Jubileo 2025 «Peregrinos de la esperanza»


El Jubileo de 2025 invita a reflexionar sobre la esperanza como motor de cambio. El Papa Francisco llama a unir corazones y a enfrentar los desafíos actuales con fe, acción y solidaridad hacia los más vulnerables.

La esperanza es paradójica. No es ni una espera pasiva ni una voluntad irrealista de forzar circunstancias que no pueden producirse. Se parece a un tigre agazapado que solo saltará cuando haya llegado el momento de hacerlo” (Erich Fromm, La revolución de la esperanza, México FCE, 1970, p.21).

La esperanza cristiana no nos lleva a una pasividad inactiva, sino que nos mueve a actuar inspirando nuestra imaginación y despertando una ‘capacidad inventiva…para romper con lo antiguo y abrirnos a lo nuevo'…La esperanza no nos evade del mundo, sino que nos hace ‘anhelantes de futuro’. Su esencia no es la retirada quietista, sino el cor inquietum, el ‘corazón inquieto’. La esperanza no obvia el mundo ni lo escamotea, sino que se enfrenta a él y a toda su netatividad, y los recurre. Así es como alimenta el espíritu de la revolución” (Jürgen Moltmann Teología de la esperanza, Salamanca, Sígueme, 1972, p.42, cit. por Han, El espíritu de la esperanza, Herder 2024, pág. 68)

Qué es el jubileo en la tradición judeo-cristiana

“Jubileo deriva del hebreo jôbḗl, que indica el cuerno de carnero utilizado en el templo de Jerusalén como trompeta para anunciar la celebración judía del día de la expiación, introspección, arrepentimiento y diálogo con Dios denominado Yom Kippur o día del Perdón. Son días de purificación espiritual mediante la oración y física mediante ayunos y selección de alimentos.

En la Antigüedad implicaba la condonación de las deudas y el descanso de la tierra. En el Antiguo Testamento, aunque representaba un ideal de justicia, nunca llegó a realizarse (cf. R. De Vaux, Le Istituzioni dell’Antico Testamento, Turín, Marietti, 1964, 182-184). Pero en lo fundamental era y es un sentimiento básico del ser humano que templa su existencia y le permite establecer o restablecer una relación buena y verdadera con el Supremo, con las personas y con la naturaleza. Dicho en otros términos, abrir su corazón al otro.

El término «jubileo» no aparece en el Nuevo Testamento. Pero Jesús alude a él en Nazaret cuando comienza su ministerio: cf. Lc 4,18- 22. En efecto en esa ocasión, ingresa al Templo, le es dado el Libro del profeta Isaías, abriéndolo lee el texto donde dice: “El Espíritu del Señor reposa sobre mí; por lo cual me ha consagrado con su unción y me ha enviado a dar la Buena Nueva a los pobres….” Y prosigue leyendo los actos de misericordia que le son ordenados por el Señor en el año de gracia (Isaías 61, 1 y 2).

En la Iglesia católica el jubileo comenzó a celebrarse a partir del 22 de febrero del año 1300 convocado por el papa Bonifacio VIII. Desde 1450 se celebra cada 25 años, aunque también hay años jubilares extraordinarios como el de la Misericordia convocado por el papa Francisco del 8/12/2015 al 20/11/2016.

Abrir o cerrar el corazón a Dios y a los otros

En (la próxima) Navidad se abrirá la Puerta Santa…”, decía el cardenal primado de Buenos Aires Jorge Mario Bergoglio, hoy papa Francisco, el 1 de octubre de 1999 en una carta dirigida a los sacerdotes, poco antes de la celebración del jubileo, algunos de cuyos párrafos recordamos. “Resuena en mi corazón la tan repetida invitación del Papa (Benedicto XVI): 'Abran las puertas al Redentor' (Aperite portas), ‘Abran la puerta a Cristo’ (Redemptoris Missio). Así nos tiene que encontrar el Nacimiento del Señor, ‘como hombres que esperan a que su Señor venga … para que al instante le abran' (Lc.13: 36). Esta carta que les escribo a Ustedes -prosigue el arzobispo -nace del deseo de exhortarlos, como pastor y hermano, a que le abran las puertas al Señor: la puerta del corazón, las puertas de la mente, las puertas de nuestras Iglesias … todas las puertas. Abrir las puertas es tarea cristiana, tarea sacerdotal. Así lo hizo Jesús, lo leemos en el Evangelio

