Es hoy, no mañana
En la sinagoga de Nazaret, Jesús leyó del libro de Isaías: «El me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos...» Es el comienzo de su vida pública. Quizá buscó deliberadamente ese pasaje del libro al decir: «hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír.»
Luz para los pobres, para los que sufren, para los cautivos, los prisioneros, los ciegos… es decir para todos nosotros, para toda la humanidad. En algún sentido ¿quién no es pobre, herido, cautivo o prisionero? O ¿quién no necesita liberación?, ¿quién no desea la salvación? ¿quién no es ciego de algún modo? Ciertamente alguno puede creer que no necesita salvación, ni luz, ni a Dios.
Jesús llama a actuar hoy; ¿puedo llevar luz cuando no la tengo? ¿puedo llenar otros vacíos, cuando los míos siguen estando? La oración al Espíritu Santo dice: «Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado, cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.»
«El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción.» lee Jesús en la sinagoga. Sólo la fuerza del Espíritu Santo en nosotros nos convertirá en portador de la luz de Cristo. Rousseau a escrito: Vive serenamente y disfruta tu vida. Por ir de prisa pierdes la capacidad de mirar a tu alrededor. Pierdes la capacidad de saber con exactitud hacia donde vas y por que.
Quiero ser consciente de que la felicidad no depende de cuánto poseo, sino de cómo amo. Por eso son felices los pobres sin envidia o resentimiento, y hay ricos sin egoísmo y sin apegos.
El desafío es amar de verdad, porque el odio nos esclaviza y la soberbia nos aísla.
Pido al Padre que me dé humildad y no actúe como aquellos que la única verdad que aceptan es la suya. Mi luz está en creer, mi energía en esperar, mi alegría en servir y mi tesoro en amar.
El mayor bien que puedo adquirir es la paz del corazón y la mejor conquista es controlar mis emociones. Elijo ser compasivo y abierto al perdón, ya que sólo así estoy bien en el presente y puedo esperar días mejores.
Mañana es una palabra peligrosa y gaseosa, es el cementerio de muchos sueños y el freno de valiosas iniciativas. Mañana suele ser el refugio de los inseguros y la excusa predilecta de los mediocres y los indolentes.
Mañana es un término que rehúyen los apasionados y le encanta a los mediocres y los tibios. Los que acostumbran decir mañana, están bien lejos de sus metas y muy cerca de la frustración.
Mañana es el lema de los fracasados, el canto de los perezosos y el himno de los inconstantes. En la playa de la vida encontraré la roca firme de los que aman el hoy y los castillos de arena de los que dicen mañana.
Por eso quiero amar ahora, actuar ahora y vivir intensamente el instante, ya que es mi único tesoro. El ayer es un sueño, el mañana una ilusión y sólo el hoy es real. El mañana es etéreo; hoy es el día para amarte, amar y ser feliz.
Por eso, además de dar gracias y pedir la luz de Cristo para que sane y limpie nuestra dureza de corazón, es bueno y misericordioso anunciar el Evangelio, la buena noticia que es el mismo Jesús y pedir por la conversión de los que aún no la conocen o se han cerrado a su luz. Creo en los que sacrificaron la gloria por la bondad, en los que cambiaron el poder por el honor y en los que dejaron la riqueza por la justicia.
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