En medio de las tormentas
Una de las frases más repetidas en la Biblia es :“No tengan miedo” Aquellos discípulos, expertos marineros se vieron amenazados por vientos tempestuosos y huracanados. Cuando ya se ven superados, llenos de temor, impotentes, perdidos, reprochan a Jesús su despreocupación. Él entonces, con gesto regio, impera a las fuerzas del mal y éstas se callan y vuelve la calma. No hay mal que a Jesús se le resista. Jesús, con su sola palabra, se manifiesta como dominador de las fuerzas misteriosas, aparece como dueño de la situación. Jesús les pregunta “¿Por qué tanto miedo? ¿Todavía no tienen fe?”
Cuántas veces nos parece que Jesús duerme cuando la vida se nos complica, cuando tenemos miedo, cuando el dolor estremece nuestra barca. Al igual que a los discípulos, muchas veces nos sucederá que vivimos en medio de tormentas que parecen no tener fin. Y las tempestades de nuestra vida, nuestras miserias y caídas, nuestras derrotas y fracasos, las enfermedades y los sufrimientos, sacan a la luz nuestra vulnerabilidad. Y a la vez dejan al descubierto dónde hemos puesto nuestras seguridades.
Ante las tormentas de la vida, el cristiano puede tener una actitud que espera la intervención continua, constante, invasiva de Dios. O bien, tener una actitud de fe. El Señor nos pide una maduración interior: pasar del niño que se queja y se enfada porque parece que su padre no le hace caso, al niño que confía, que se abandona en los brazos de su padre.
En la vida de un cristiano sucede lo mismo que al niño que aprende a caminar. Un paso, otro, se cae, se levanta. Siempre bajo la atenta mirada de su padre, que le anima, le levanta, pero no le lleva en brazos a todas partes para que no sufra.
En nuestras tempestades, tenemos que acudir al Señor, refugiarnos en Él, porque siempre está a nuestro lado, pero no tanto para que nos quite esa tempestad, sino para que nos ayude a crecer, a madurar. Quizá en esa tempestad, somos la mano amiga que ayuda a caminar a los demás; la barca donde pueden encontrarse con ese Dios que nunca se olvida de nosotros.
Paz y bien
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Fuente: Opus Dei/Ciudad Redonda - Imagen: Archivos del blog
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