Cuando los mayores desafíos vienen de los lugares más cercanos.

Siempre que miro la serie The Chosen pienso lo mismo: Jesús se murió con la tristeza que le provocaba darse cuenta que sus discípulos no lo entendían; no comprendían sus metáforas, sus parábolas. Un hombre común y corriente que leí en la sinagoga « El Espíritu del Señor está sobre mí, por lo cual me ha ungido para evangelizar a los pobres, me ha enviado para anunciar la redención a los cautivos y devolver la vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos y para promulgar el año de gracia del Señor » Durante siglos, Israel ha esperado al Mesías que libraría al pueblo de sus aflicciones. Y ahora, en la sinagoga de Nazaret, ese hombre al que todos conocen, Jesús, el hijo de José y de María, el artesano, afirma que se ha cumplido esa profecía, aun sabiendo que sufriría las consecuencias de oponerse al orden establecido. Hay algo incómodo en este pasaje. Jesús no está predicando a extraños, ni a multitudes que lo buscan con hambre de milagros. Está en su pueblo, con los suyo...