Recomendaciones y responsabilidades


Domingo 29, B, Marcos 10, 35-45. Este evangelio refleja el choque entre la propuesta de gobierno y proceder en el Reino que anuncia Jesús y lo que pensaban los israelitas que sería el Reino de Dios, incluidos los mismos apóstoles. Ellos esperaban un Reino que diera prestigio y poder a Israel, como el antiguo reino de David; con gobernantes al estilo de los reinos que conocían, con jefes y súbditos.

Como debe ser un jefe? Como se portan los jefes de un equipo, de una familia? Los jefes de Estado pasan sonriendo a la muchedumbre y abrazan a los niños que les rinden homenaje. ¿quien sirve y quien se hacer servir?

Pero miremos también desde otro punto de vista. Que sucede en las comisiones económicas de nuestras parroquias? Quienes son los más allegados al párroco? Miremos un poco más allá y pensemos en el comportamiento de los políticos, los que ejercen la administración de una ciudad, de una provincia o una nación en su relación con la iglesia. El mensaje de Marcos es claro. Los gobernantes y los poderosos utilizan el poder para explotar al débil. Por el contrario, en el Reino de Dios, el servicio es instituido como requisito fundamental para los líderes cristianos, ya sea en el contexto religioso, político o económico. Dentro de la iglesia, la autoridad ha sido dada sólo para servir. 

La iglesia es profética cuando renuncia a la definición que la sociedad o el mundo hacen del poder y a la forma en que se lo suele ejercer. La forma política de ejercer autoridad y de llegar a ella fue lamentablemente asimilada por los líderes religiosos del tiempo de Jesús. Jesús rechaza el modelo político para la comunidad alternativa. 

La iglesia es profética cuando trabaja en favor de la justicia en la sociedad. La iglesia debe renunciar a los modelos terrenales de crecimiento y éxito. Tiene que establecer un serio compromiso con los oprimidos sociales, los pobres, las víctimas de la corrupción. Debe establecer y promover relaciones y estructuras en su propia vida y práctica que desafíen a las injusticias y a la corrupción prevalecientes en la sociedad que le rodea.

Este evangelio tiene otra arista importante: tráfico de influencia; por ejemplo, cuando pedimos una recomendación. Cuando alguien quiere ser admitido a una empresa o aceptado en un buen trabajo o cargo público, suele pedir una buena “recomendación” a amigos influyentes o bien acomodados… Parece que eso ha funcionado siempre así por la costumbre –no sé si buena o mala— de la gente. Pero el caso es que en tiempos de nuestro Señor sucedía también así. 

Dos de sus primeros discípulos piden a Jesús estar en su gloria o Reino, a su derecha e izquierda, es decir en los primeros puestos de poder. Jesús les dice que esa decisión no le compete a él, aunque bebieran su cáliz y tuvieran su bautismo. Los demás apóstoles se enojan, quizá también esperaban esos primeros puestos.

Según san Mateo, Juan y Santiago –que eran hermanos— mandan por delante a su madre (Mt 20,20) para escudarse en ella y para que sus ambiciones quedaran un poco veladas, o porque bien sabían que la intercesión de una madre es casi infalible. El caso es que lanzan de cabeza a la pobre mujer para pedir a Jesús un puesto de honor para sus hijos.

La petición viene muy bien presentada bajo forma de fidelidad, de adhesión entusiasta y de amistad. Y seguramente sí albergarían estos dos apóstoles tales sentimientos. Pero mezclados también con su ambición personal, sus deseos de honores y dignidades, y un tanto de vanagloria. Ya en otras ocasiones nos hemos encontrado a los Doce discutiendo sobre quién de ellos era el más importante y quién tendría el mejor lugar en el Reino.

Pero eso no es todo. Lo más importante viene a continuación: “Como ustedes saben los que se consideran jefes de las naciones las gobiernan como si fueran sus dueños y los que tiene un puesto, hacen sentir su poder. Pero no será así entre ustedes. Al contrario, el que quiera ser el más importante entre ustedes que se haga servidor de todos y el que quiera ser el primero que se haga siervo de todos. Así como el Hijo del Hombre no vino para que lo sirvieran sino para servir y dar su vida como rescate de todos"

Jesús les da y nos da una lección, en el Reino que anuncia, el poder es servicio, los que quieran ser los primeros, que sirvan a los últimos. Eso nos afecta porque todas personas tenemos algún espacio de poder, bien en la familia o en el trabajo, con los amigos, con los vecinos, en las organizaciones, en la comunidad… ¿Ejercemos ese poder como servicio?, aunque la sociedad vea bien que quienes tienen el poder trepen, tiranicen, humillen y opriman a otras personas.

El poder como servicio, también nos cuestiona cuando no lo queremos asumir. ¿Estamos disponibles para servir? A veces hay cargos, responsabilidades en organizaciones sociales y eclesiales, atenciones personales, que nadie quiere porque exigen mucha dedicación o son difíciles de sacar adelante. El ejemplo de Jesús que vino a dar la vida por todos, nos ayudará a afrontarlos y estar disponibles. Se trata de cumplir la voluntad de Dios, ¿dónde serviré más y mejor?

Lejos de querer ser auto referencial, ejercí la función pública muchos años de mi vida y aprendí que el ejercicio de ella requiere compromiso, dedicación, pasión por lo que se hace y por sobre todas las cosas, amor, el suficiente para dar lo mejor de uno para el otro. 

Decía un expresidente argentino, ya fallecido «si cada uno de los servidores argentinos se dedica en su cargo a honrarlo y a hacer todos los días algo por el bien de la República, sin mostrarse más de lo que es ni menos de lo que pueda ser, la República podrá sentirse satisfecha y confiada porque sus destinos estarán asegurados»

¡Cuántas veces nosotros queremos sentirnos importantes y que la gente nos reconozca o que nos asignen puestos de honor y dignidad! Pues Cristo no ha venido para eso, y quienes nos llamamos y somos sus discípulos, tenemos que seguir el mismo camino de humildad, de caridad y de servicio. 

Seguir a Jesús requiere renunciamiento a muchas cosas. Entre estas, el rechazo de la búsqueda del poder por el poder mismo y el egoísmo humano de vivir una vida centrada en uno mismo. 

Dios nos bendiga, ahora y siempre. 

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