Salmo 139

Señor, tu me examinas y conoces, 
sabes cuando me siento y cuando me levanto, 
tu conoces de lejos lo que pienso;
su sabes si camino o si me acuesto y tu conoces bien mis pasos.
Aún no esta en mi lengua la palabra, 
cuando ya tu Señor, la conoces entera.
Me abrazas por detrás y delante,
después pones tu mano sobre mí.
Ti ciencia es un misterio para mí, tan grande
que no puedo comprenderla.
¿Adonde podré ir, lejos de tu espíritu?
¿Adonde podré huir lejos de tu presencia?
Si subo a las alturas, allí estás
si bajo a los abismos de la muerte, allí también estás.
Si le pido alas a la Aurora para irme a la otra orilla de los mares
también allá tu mano me conduce y me tiene tomado tu derecha.
Y si dijera entonces ¡Que me oculten al menos las tinieblas
y la luz se haga noche en torno mío!
Pero aún las tinieblas, nada tienen de oscuro  para tí
y la noche ilumina como el día.
Pues tu Señor, formaste mis entrañas, me tejiste en el seno de mi Madre.
Te doy gracias Señor por tantas maravillas, que tu has ejecutado; 
en efecto, admirables son tus obras y mi alma bien lo sabe.
Mis huesos no escapaban a tu vista,
cuando yo era formado en el secreto o cuando era bordado
en las profundidades de la tierra.
Tus ojos, ya veían mis acciones
y ya estaban escritas en tu libro;
los días de mi vida estaban ya trazados
antes que ninguno de ellos existiera.
¡Cuán difíciles son tus pensamientos 
y su suma es oh Dios, incalculable!
Si me pongo a contarlos son más que las arenas;
y cuando me despierto, aún estoy contigo.
¡Ojalá, oh Dios mataras al malvado
y ojalá se alejaran de mi los sanguinarios.
Ellos, que se rebelan en tu contra, sin que nadie los note
se levantan en vano contra tí.
Señor, ¿no debo odiar a los que te odian
y aborrecer a aquellos que te atacan?
De todo corazón los aborrezco 
y para mi también son enemigos.
Examíname oh Dios, mira mi corazón
ponme a prueba y conoce lo que siento.
Fíjate si es que voy por mal camino
y conduceme por la antigua senda.

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