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Cuando los mayores desafíos vienen de los lugares más cercanos.

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Siempre que miro la serie The Chosen pienso lo mismo: Jesús se murió con la tristeza que le provocaba darse cuenta que sus discípulos no lo entendían; no comprendían sus metáforas, sus parábolas. Un hombre común y corriente que leí en la sinagoga « El Espíritu del Señor está sobre mí, por lo cual me ha ungido para evangelizar a los pobres, me ha enviado para anunciar la redención a los cautivos y devolver la vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos y para promulgar el año de gracia del Señor » Durante siglos, Israel ha esperado al Mesías que libraría al pueblo de sus aflicciones. Y ahora, en la sinagoga de Nazaret, ese hombre al que todos conocen, Jesús, el hijo de José y de María, el artesano, afirma que se ha cumplido esa profecía, aun sabiendo que sufriría las consecuencias de oponerse al orden establecido. Hay algo incómodo en este pasaje. Jesús no está predicando a extraños, ni a multitudes que lo buscan con hambre de milagros. Está en su pueblo, con los suyo...

Habitados por el fuego enamorado de Cristo

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Evangelio según San Mateo 23,27-32. El Evangelio recoge los dos últimos reproches de Jesús a los escribas y fariseos, centrados en la hipocresía. Aquellos hombres se han puesto una careta para ocultar sus miserias, para poder ser admirados, para aparentar otra vida. Quizá por eso Jesucristo no soporta la hipocresía, porque es un modo de huir de uno mismo. Por un lado, no amamos en nosotros lo que Dios ama. Es como si le dijéramos a Dios que no nos ha hecho bien, que no somos amables, que no somos valiosos, que debería habernos hecho de otra manera. Y, sin embargo, Dios no se ha equivocado. Ha volcado todo su Amor en cada uno de nosotros, dándonos una originalidad y una belleza propias. Por otro lado, al ocultar nuestras miserias no le permitimos a Dios que nos rehaga y renueve; que vaya al fondo de nuestro corazón y lo habite. Por eso, para romper hipocresías necesitamos aprender a acusarnos a nosotros mismos. Como decia el papa Francisco, tenemos que abrirle el alma a Dios y decirle c...

Entre el oro y el altar: lo que realmente consagra

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(Evangelio de San Mateo 23, 13-22) Jesús viene achacando a escribas y fariseos su hipocresía.. « ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que cierran a los hombres el Reino de los Cielos! Ni entran ustedes, ni dejan entrar a los que quisieran . En los próximos evangelios leeremos los siete reproches que Jesús hace contra el comportamiento de escribas y fariseos. Cada una de esas quejas comienzan por la expresión “¡Ay de ustedes!” y reflejan el dolor de Jesucristo por la dureza de corazón de aquellos hombres. No hay mayor tristeza que ver una comunidad que, en vez de abrir caminos, los bloquea. Jesús, con una claridad que desarma, denuncia a quienes imponen reglas externas mientras su interior permanece endurecido. En nuestras parroquias y movimientos, esto puede pasar cuando olvidamos que evangelizar no es controlar, sino invitar. Que el servicio pastoral no es vigilar, sino acompañar . Si nuestras reuniones terminan en juicios, si nuestras reglas se vuelven excusas para exclui...

Facilitar el camino al Cielo

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Evangelio (Mt 23, 1-12) - “ Atan cargas pesadas e insoportables y las echan sobre los hombros de los demás ”. Las palabras que el Señor pronuncia, son duras. Son una denuncia clara y directa de un comportamiento que no es agradable a Dios: la hipocresía. La cuestión es que la hipocresía tampoco es bien vista a ojos humanos. Por eso, es muy fácil empatizar con lo que dice Jesús y darle la razón. Sin embargo, lo que no es tan fácil es examinar el propio corazón y plantearse hasta qué punto lo que dice el Señor se nos aplica a nosotros. Porque la hipocresía es tan desagradable como sutil. Atan cargas pesadas e insoportables. Podríamos preguntarnos: ¿mi vida, mis palabras, mis actitudes, hacen más fácil y andadero el camino de la santidad para los demás, o por el contrario lo hacen más insoportable? ¿La imagen del cristianismo que resulta de mi forma de comportarme es la de una carga pesada o la de un camino de felicidad? Sin duda, es muy fácil decirle a los hijos, o al cónyuge, o a un her...

El reino de Dios, el camello, la aguja.., la paz

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Evangelio según San Mateo 19,23-30. Esta mañana escuchaba en una radio cambio de opiniones sobre el tema ¿puedo cambiar mi destino? desgranado sería, de que manera puedo cambiarlo para sentirme bien. Todos cambiaban de opinión sobre la materialización, es decir la materia; nadie opinaba ni introdujo el tema de ir por la espiritualidad para sentirse bien. Y cuando digo espiritualidad refiero a los distintos medios para llegar a la satisfacción del alma y lograr la paz: meditación, oración, maestros espirituales, conexión con la naturaleza; métodos que ayudan a liberar emociones negativas, cultivando una mente tranquila y enfocada y encontrar un sentido más profundo de propósito de vida.  Y Jesús? En el evangelio de ayer, el joven rico planteaba lo que cualquier mortal pudiente o no, debe hacer o que necesita hacer para llegar a la paz de Dios, a la paz de su reino. Cambiemos al joven rico por el joven que no tiene mas aspiraciones en la vida que lograr la subsistencia. O al que esta...

Un incendio de amor

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Evangelio según San Lucas 12,49-53. Jesús dijo a sus discípulos: "Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo! Tengo que recibir un bautismo, ¡y qué angustia siento hasta que esto se cumpla plenamente! ¿Piensan ustedes que he venido a traer la paz a la tierra? No, les digo que he venido a traer la división. Como ocurre con muchas de las palabras de Jesús, no hay que tomárselas al pie de la letra. El fuego del que habla no es de destrucción, sino de transformación: el fuego del Espíritu Santo. Es un fuego que no quema bosques ni edificios, sino más bien el desorden del orgullo, el egoísmo y el pecado que hay en nosotros, despejando el camino para que crezca una vida nueva. Jesús anhelaba ver el mundo arder con el amor de Dios, un amor que incendia los corazones con propósito y compasión. Su propio corazón ardía con ese mismo fuego por su Padre, y nos invita a arder con él también. A menudo rezamos: "Ven, Espíritu Santo, llena los cora...

La imitación de Cristo, reflexión del 16 de agosto

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Buen gobierno en las cosas externas y recurso a Dios en los peligros. Si en todos los acontecimientos te mantienes firme y no te detienes en las apariencias exteriores, ni consideras con mirada humana lo que has visto y oído, sino que, para todo problema a semejanza de Moisés, entras en el tabernáculo para consultar al Señor, oirás a veces el oráculo divino y volverás instruido de muchas cosas presentes y futuras. Moisés acostumbraba recurrir siempre al tabernáculo para resolver las dudas y las dificultades y se amparaba en el auxilio de la oración para enfrentar los peligros y las maldades de los hombres. Del mismo modo debes refugiarte en el secreto de tu corazón e implorar con mayor insistencia el socorro divino. Según se lee, Josué y los hijos de Israel fueron engañados por los gabaonitas «porque no preguntaron primero al Señor» y al prestar fe con demasiada facilidad a las blandas palabras, se dejaron engañar por falsa compasión Tomas de Kempis, La Imitación de Cristo, pág 232, Li...