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Mostrando las entradas de mayo, 2013

El mérito es de Dios

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Con la paz de Cristo No busques el éxito menospreciando a los demás. No digas nunca palabras hirientes; hieren a los demás, pero más te hieren a ti mismo; sales tu más perjudicado y te rebajas. No seas jactancioso; tienes cualidades, pero también las tienen los otros; tienes cosas que ellos no poseen; pero ellos quizá te aventajen en muchas otras cosas. No pongas la cara larga, como pidiendo un poco de compasión; sé más bien alegre y muéstrate sonriente; es más agradable y hasta más bonito. “Y ahora, así habla el Señor, el que te creó, Jacob, el que te formó, Israel: No temas, porque yo te he redimido, te he llamado por tu nombre, tú me perteneces. Si cruzas por las aguas, yo estaré contigo, y los ríos no te anegarán; si caminas por el fuego, no te quemarás, y las llamas no te abrasarán. Porque yo soy el Señor, tu Dios, el Santo de Israel, tu salvador.” (Is 43, 1-3) Entierra el hacha, envaina la espada, esconde el martillo; nadie se elevado menospreciando a los demás.

Volver a pasar las cosas por el corazón

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6º Domingo de Pascua - C Con la paz de Cristo Uno de los gestos más significativos que hacemos en la Eucaristía antes de recibir la comunión es el darnos la paz. La paz como gesto y como deseo. La paz que tenemos la entregamos al otro y por ello nos acercamos y nos saludamos con cariño. En el texto de hoy Jesús nos deja como regalo la paz, pero no una armonía en un mundo donde la guerra y los conflictos no estén presentes. Por desgracia las violencias humanas están aún presentes en nuestra debilitada humanidad. Lo que Jesús nos deja es la paz consigo mismo que no provoca ni guerras interiores ni exteriores. Muchas personas están en guerra interna contra sí mismos y por ello su forma de relacionarse con los demás y con la realidad externa, siempre es al ataque, a la defensiva. El Señor nos deja nuestra vida pacificada en su amor, nos da amor con paz y paz con amor. Los organismos internacionales hacen serios esfuerzos por conseguir la paz en el mundo y en las estructuras sociales

Busca a Cristo y encuentras a María

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Con la paz de Cristo No podemos separar a Cristo de María. Al pensar en Cristo, inmediatamente nos viene a la mente la condición humana y divina del Hijo de Dios, que vino a salvarnos. Partimos de la realidad, tenemos a Cristo, porque nació de María. La historia nos confirma que cuando se ha querido precisar la naturaleza de Cristo: Una sola persona y dos naturalezas (verdadero Dios y verdadero hombre), llegamos a la conclusión que es así, porque María es verdadera Madre de Jesús, y por lo tanto Madre de Dios, Ella prestó lo que cualquier madre presta a su hijo para ser llamada verdaderamente madre. La condición inseparable de Cristo y María nos lleva a que, cuando nos acercamos a uno de los dos, necesariamente llegamos al otro. Es verdad que con distinción de importancia, pues, Cristo es Dios y hombre; María es criatura privilegiada, pero nunca es diosa, ni de naturaleza divina; le llamamos Madre de Dios, porque su Hijo, verdadero Dios, tomó en su seno la naturaleza humana,

La viña y yo

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Con la paz de Cristo Dice Isaac de la Estrella , monje cisterciense en uno de sus sermones, referido a la parábola de la viña Confieso que tengo todo el respeto por la explicación que ve en la parábola de la viña (Mateo 20,15) a la Iglesia universal, la viña de Cristo; los sarmientos de los cristianos, el agricultor y padre de familia, el Padre celestial, el día sin ocaso o la vida del hombre, las horas, las edades del mundo o la persona humana, el lugar de la actividad humana misma. Sin embargo, personalmente, me gusta considerar mi alma y también mi cuerpo, es decir, toda mi persona como una viña. No debo de abandonarla sino trabajarla, cultivarla para que no la ahoguen los brotes o raíces extraños, ni se vea agobiada por los propios brotes naturales. Tengo que podarla para que no se forme demasiada madera, cortarla para que dé más fruto. Sin falta tengo que rodearla de una valla para que no la pisoteen los viandantes y para que el jabalí no la devore. (cf Sal 79,14) Ten