Celebrar la vida: hagan lo que El les diga
Este domingo el evangelista Juan no presenta el primer milagro de Jesús: convertir el agua en vino para que no se arruine la fiesta en aquella boda de Caná de Galilea. Este milagro tuvo lugar por la mediación de la Virgen María. Ella estaba atenta a lo que sucedía, e intercedió ante su Hijo. Gracias a ella, llega la hora de Jesús, su misión se empieza a realizar. "Hagan lo que el les diga”.
En Caná se reveló el poder transformador, salvador de Jesús, así como la necesidad de la fe y la obediencia en la relación con Él. Nos invita a confiar en su providencia y a seguir sus indicaciones, sabiendo que puede convertir los escenarios más difíciles en momentos de bendición y de gracia.
El evangelio nos propone, además, vivir lo cotidiano con alegría, "con vino". No es lo mismo existir que vivir, no es lo mismo vegetar que llenar la vida de sentido, tratando de ser felices en lo sencillo de cada día, en lo ordinario. Jesús se presenta en el evangelio de hoy como aquel que quiere llenar de vitalidad, que quiere llenar de vino nuestra vida diaria.
La palabra de Dios nos va a remitir a experiencias conocidas de nuestra vida, donde con frecuencia vivimos esa tensión entre lo que nos sale bien y lo que nos sale mal, entre la esperanza y el fracaso.
A lo largo de la historia del pueblo judío ha estado desterrado ansiando volver a su tierra, y cuando regresa se encuentran con que esa tierra está abandonada, desolada, estéril. Los novios que celebran en el evangelio de hoy, su boda, en un día tan deseado, se encuentran de repente con seis tinajas vacías, lo que pone en peligro la fiesta.
Todos nos movemos en esta oscilación entre la esperanza y la realidad. Dios lo sabe y desea recrearnos de nuevo, es decir, desea impulsarnos con la fuerza de su espíritu.
Dios nos recrea en su hijo, que gratuitamente nos regala su amor. En el contexto de la boda de Caná, la boda es símbolo de alianza y es símbolo de alegría: significa que Dios se casa con nosotros, a pesar de nuestra infidelidad. Y cuando disfrutamos del vino de la alegría, de la fuerza de la juventud, somos capaces de darlo todo, somos capaces de poner todos nuestros dones al servicio de los demás.
Con ese gesto, nos marca cómo debe vivir también la Iglesia: con los ojos abiertos, atentos a lo que pasa alrededor, suplicando por los demás, orando a Dios por los que pasan apuros, por los que sufren. Y con fe, sabiendo que Él siempre escucha, aunque a veces parezca que no.
Es un buen día hoy para pedirle al Señor que nos haga fieles administradores de los carismas que nos ha dado, siempre atentos a lo que ocurre a nuestro alrededor, siempre disponibles, confiando, y todo para mayor gloria de Dios y salvación de los hermanos. Servir al Señor es escuchar y poner en práctica su Palabra. También la recomendación simple pero esencial de la Madre de Jesús y el programa de vida del cristiano.
Paz y bien
Comentarios
Publicar un comentario
«Porque la boca habla de la abundancia del corazón.» (Mt. 12, 34) Por lo tanto, se prudente en el uso de ellas y recuerda que en este blog no se aceptan los comentarios anónimos.