26 de abril de 2011

Cristo le habla al alma fiel

Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre,

Escucharé lo que el Señor Dios habla a mi corazón (Sal. 84, 9).

Feliz el alma que oye al Señor que le habla y recibe de su boca palabras de consolación.

Felices los oídos que perciben las ondas de las inspiraciones divinas y desprecian las murmuraciones mundanas. Felices los oídos que no escuchan la voz que suena desde afuera, sino que oyen la verdad que enseña en el interior.

Felices los ojos que, cerrados a las cosas exteriores, están atentos a las interiores.

Felices aquellos que penetran las cosas espirituales y con ejercicios continuos se esfuerzan para comprender siempre más los secretos celestiales.

Felices los que se alegran en ocuparse de los asuntos de Dios y se liberan de toda preocupación mundana.

Considera todo esto alma mía. Cierra las puertas de los sentidos para que puedas escuchar lo que te dice en el interior el Señor tu Dios.

Esto dice tu amado: Yo soy tu salvación (Sal. 34, 2) tu paz y tu vida. Mantente cerca de mí y hallarás la paz. Deja todo lo que sea transitorio y busca lo eterno. ¿Que son todas las cosas temporales sino seducción? ¿Y de que te servirán todas las criaturas si te abandona el Creador?

Renuncia, por lo tanto, a todas las cosas terrenales; se agradable y fiel a tu Creador para poder alcanzar la verdadera felicidad.

Fraternalmente,

Claudio



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La Imitación de Cristo

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