¿Es que Dios nos escucha?
[Sor Faustina Kowalska escuchó a Jesús decir estas palabras:] Me alegro que pidan mucho ya que mi deseo es dar mucho, abundantemente. En cambio, me entristezco si las almas piden poco, si cierran su corazón.
Quizás muchos de nosotros compartimos esa experiencia común: la de estar rezando o haber rezado por una persona, por una intención o por una causa santa y buena, pero que no sale como nosotros queríamos. O que simplemente no sale: ese familiar que sigue estando lejos de Dios, ese examen médico que nos da un resultado desalentador, esa legislación que no responde a la dignidad humana.
La frustración, la sensación de impotencia, la duda ante la aparente quietud de Dios se agranda cuando escuchamos el eco de esas palabras de Jesús: “Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá.”.
Pero entonces, ¿en qué quedamos? ¿No nos pasa que hemos pedido muchas cosas que no se nos han dado? ¿No hemos sentido todos que tocamos a la puerta de Dios, y parece como si el timbre no funcionara?
Nuestra oración de petición debe siempre estar sujeta a la Voluntad de Dios, como rezamos en el Padre Nuestro y como rezaba Jesucristo: “No se haga mi voluntad sino la tuya, Padre” (Lc. 22, 42 - Mc. 14, 26).
Realmente, la Voluntad de Dios se conoce a través de la misma oración. Por eso es importante establecer ese diálogo con el Señor, en el que tratamos de descubrir el misterio de su Voluntad. Cualquiera que sea el tipo o la modalidad de oración que usemos, si es un diálogo sincero de comunicación con Dios, en el cual buscamos conocer sus deseos y sus planes, para amarlo y para complacerlo, Dios nos va dando esas cosas buenas que El, como Padre infinitamente bueno que es, desea darnos para nuestro bien.
Dios a veces “parece” que no respondiera nuestras oraciones, pues -como Padre infinitamente Sabio y Bueno que es- nos da lo que realmente necesitamos y no lo que creemos necesitar. No nos da lo que le pedimos, sino lo que nos conviene. Y no nos da lo que le pedimos, porque nuestra petición la mayoría de las veces no coincide con su Voluntad.
Y su Voluntad va siempre dirigida hacia el mayor bien para cada uno de nosotros sus hijos. Y nuestro mayor bien es nuestra salvación eterna.
No nos equivoquemos: Dios siempre responde nuestra oración, pero no siempre en la forma como nosotros deseamos. No creamos, sin embargo, que no se cumplan nuestros deseos porque Dios no nos oye: nuestra oración siempre es escuchada por Dios.
Dios no siempre nos da lo que queremos, pero siempre nos da lo que necesitamos.
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