te dejará ni los hombres te fallarán. Siembra la sonrisa a tu alrededor; la sonrisa hace bien y te hace bien, la sonrisa disipa nubes y suaviza tiranteces. Siembra tu dulzura y llegarás a conquistar a los hombres, aun a aquellos que tienden a la violencia o no saben dominarse. Siembra tu amistad, tu gozo y tu entusiasmo en todos aquellos que lo necesitan, pues así llegarás a hacer felices a los demás y ellos te harán feliz a ti. Siembra tus sacrificios, aun con lágrimas y sin alarde; todo sacrificio requiere una cuota de dolor y de sangre; pero toda sangre es redentora y toda lágrima es purificadora. Siembra toda tu vida; que toda tu vida sea una verdadera siembra de alegría, de

Como conquistar la paz interior

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Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre, Hay personas que atraen, que sin querer ser el centro de la atención la captan con facilidad, con las que es agradable compartir, con las que uno se siente desde el principio como en familia; que tienen “un algo” que les hace amables (es más fácil quererles o amarles); estas personas tienen una característica común: la alegría. Es que, cuando uno está cerca de alguien alegre te la pasas bien, no sólo por que nos hace reír, sino por que ve la vida con optimismo y eso es contagioso. No me refiero a los que se pasan haciendo bromas, algunas pesadas, a los que a veces hieren a quienes están a su alrededor para mostrar lo ingeniosos que son o a los que a veces “caen mal” por querer hacerse los chistosos o los demasiado simpáticos. No, me refiero a una actitud un poco más pasiva, pero que se nota enseguida, a las personas que transmiten paz. Para los que transmiten paz parecería que los problemas no existen, o que por lo menos no son tan

Superación

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Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre, Nuestra vida esta llena de oportunidades, saber aprovecharlas y obtener los frutos deseados constituyen el centro de nuestras aspiraciones. Actualmente se habla de excelencia personal y el éxito al alcance de la mano, sin embargo, muchas de estas fórmulas se enfocan a la solución de problemas y al logro de una posición económica preponderante, quedando cortas en lo que a la superación personal se refiere, la verdadera superación no tiene cantidad sino calidad. La superación es el valor que motiva a la persona a perfeccionarse a sí misma, en lo humano, espiritual, profesional y económico, venciendo los obstáculos y dificultades que se presenten, desarrollando la capacidad de hacer mayores esfuerzos para lograr cada objetivo que se proponga. Si la superación es un deseo innato de los seres humanos ¿por qué en ocasiones nos detenemos? El principal obstáculo es nuestra persona, con temores encubiertos de excusas, con la vana esperanza d

El encanto de la Vejez

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Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre «Al atardecer se levantará para ti una especie de luz meridiana, y cuando creyeres que estás acabado, te levantarás cual estrella matinal. Estará lleno de confianza por la esperanza que te aguarda» (Job 11, 17-18) Ser anciano implica haber vivido una prolongada existencia, encontrarse al final de un largo viaje, quizá demasiado cansado. La ancianidad es también tiempo de despedidas. Las cosas y los afanes le van dejando a uno. También la gente querida que ha partido antes que nosotros. Con frecuencia, como recuerda Ovidio, se siente el abandono de quienes más nos debían. La ancianidad es antesala natural de la muerte y del juicio divino; antesala, según el plan de Dios, del gozo y descanso eternos. Pero no se puede olvidar que la ancianidad pertenece todavía al tiempo del peregrinaje terreno. Es, por tanto, tiempo de prueba, tiempo de hacer el bien, tiempo de labrar nuestro destino eterno, tiempo de siembra. No puede concebirse la ve

Cosas deseadas (desideratum)

Camina plácido entre el ruido y la prisa y recuerda qué paz se puede encontrar en el silencio. En cuanto sea posible y sin rendirte, mantén buenas relaciones con todas las personas. Enuncia tu verdad de una manera serena y clara y escucha a los demás, incluso al torpe e ignorante, también ellos tienen su propia historia. Esquiva a las personas ruidosas y agresivas, ya que son un fastidio para el espíritu. Si te comparas con los demás, te volverás vano y amargado, pues siempre habrá personas más grandes y más pequeñas que tú. Disfruta de tus éxitos lo mismo que de tus planes. Mantén el interés en tu propia carrera por humilde que sea, ella es un verdadero tesoro en el fortuito cambiar de los tiempos. Sé cauto en tus negocios pues el mundo está lleno de engaños, mas no dejes que esto te vuelva ciego para la virtud que existe. Hay muchas personas que se esfuerzan por alcanzar nobles ideales. La vida está llena de heroísmo. Sé sincero contigo mismo, en especial no finjas el afecto. Y no se

Con los criterios de María

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Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre Todos sentimos -con demasiada frecuencia lamentablemente- la tentación de recurrir a la fuerza, a la imposición, cuando no salimos con la nuestra, cuando no aceptan nuestros criterios, no se siguen nuestros pareceres, gustos o conveniencias. Si en esos casos acudiéramos a pedir consejo a la dulce Madre del cielo, ella ciertamente nos llevaría por otros caminos: el de la bondad, de la comprensión, de la paciencia, de la humildad. Nunca se equivocan los que siguen los consejos y sugerencias e inspiraciones de la Madre celestial; por eso es muy conveniente preguntarse, antes de obrar, cómo obraría María Santísima. Fraternalmente, Claudio

Teologizar el amor

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Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre Si fuéramos a estudiar la química del amor, deberíamos llegar a conocer los ingredientes que lo constituyen, los elementos que lo forman; porque existe una química sobrenatural, que transforma las cosas de la tierra y las convierte en realidades de cielo. En María Santísima el elemento principal y predominante que constituyó su amor, fue la presencia de Dios activa en ella, de suerte que aún el amor que tiene a los hombres no es sino una proyección y extensión de su amor a Dios. Si nosotros amamos a nuestros prójimos solamente por ellos, por su dignidad de personas humanas, nuestro amor, por más digno que sea, no pasa a ser un amor antropológico, mientras que si amamos a los hombres por amor a Dios, en ese caso teologizamos nuestro amor y lo elevamos de algo meramente humano a algo ciertamente divino. Madre amada, ruega por nosotros, tus hijos, para que nos amemos por amor de Dios Fraternalmente, _____ Alfonso Milagros cmf