Con humildad, persistencia y confianza
Evangelio: Marcos 5, 21-43
En esto dos milagros se nos invita a pensar sobre la fe, la esperanza y la misericordia de Dios. En estos versículos, Jesús realiza dos actos de compasión profunda: la curación de la hija de Jairo, un líder de la sinagoga, y la sanación de una mujer que padecía hemorragias desde hacía doce años. Ambas historias se entrelazan en un mensaje claro sobre la confianza en el poder divino.
Este pasaje nos muestra dos aspectos clave de la fe: la persistencia y la confianza. Ambos ejemplos nos enseñan que la fe en Jesucristo no es simplemente algo pasivo, sino una fe activa que nos lleva a buscarle con insistencia y a confiar plenamente en su poder de sanación y restauración.
Jesús era Dios. Ninguna curación fue más difícil que otra, pero observamos que llevó a cabo cada una de ellas de manera diferente: una con una palabra, la otra con un toque o un simple gesto, etc. Descubrimos en estos detalles el modo que Cristo emplea para instruir a sus discípulos, y de hecho para instruirnos a nosotros. Hay algo sacramental en estas acciones: lo sagrado se manifiesta a través de signos y palabras, por lo demás normales.
Este texto también nos recuerda la compasión infinita de Dios. Jesús no hace distinciones entre las personas, sino que atiende a todos aquellos que, con fe, se acercan a Él. La respuesta de Jesús ante la fe de Jairo y de la mujer demuestra que no importa el estatus social, la enfermedad o el sufrimiento; Dios siempre está dispuesto a sanar, restaurar y dar vida.
Finalmente, este relato, vale como fundamento para reflexionar sobre la virtud de la humildad. La humildad no solo agrada a los hombres, sino sobre todo a Dios. La humildad es como una balanza, que cuanto más baja uno de los platillos, tanto más se eleva el otro, dice el santo cura de Ars. Con la humildad sucede lo que con un perfume exquisito, que cuanto más se procura esconder, tanto más se da a conocer el buen olor que difunde.
Dios siempre está con los humildes; su luz los ilumina y los dirige; su gracia los sostiene, los fortalece y acompaña por todas partes. Yo iré delante de tí y humillaré a los grandes de la tierra, nos dice por el profeta Isaías. Y el Señor nos dijo: ...Aprendan de mí, que soy manso y humilde corazón (Mt 11, 29).
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