Volver a lo esencial
¿Qué sería volver a lo esencial? Implica, por ejemplo, quitarte lo que sobra. Eso que está de más y al final termina complicándote la vida. Esto puede incluir actividades, relaciones que ya han cumplido su ciclo, objetos que no son necesarios, estudios, rutinas… Solemos tener poco en cuenta el hecho de que contamos con una determinada cantidad de energía cada día; es necesario usarla en lo que nos resulta importante, en lo que es esencial para nuestra vida interior, que es la que luego configura la vida exterior.
Lo esencial siempre es lo simple, lo uno, lo que te fundamenta. Tendemos con facilidad a irnos hacia lo periférico de nosotros mismos. Vivir desde lo auténtico, es decir desde nuestro corazón profundo, es un llamado constante. Eso es esencial. Ser sinceros con nosotros mismos, no vivir desde una imagen; ser honestos con los demás.
Nuestras esclavitudes al final son ídolos que nos ocultan la presencia divina en lo cotidiano. Las tentaciones de Cristo en el desierto son una buena síntesis de esto. El amor por los placeres, o el amor de la propia imagen o el afán de poder, de controlar… no está mal el placer, tampoco la sana autoestima, ni tener cierta planificación en la vida; lo que nos arruina es darle a estas cosas la capacidad de hacernos felices. Eso es completamente equivocado.
Imagínate colmado de todos los placeres que puedas imaginar, en comida, en vestido, en casa, en lujos, en sensualidades varias etc.; imagínate poderoso y admirado, alabado por doquier… verás que el vacío interno te perseguiría. No hay nada que pueda llenar el ansia de plenitud del corazón humano como no sea el encuentro real con Dios en el corazón. O en otras palabras, el establecimiento en el ser que soy. Vivir en espíritu y en verdad como se ha dicho.
¿Por donde empiezo? Mirándote con verdad interna. La conversión requiere honestidad consigo mismo. Ver nuestras contradicciones; al verlas comprenderlas y al comprenderlas en serio caerán por sí mismas. La gracia siempre nos ayuda si tenemos un fuerte deseo de conversión. Esto es lo mismo que amor por la verdad. Todo cambio empieza desde el Yo real, no desde el yo idea o desde el yo ideal.
Caminar hacia la Pascua interior, requiere antes morir a lo que no somos. Puedes preguntarte en este caminar cuaresmal: ¿Cómo sería mi vida sino tuviera miedo? Si me atreviera a vivir sin contradicciones? Pregúntatelo con amabilidad, con cariño, no en plan de reproche sino como decíamos, con un fuerte y puro amor por la verdad…
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Fuente: elsantonombre.org
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