6 de mayo de 2013

El mérito es de Dios



Con la paz de Cristo

No busques el éxito menospreciando a los demás.

No digas nunca palabras hirientes; hieren a los demás, pero más te hieren a ti mismo; sales tu más perjudicado y te rebajas.

No seas jactancioso; tienes cualidades, pero también las tienen los otros; tienes cosas que ellos no poseen; pero ellos quizá te aventajen en muchas otras cosas.

No pongas la cara larga, como pidiendo un poco de compasión; sé más bien alegre y muéstrate sonriente; es más agradable y hasta más bonito.
“Y ahora, así habla el Señor, el que te creó, Jacob, el que te formó, Israel: No temas, porque yo te he redimido, te he llamado por tu nombre, tú me perteneces. Si cruzas por las aguas, yo estaré contigo, y los ríos no te anegarán; si caminas por el fuego, no te quemarás, y las llamas no te abrasarán. Porque yo soy el Señor, tu Dios, el Santo de Israel, tu salvador.” (Is 43, 1-3)
Entierra el hacha, envaina la espada, esconde el martillo; nadie se elevado menospreciando a los demás. Elévate tú, pero sin rebajar a nadie; reconoce los méritos de los demás, sin negar los tuyos y sin enorgullecerte por lo que Dios te dio; al fin y al cabo todo mérito es nada más que de Dios, que es la fuente de todo bien.

Un abrazo fraterno

1 comentario:

  1. Me ha encantado leer su entrada, da mucho que pensar. Un saludo!!!

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