Buscar claridad en medio de las tormentas
El evangelio de hoy ─Marcos 6,45-52─ nos presenta a Jesús caminando sobre las aguas para calmar el fuerte oleaje del mar. Me hace acordar a un amigo que me decía que tiene tanta fe, que se ahogaría en una palangana con agua, como diciendo la nada misma. El evangelista Marcos cuenta que lo vieron pasar de largo, espantados se pusieron a gritar y que llegaron al colmo del estupor porque estaban enceguecidos después del milagro de la multiplicación de los panes. Sinceramente, imagino a Jesús riéndose tiernamente; honestamente, lo veo como jugando con amigos muy queridos más allá de la enseñanza que este episodio nos deja.
Dice Virginia Fernández en Ciudad Redonda «Es preciso salir del embotamiento, traer a la memoria el prodigio que es nuestra vida y como Dios nos ha acompañado en todos los momentos. Cuántas veces nos ha sacado de los abismos existenciales y cuantas veces, con fervor o en sequedad, hemos visto que el mar se calmaba, cesaba el sufrimiento, lo que parecía un dolor sin paliativos se transformaba en paz, caían los obstáculos o crecía nuestra capacidad de aguante. Hay que confiar en su palabra, el Señor está con nosotros con tempestad o en bonanza. Él es, Él está.»
Siempre que Dios va a hacer algo importante en nosotros o a través nuestro, desestabiliza nuestras seguridades y nos invita a caminar sobre las aguas como una imitación a Cristo. Pero, en el fondo, es el divino alfarero que esta moldeando entre sus manos el cacharro de barro, porque quiere hacer un vaso nuevo. Es su divina sabiduría que nos descarga de los pesos, porque nos quiere ligeros de equipaje para el largo camino rumbo a la libertad.
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