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Mostrando las entradas de agosto, 2016

Saber lo que uno es

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28º domingo, TO, San Lucas  1.7 - 14 Al frívolo y superficial le importa quedar bien, que se cuente con él, le gusta dárselas de que sabe ante los demás, de que está al día... En general, la soberbia es enojosa para el prójimo, y hasta resulta ridícula, como en el caso de la parábola, cuando uno aparenta ser, tener o saber lo que no es, no tiene o no sabe. Por el contrario, quien es humilde no pretende llamar la atención, sobresalir en el hablar, en el vestir o en tantos otros detalles; resulta agradable y elegante en su sencillez.

¿Que es ser astutos como serpientes y sencillos como palomas?

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No hay animal que llame tanto la atención como las serpientes…y no hay animal que pueda pasar desapercibido como la paloma. El Señor Jesús sorprendió a sus Discípulos con esta determinante solicitud: “Los envío como ovejas en medio de lobos. Por tanto, sean astutos o sabios como serpientes y sencillos o inocentes como palomas”. (Mateo 10:16)

Los que se salvan

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21º Domingo, Lucas 13, 22 - 30 Los discípulos van de camino a Jerusalén, saben del riesgo que les aguarda en la ciudad, rompen el diálogo con Jesús: “¿Cómo nos salvamos?, ¿Tú eres el salvador?” La pregunta nos la habremos planteado nosotros muchas veces...

Cuando Jesús trae la división

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Domingo 20, Lucas 12, 49-53 Hay en el Evangelio aparentes paradojas. Una de ellas es ésta: por un lado Jesús hablaba de un reino de paz, y por otra parte que no había venido a poner paz sino la espada. Y esto se debe, como dijo Simeón a María cuando presentaron en el Templo a Jesús, porque Él es signo de contradicción, al poner al descubierto la bondad o la malicia de los corazones; a la vez a Ella se le auguró que una espada le atravesaría el alma...

Antes que sea tarde

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Existe el infierno? Si. Es un lugar de absoluta ausencia de Dios. Es un lugar sin límites. Sin valores. Donde da lo mismo chana que juana. Existe entre el cielo y el infierno un lugar: el desierto.

En el silencio

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Domingo 19, Tiempo Ordinario Evangelio de San Lucas 12, 32-48 «Felices los sirvientes a los cuales el patrón los encuentre velando cuando llegue. Yo les digo que él mismo se pondrá delantal, los hará sentarse a su mesa y los servirá uno por uno.» (12, 37) Hacer la oración bien depende en gran medida de nosotros mismos: de ponernos a ello, con puntualidad, de estar en vela ayudándonos con un libro, por ejemplo; pero también depende de Dios. Ya es oración ponerse en presencia de Dios y hablarle, incluso el hecho de ir a hacerla es ya oración. Pero hay que llegar a hacer oración buena, sabrosa, que no cansa, porque nos lleva el Espíritu de Dios.