Al comienzo de su misión, se presenta ‘abriendo el libro del profeta Isaías …' (Lc.4:17); y también así termina el libro del Apocalipsis: como el Cordero degollado, como el León de Judá, ‘el único digno de abrir el libro y soltar sus sellos’ (Apoc.5:2.9). Jesús resucitado es el que ‘abre las inteligencias’ de los discípulos de Emaús ‘para que comprendan las Escrituras’ (Lc.24:45) y les hace recordar: “¿No ardía acaso nuestro corazón cuando nos abría las Escrituras?” (Lc.24:32). En orden a esta apertura a la Palabra se dirigen muchos milagros: ‘Jesús tocó los ojos de los dos ciegos y se abrieron sus ojos’ (Mt.9:30); 'Dijo al sordomudo ‘Effeta’, que quiere decir ábrete, y se abrieron sus oídos' (Mc.7:34). 

Cuando Jesús abre la boca es el Reino de los Cielos el que se abre en las Parábolas: 'Y abriendo la boca, Jesús les enseñaba' (Mt.5:2); ‘abriré mi boca en parábolas’ (Mt.13:35). Cuando Jesús se humilla y se bautiza, cuando se pone en oración (Lc.3:21) se abre el cielo y resuena la voz amorosa del Padre: ‘éste es mi Hijo, el predilecto’ (Mt.3:16). Y es el mismo Señor quien nos exhorta: ‘Llamen y se les abrirá’ (Lc.11:9), y la Iglesia suplica ‘para que Dios nos abra una puerta a su Palabra’ (Col.4:3)…”

El 9 de mayo de 2024, en la solemnidad de la Ascensión, el Papa Francisco publicó la bula de convocatoria del Jubileo Ordinario del año 2025, Spes non confundit cuyo título es una cita de la carta de Pablo a los Romanos: «La esperanza no defrauda», porque ofrece la certeza del amor de Dios…” (Rm 5,5).

El Papa Francisco comienza con el deseo de que el Año Santo “sea para todos ocasión de reavivar la esperanza” (n. 1 de la Bula). El Jubileo se abre en una dimensión de evangelización universal, para todos: va más allá de las fronteras eclesiales, porque “en el corazón de toda persona anida la esperanza como deseo y expectativa del bien, aun ignorando lo que traerá consigo el mañana”. 

Saulo de Tarso, quien será más adelante San Pablo, el gran apóstol de Nuestro Señor Jesucristo, en su Carta a los romanos escribe: “nos gloriamos hasta de las mismas tribulaciones, porque sabemos que la tribulación produce la constancia; la constancia, la virtud probada; la virtud probada, la esperanza (Rm 5,3-4)» (n. 4).

“La «constancia» (o «paciencia»), combinada con la esperanza, -prosigue diciendo el Santo Padre Francisco- consiste en mantenerse firme en las pruebas, no desanimarse, perseverar, no tener prisa en una época en la que estamos acostumbrados a quererlo todo e inmediatamente”.

Ante el fracaso que conduce al hambre, la “esperanza activa”

La observación de la realidad del mundo y de nuestra Patria nos conduce a admitir que se están derrumbando los horizontes de sentido del sistema liberal capitalista, aún en democracia. Las reivindicaciones materiales se caen, las metas ilusorias se manifiestan impotentes, las ambiciones desmedidas de poder luchan entre sí, el consumismo perdulario “hace agua”, el hedonismo sin límites de unos pocos reluce, se pone de relieve la competencia criminal de los contrarios, la cornucopia permisiva y la traición y la disposición arbitraria de los bienes universales por donde las experiencias y caminos atrasan a la humanidad son escandalosas, la alta corrupción hace el mundo cada día más irrespirable e injusto y todo ello acrecienta la contaminación y las diferencias, modelo del hambre y la pobreza, una minoría de ricos y una mayoría de pobres. Patologías del hombre enemigo del hombre respaldadas por ideologías y teorías económicas de la libertad contra la libertad conducen al hambre, a la violencia y a la muerte. Mas decadencia, más frustración, más angustia en el plano social. La negación del amor interpersonal y de la justicia social, la degradación y mercantilización del arte, del bien y de lo bello reducido a lo que hay por lo que hay y no por lo que será.

Por eso mismo es que la humanidad debe aspirar a preservar lo que habiendo en potencia no hay todavía, lo que pudiendo ser no somos, lo que ha de ser, es decir el mañana, el futuro, lo nonato, la vida que adviene y para ello el arma, el recurso de los cristianos es la esperanza.

