Adviento, la invitación a ser sencillos


En el evangelio de hoy, está el corazón del Adviento: la invitación a ser pequeños, sencillos, a reconocer nuestra dependencia de Dios y a abrirnos con humildad a la revelación de su amor. 

Hace muchos años escribimos en nuestro blog algo hermoso, que lo volvemos a compartir

«Estamos llegando a la cima, recorriendo el sendero del adviento y en la travesía aprendimos, rescatamos, valoramos, compartimos los deseos que nos fueron naciendo del corazón; también nos purificamos, en el sentido de fundirnos en el amor de Dios para nacer de nuevo con el Señor.

Hay cosas difíciles que a diario se nos presentan. No es fácil pedir disculpas cuando uno se ha equivocado; ni volver a empezar cuando todo se ha venido abajo.

Ni admitir un error cuando se lo hacen ver; no ser abnegado, ni ser considerado, ni persistir ante las dificultades, sobre todo cuando son muy persistentes.

No es fácil soportar el peso del éxito y de la prosperidad sin por ello vanagloriarse ni hincharse ante los demás; ni lo es perdonar y olvidar las faltas de atención de los otros, sobre todo cuando se refieren a nosotros mismos, ni dominar nuestro mal carácter, sin descargar en los demás nuestra carga de agresividad cuando las cosas no salen según nuestros deseos...

Nada de esto es fácil: no es fácil, pero no es imposible conseguirlo; y no siempre tenemos que buscar el camino de lo más fácil, sino de lo que sea mejor.

En la búsqueda de la templanza, el sendero del adviento es el más difícil pero sin dudas el mejor.

Y en este tiempo ,como dice la Palabra, demos gracias a Dios y pregonemos que es sublime su Nombre porque es admirable lo que hace con los suyos, cómo los purifica, los santifica, los eleva.»

Que así sea

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