Ser agradecidos
28º Domingo. Evangelio de San Lucas 17, 11-19
Jesús era muy humano, tenía sentimientos, y echó en falta el agradecimiento en aquellos otros nueve leprosos a los que había curado. No por Él, sino por ellos. Y Jesús sigue vivo, también como Hombre. Es de bien nacidos el ser agradecidos. ¡Y nosotros tenemos que agradecer a Dios tantas cosas: la vida, la salud, el ser cristianos, la paz social, los alimentos...
Tenemos que acostumbrarnos a dar las gracias, de verdad, a Dios y a los demás. Es reconocer lo que hacen por nosotros, y que sin ellos no seríamos lo que somos. Una buena parte de nuestra oración ha de ir por este derrotero.
La oración se teje con cuatro hilos, que cada vez se van haciendo más fuertes: adorar alabando, dar gracias, pedir perdón, y pedir por personas y por necesidades. Dios está dispuesto a darnos lo que necesitemos, pero, de algún modo, se siente más movido a concedernos lo que le pedimos cuando le hemos dado las gracias por lo que ya nos ha concedido. Así, al menos, sucede con los hombres.
Puede ser fácil dar gracias a Dios cuando obtenemos una gracia excepcional. Sin embargo, la gratitud -que alguien ha definido como la memoria del corazón- no se hace tan manifiesta por las cosas que tenemos ante los ojos cada día. Los consideramos derechos adquiridos.
Chesterton observaba con ironía, cómo nosotros, una vez al año, agradecemos a los Reyes Magos los regalos que nos encontramos en los zapatos que hemos puesto en el balcón. Pero nos olvidamos de dar las gracias a aquel que todas las mañanas nos da dos pies para meterlos en los zapatos.
Es una afirmación aguda y profunda y que refleja una actitud humana muy frecuente entre nosotros. Porque vivimos en una sociedad en la que dar gracias se ha convertido en un tópico: en los tickets de compra de los grandes almacenes se nos dice: “gracias por su visita”…Y sin embargo nos falta muchas veces el agradecimiento profundo y verdadero en nuestro corazón.
Tenemos que convencernos que todo es gracia. Nada se nos debe y nada merecemos. Si todo nos viene de Dios gratuitamente, todo debe volver a él a través de la alabanza y la gratitud. No andemos distraídos frente al milagro de la vida. No seamos descuidados ante las sorpresas de los acontecimientos de la vida ordinaria. Busquemos las huellas de Dios en los acontecimientos de cada día, y permanezcamos siempre en actitud de agradecimiento.
Paz y bien, buen domingo!
Jesús era muy humano, tenía sentimientos, y echó en falta el agradecimiento en aquellos otros nueve leprosos a los que había curado. No por Él, sino por ellos. Y Jesús sigue vivo, también como Hombre. Es de bien nacidos el ser agradecidos. ¡Y nosotros tenemos que agradecer a Dios tantas cosas: la vida, la salud, el ser cristianos, la paz social, los alimentos...
Tenemos que acostumbrarnos a dar las gracias, de verdad, a Dios y a los demás. Es reconocer lo que hacen por nosotros, y que sin ellos no seríamos lo que somos. Una buena parte de nuestra oración ha de ir por este derrotero.
La oración se teje con cuatro hilos, que cada vez se van haciendo más fuertes: adorar alabando, dar gracias, pedir perdón, y pedir por personas y por necesidades. Dios está dispuesto a darnos lo que necesitemos, pero, de algún modo, se siente más movido a concedernos lo que le pedimos cuando le hemos dado las gracias por lo que ya nos ha concedido. Así, al menos, sucede con los hombres.
Puede ser fácil dar gracias a Dios cuando obtenemos una gracia excepcional. Sin embargo, la gratitud -que alguien ha definido como la memoria del corazón- no se hace tan manifiesta por las cosas que tenemos ante los ojos cada día. Los consideramos derechos adquiridos.
Chesterton observaba con ironía, cómo nosotros, una vez al año, agradecemos a los Reyes Magos los regalos que nos encontramos en los zapatos que hemos puesto en el balcón. Pero nos olvidamos de dar las gracias a aquel que todas las mañanas nos da dos pies para meterlos en los zapatos.
Es una afirmación aguda y profunda y que refleja una actitud humana muy frecuente entre nosotros. Porque vivimos en una sociedad en la que dar gracias se ha convertido en un tópico: en los tickets de compra de los grandes almacenes se nos dice: “gracias por su visita”…Y sin embargo nos falta muchas veces el agradecimiento profundo y verdadero en nuestro corazón.
Tenemos que convencernos que todo es gracia. Nada se nos debe y nada merecemos. Si todo nos viene de Dios gratuitamente, todo debe volver a él a través de la alabanza y la gratitud. No andemos distraídos frente al milagro de la vida. No seamos descuidados ante las sorpresas de los acontecimientos de la vida ordinaria. Busquemos las huellas de Dios en los acontecimientos de cada día, y permanezcamos siempre en actitud de agradecimiento.
Paz y bien, buen domingo!
El agradecimiento es la memoria del corazón. Gracias.
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