La firmeza de la fe en la vida diaria


Evangelio de Mateo 16,13-19.

Debemos remontarnos a la época de Moisés para comprender la firmeza del pueblo judío en sostener, no solo las tradiciones, sino todas las enseñanzas de los profetas, de manera que en tiempos de Jesús, hablar de ellos y recitar versículos o salmos, era normal, formaba parte de las enseñanzas de la familia y servía de muralla para mantener la identidad del pueblo de Dios, que además por la misma tradición esperaba la llegada del Mesías, del Salvador. Por eso que la pregunta de Jesús «... y ustedes ¿quien dice que soy?» y la respuesta de Pedro «Tu eres el Mesías, el Hijo de Dios, vivo» inspirado por el Espíritu Santo, es un corolario a la tradición misma. Esta profesión de fe es la base sobre la que Jesús edifica su Iglesia, confiando a Pedro las llaves del Reino.

La pregunta de Jesús resuena en cada uno de nosotros hoy: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?». No se trata solo de palabras, sino de un compromiso real con Él en nuestra vida diaria. Nuestra respuesta no se limita a un credo aprendido, sino a una relación viva y transformadora con el Maestro.

Cada vez que elegimos el bien sobre el mal, cuando preferimos el perdón a la venganza o la solidaridad al egoísmo, estamos reafirmando nuestra respuesta a Jesús. Nuestra fe debe manifestarse en acciones concretas que reflejen el amor de Dios en el mundo. El testimonio de Pedro nos desafía a vivir con valentía nuestra fe. Muchas veces podemos sentirnos inseguros, como si no fuéramos dignos de la misión que Dios nos encomienda. Sin embargo, la historia de Pedro nos recuerda que la firmeza en la fe no significa ausencia de errores, sino confianza en la misericordia de Dios.

En un mundo donde las convicciones pueden verse diluidas por la presión social, es vital recordar que la verdad de Jesús es eterna. No temamos dar testimonio de nuestra fe en el trabajo, en la familia o en la comunidad. Como Pedro, podemos tropezar, pero el amor de Dios siempre nos levanta.

La Santa Iglesia Católica  celebra hoy La Cátedra de San Pedro es el reconocimiento de que Jesús quiere hacer una nueva comunidad, es el “nuevo templo”, donde Pedro será la piedra fundamental. De nada vale el asiento, la cátedra, si no hay comunidad viva. De nada vale el templo, por muy bello que se adorne, si no hay hombres y mujeres que lleven a Jesús a la calle, a la vida.

Oremos hoy por el sucesor de Pedro, el Papa Francisco, para que reciba la fuerza y la inspiración del Espíritu Santo en todo momento y siga guiando la barca que el pescador de Galilea recibió como encargo del propio Cristo. Que la celebración de esta fiesta sirva para unir a toda la comunidad católica y renovar nuestra misión de llevar a Jesús a toda la humanidad para por todos sea conocido, amado y servido.

Paz y bien

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