De este entrelazamiento de «esperanza» y «paciencia» surge la vida cristiana como «un camino», del que la peregrinación es un signo, «típico de quienes buscan el sentido de la vida» (n. 5 de la bula). Es un viaje que requiere tiempos fuertes para alimentarse y fortalecerse, a fin de vislumbrar la meta”.

El estado de ánimo para una esperanza activa

Francisco parece decir, “que se unan los corazones y se armen los pueblos con la esperanza al hombro”.

La esperanza -dice el filósofo Byung-Chul Han- tiene un núcleo activo. El espíritu de la esperanza anima y alienta nuestros actos. Sobre esta esperanza activa, enfática y firme reiteramos las reflexiones de Erich Fromm del epígrafe: “La esperanza es paradójica. No es ni una espera pasiva ni una voluntad irrealista de forzar circunstancias que no pueden producirse. Se parece a un tigre agazapado que solo saltará cuando haya llegado el momento de hacerlo. (…) Tener esperanza significa estar dispuesto en todo momento a algo que aún no ha nacido (…) Quien tiene una esperanza fuerte reconoce y fomenta todos los signos de la nueva vida y está preparado en todo momento para ayudar a que vea la luz lo que está preparado para nacer” (Eric Fromm, La revolución de la esperanza, Mexico FCE, 1970, p.21 cit. por Han en op. cit. pág.50).

En este año 2025 del jubileo de la esperanza observemos los signos de los tiempos, la realidad misma y miremos hacia adelante.

Los signos de los tiempos a la luz de la palabra de Cristo y de nuestros pastores

Una novedad de la bula del papa Francisco consiste en presentar juntos el anuncio de la esperanza y los signos que la hacen concreta y tangible, con una referencia a la encíclica gaudium et spes (1984) a la que remitimos.

El Papa Francisco señala los signos de los tiempos: en primer lugar la paz en el mundo; en segundo lugar el signo palpable de esperanza, es «una visión de la vida llena de entusiasmo para compartir con los demás»; la tercera manifestación de esperanza se refiere a los hermanos y hermanas que viven en condiciones de penuria (pobres, los presos, los enfermos y los más necesitados).

Jubileo es esperanza activa y revolucionaria

Alejémonos de los discursos falsos que defraudan. Esperar no es mantener una actitud pasiva. Todo lo opuesto. Es estar en la cancha, de fiesta o en procesión, celebrando, jugando o trabajando.

Desviemos la mirada que choca contra la careta detrás de la que se oculta el rostro del mal de los estupefacientes, del paco, del alcohol excesivo, de los cuchillos, de las armas que se reparten para que aniquilemos a nuestro hermano. En la esquina o en la televisión. En Instagram o en Whatsapp. De la renuncia a nuestras riquezas, del sometimiento.

Transformemos el deseo débil -como la llama de un fósforo incapaz de iluminar la más pobre ilusión- en potente luz y con paciente espera.

Y entonces digamos: “Recíbeme y resucítame que estoy abierto a recibirte Padre”. Y refleja la llama de Dios, abriga, sin secreto las ansias de ser más, la mejor familia, la feliz comunidad. El amor, el yo y tú del amor instante y constante, el nosotros que fertiliza nuestros impulsos y nuestros deseos. Los del vecino, amigo, prodigando un abrazo por Cristo Nuestro Señor y Maestro y por el otro que, como Aquel padece los pecados del mundo.

Sólo o en procesión de fe, liberación y salvación, con el pueblo entusiasta y callejero. Pueblo de Dios. Manteniendo el luto de nuestros seres desaparecidos y aceptando el ascenso de su alma.

Muchos sentimos esas llamas y ese ardor en la celebración de la Navidad, en la Misa de Gallo que presidió el arzobispo monseñor Jorge García Cuerva en la Catedral de Buenos Aires y sentimos que todos sentían la presencia del Espíritu Santo en las calles de La Plata en procesión o en su Catedral cuando presidió la primera Misa de su magisterio como arzobispo Monseñor Gustavo Carrara. Y en miles de parroquias argentinas, latinoamericanas y caribeñas estuvo y está presente ese entusiasmo y discernimiento colectivo según nos cuentan los curas y laicos desde la Amazonía y a través del CELAM.

Formalicemos esta convocatoria de Francisco y marchemos con firmeza en este 2025. ¡Arriba la Iglesia pueblo fiel de Dios y adelante la Patria!.


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Sobre textos de Hernán Bernasconi

Dominus Providebit

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