31 de julio de 2010

Creciendo en Jesus por Maria - III


¡Paz y bien a todos!

SIGNOS Y CONDICIONES DEL CRECIMIENTO.

Un signo de crecimiento es rechazo y muerte a todo amor al pecado. Es además poseer conciencia de pecado, aún cuando estoy en gracia, sabiendo que por mi naturaleza pecadora debo aferrarme cada vez más a Dios.

Otro signo, es el discernimiento. Un cristiano crecido debe saber discernir, y someter su discernimiento a la luz de la Palabra, de la Doctrina de la Iglesia y al deber de estado. Cualquier acto o convicción que atente contra algún elemento de éstos, no es de Dios.

Otro, la aceptación y búsqueda constante de la voluntad de Dios, sin olvidar que para un cristiano todo lo permite Dios para nuestro bien. También, una buena relación con los hermanos, perdonando setenta veces siete. Dominio propio, pidiéndolo en oración para que Dios nos conceda la gracia de no dejarnos llevar por impulsos humanos. Acrecentamiento de la fe, abandonándonos a Dios, en todo momento y circunstancia, sabiendo que no nos pasará nada que El no permita. Poner nuestros carismas al servicio de los hermanos. Amar al prójimo viendo en los demás a Cristo.

Se puede decir que un cristiano es realmente crecido cuando todos los frutos del Espíritu Santo están presentes en él,

"En cambio el fruto del Espíritu Santo es: caridad, alegría y paz; paciencia, comprensión de los demás, bondad y fidelidad, mansedumbre y dominio de si mismo. Ahí no hay condenación ni ley, pues los que pertenecen a Cristo Jesús tienen crucificada la carne con sus vicios y sus pecados. Si vivimos por el Espíritu, dejémonos conducir por el Espíritu. No busquemos la vanagloria. Que no haya entre nosotros provocaciones ni rivalidad" (Ga. 5, 22-26)

Cuando los signos son partes del ser cristiano, cuando los actuamos tan naturalmente que hemos crucificado nuestro yo, entonces podemos hablar de crecimiento espiritual.

SIGNOS DE INMADUREZ.

Personas variables e inseguras, en la alegría y en el amor. Nunca están conformes. Siempre se sienten insatisfechas y no creen en nada ni en nadie. Falta dominio de si mismo. Fe fluctuante que fácilmente se derriba. Son como niños que cambian facilmente de parecer.

"Entonces no seremos ya niños a los que mueve cualquier oleaje o cualquier viento de doctrina y a quienes los hombres astutos pueden engañar para arrastrarlos al error" (Ef. 4, 14)

Imagen de un Dios de su fantasía y no el Dios revelado
. Un Dios bueno, tan bueno que no nos pide nada, ni siquiera conversión; o un dios malo, tan malo que me vigila y como contador está computarizando mis pecados; un Dios permisivo: todo lo permite con tal que no abandone la Iglesia.

Son sentimientos infantiles. Tengamos presente que los carismas sobrevalorados y/o desvalorizados también son signos de inmadurez. Desconociendo que los carismas son de Dios y que El es quien nos los da y no los quita.

Otro signo que se da con frecuencia es el excesivo valor a lo espiritual con distorsión de la parte humana. Es necesario saber separar lo humano de lo espiritual.

CONDICIONES DE MADUREZ CRISTIANA.

Permanecer en Jesús. Viviendo las bienaventuranzas con la certeza que Dios es el que interviene y pedir: Señor que pueda vivir las bienaventuranzas con gozo y alegría,

"Llegados donde Jesús esos hombres le dijeron "Juan Bautista nos manda decirte: Eres tu el que ha de venir o debemos esperar a otro? En ese momento Jesús sanaba a varias personas afligidas de enfermedad, de achaques, de espíritu maligno y devolvía la vista a algunos ciegos; Jesús pues contestó a los mensajeros: "vayan a contarle a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son purificados, los sordos oyen, los muertos resucitan y una buena nueva llega a los pobres y además, felíz el que me encuentra y no se confunde conmigo." (Lc. 7, 20-23)

Permanecer en su Palabra
, sabiendo que la Palabra de dios nos alimenta, nos da vida y nos lleva a la vida eterna. Permanecer en su amor,

Permanezcan en mi y Yo permaneceré en ustedes. Como la rama no puede producir fruto por si misma si no permanece en la planta, así tampoco pueden ustedes producir frutos si no permanecen en mi (Jn, 15, 4)
Si se quedan en mi, y mis palabras permanecen en ustedes, todos lo que desean lo pedirán y se les concederá (Jn 15, 7)

Yo los he amado a ustedes como el Padre me ama a Mi: permanezcan en mi amor (Jn. 15, 9)

