Vivir con Cristo
Paz y bien 20º Domingo, B, Juan 6, 51 - 58 Jesús había dicho antes de subir al cielo: Yo estoy con ustedes todos los días hasta que se termine este mundo (Mt 28,20). No estaba presente sólo en el recuerdo, como puede estarlo un músico o un poeta en la memoria de sus admiradores. Cristo estaba vivo y se podía hablar con Él en la oración, estaba presente en su Iglesia, en sus sacramentos, especialmente tras el velo de la Eucaristía. ¡Jesús estaba vivo! Pero había que creer. Dirá san Juan al concluir su evangelio: Estas (señales realizadas por Jesús) han sido escritas para que crean que Jesús es el Cristo, Hijo de Dios; crean, y, por su Nombre, tendrán vida. (Jn 20,31). La vida cristiana consistirá a partir de entonces en vivir «con Él» de una manera personal e intensa. San Pablo sacará esta convicción cuando entre en crisis en su encuentro con Jesús camino de Damasco. Al preguntarle quién era, el Señor le contestó: Yo soy Jesús, a quien tú persigues (Hch 9,5). Jesús afirm