Al fin, mantenernos en la verdad,

Jesús dijo entonces a esos judíos que creían en El: Ustedes serán mis verdaderos discípulos si guardan siempre mis palabras, entonces conocerán la verdad y la verdad los hará libres (Jn. 8, 31-32)

Pues bien, ahora rechacen todo eso: enojo, malas intensiones, ofensas y que no salgan groserías de su boca, no se mientan unos a otros. Ustedes se despojaron del hombre viejo y su manera de vivir para ser revestidos del hombre nuevo que el Creador ha renovado conforme su imagen para llevarlo al conocimiento verdadero (Col. 3, 8-10)

Estén alertas, no sea cosa que endurezcan sus corazones en los vicios, borracheras y preocupaciones de la vida y de repente los sorprenda este día (LC. 21, 34)

Pidamos entonces a María, madre de Dios y madre nuestra que interceda ante su Hijo Jesucristo para que nos alcance el gozo de la sanación de nuestros desordenes espirituales y materiales. María, enséñanos a buscar siempre la voluntad de Dios y aceptarla libremente. Te rogamos le pidas a tu Hijo que nos purifique, que nos lave, que nos renueve y que nos restaure. Amen.

Que el Señor los colme de bendiciones!

Claudio C


Serie: Crecimiento y Sanación con María, Gilda Ortíz, Editorial Kyrios

30 de julio de 2010

Necesidad de una gracia mayor


¡Paz y bien para todos!

Señor, estoy necesitado de gracia aún mayor si he de llegar a donde nadie ni nada, me pueda ser de obstáculo porque mientras alguna cosa creada me detenga no puedo volar con libertad hacia tí. Deseaba volar libremente aquel que afirmaba ¿Quien me dará alas como de paloma para volar y descansar? (Sal 55 (54), 7)

¿Que hay de más simple que la mirada de un ojo puro? ¿Y quien es más libre que aquel que nada desea sobre la tierra? Por lo tanto, es necesario elevarse sobre toda criatura, olvidarse completamente de si mismo, despojar la propia mente de toda preocupación para que ver que Tú, creador de todo, no tienes ninguna semejanza con nadie.

Aquel que no se desprenda de todas las criaturas, no podrá libremente entregarse a las cosas divinas. Por eso hay pocos que llegan a la contemplación, porque pocos saber desprenderse del todo de las cosas creadas y perecederas.

Para ello, se necesita una gracia especial que eleve el alma y la encumbre sobre si misma. Y si el hombre no se eleva en espíritu y no está despegado de todo lo creado y perfectamente unido a Dios, no es de mucho valor cuanto tiene y cuanto sabe. Será siempre pequeño y postrado por el suelo aquel que valora como algo grande que no sea el solo, único, inmenso y eterno bien. En verdad, toda cosa que no sea Dios es nada y como nada debe considerarse.

Hay mucha diferencia entre la sabiduría de un hombre iluminado y devoto y la ciencia del literato y del estudioso. Mucho más noble es la doctrina que emana de Dios y fluye hacia nosotros desde lo alto que aquella que trabajosamente se adquiere con nuestro entendimiento.

La naturaleza mira lo exterior del hombre; la gracia penetra en lo interior. Aquella se engaña frecuentemente y ésta, para no engañarse, confía.

Que el Señor los colme de bendiciones!

Claudio C.


La Imitación de Cristo, Tomás de Kempis

29 de julio de 2010

Creciendo en Jesus por Maria - II


¡Paz y bien para todos!

INMADUREZ CRISTIANA

Existen muchos cristianos católicos con una marcada inmadurez, tratando de justificar sus faltas de crecimiento con doctrinas seudo-cristianos, que lejos de acercarlos a Dios, los apartan cada vez más y lejos de hacerlos crecer, los hacen retroceder. Poseen una creencia en Cristo Jesús muy endeble y defectuosa que les permite justificar toda una vida de pecados, llenos de envidia, desconfianzas, espíritu de división, discordias, faltas de espíritu de discernimiento, etc., capaces de recurrir a cualquier doctrina de fe, y tan empecinados en sus "verdades humanas" que difícilmente admiten crucificar su yo con Cristo.

El camino de dolor y cruz es totalmente ajeno a ellos, es imposible darles alimento sólido: "el que todavía se alimenta con leche no entiende lo que es actuar bien: no es más que un niño pequeño" (Heb 5, 13)

Hoy María nos invita a una conversión profunda que nos dará el crecimiento verdadero en espíritu y verdad. Si permitimos que María nos lleve al conocimiento de su Hijo y que Jesús crezca en nosotros, seremos miembros sanos del Cuerpo Místico de la Iglesia, cuya cabeza es Cristo Jesús. Como miembros sanos y crecidos en Cristo por María, nosotros seremos los encargados de hacer crecer a los más pequeños y juntos ir edificando nuestras vidas en una fe adulta.


"Ustedes son la casa cuyas bases son los apóstoles y los profetas, cuya piedra angular es Cristo; en Él toda construcción se ajusta se alza para ser templo santo en el Señor. En Él ustedes también están incorporados al edificio para que Dios habite en ustedes por su Espíritu" (Ef 2, 20-22).

María, tiene por meta hacer que Cristo


"Habite en sus corazones por la fe. Que estén enraizados y cimentados en el amor. Que sean capaces de comprender con todos los creyentes la anchura, la longitud, la altura y la profundidad, en una palabra que conozcan esté más allá del conocimiento que es el amor de Cristo. Y en fin, que queden colmados hasta recibir toda la plenitud de Dios." (Ef 3, 17-19)

María, llena del amor de Dios, se goza, llevándole al Señor, nuestros corazones, para que el mismo Dios se derrame en nosotros mediante su Espíritu de Amor. Este crecimiento al que la Madre con tanto amor nos acerca, crecimiento en la vida de Dios por la fe, es sólido y duradero, formando en nosotros parte de nuestros ser cristiano hasta que todas nuestras áreas queden impregnadas de Dios siempre.

Dejándonos conducir por el amor y la ternura de la Madre llegaremos a ser como dice la Escritura, la misma imagen del Señor que es Espíritu,


"Por eso todos nosotros andamos con el rostro descubierto, reflejando como un espejo la gloria del Señor y nos vemos transformados en imagen suya, más y más resplandeciente, por la acción del Señor que es Espíritu". (2 Co 3, 18)

y seremos semejantes a El, porque lo veremos tal cual es


"Vean que amor singular nos ha dado el Padre que no solamente nos llamamos hijos de Dios, sino que lo somos y por eso el mundo no nos conoce, porque no lo conoció a El. Amados, desde ya somos hijos de Dios aunque no se ha manifestado lo que seremos al fin. Pero ya lo sabemos, cuando el se manifieste en su gloria seremos semejantes a El porque lo veremos tal como es". (1 Jn 3, 1-2)

Solamente Dios da el crecimiento, ya que es una gracia y la iniciativa la toma Dios "Y no cuentan ni el que planta, ni el que riega, sino Dios que hace crecer" (1 Cor 3,7)

Pero teniendo a María como mediadora, a quien Jesús nada le niega y a quien el Padre le permitió entrar en lo más profundo del amor divino, entregándole a través del Espíritu Santo a su único Hijo, podremos pretender y lograr este crecimiento espiritual. Las condiciones son muy sencillas, dejarnos amar por Cristo, guiados por la Madre al conocimiento de Jesús, abandonarnos a la voluntad divina y dejarnos morir a nosotros mismos.

Una vez dado este paso, el crecimiento llega solo, porque no hay nada que pueda perturbarnos o alejarnos del amor de Jesús y María.

Que el Señor, los colme de bendiciones!

Claudio C.

28 de julio de 2010

Creciendo en Jesús por María


¡Paz y bien para todos!

El crecimiento humano y espiritual del cristiano consiste en transformarnos en otros Cristos y ayudar a que nazcan nuevos Cristos, con el aroma del perfume divino de Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.

Crecer en Cristo, con Cristo y por Cristo, es dejarnos invadir total y completamente por El, al igual que San Pablo: Con Cristo he sido crucificado, y yano vivo yo, sino que en mí vive Cristo. Y si ahora vivo en carne, vivo por la fe en el Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó por mi (Ga 2, 19-20). La vida de Cristo debe crecer dentro de nosotros, hasta que ardiendo en el fuego de su amor nuestras voluntjades y nuestras acciones sean coordinadas y dirigidas por El.

Cristo nos da la vida y vida en abundancia, a través del Espíritu Santo, porque la ley del Espíritu, que da la vida, en Cristo Jesús, me liberó de la ley del pecado de la muerte (Rm 8,2). Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino del Espíritu que viene de Dios, para que reconozcamos los dones gratuitos que Dios nos ha dado (1 Co 2,12). El nos conduce a la vida eterna, por el conocimiento del Padre y del Hijo esta es la vida eterna; que te conozcan a ti, único Dios verdadero y al que tú has enviado, Jesucristo. (Jn 17,3).

Si seguimos examinando la vida de Jesús a través de María, no podemos menos que consagrarnos a la Madre que moldeó a Cristo, para que nos moldee a nosotros, nos lleve al verdadero conocimiento de Cristo y a la experiencia de una Dios - Padre y Amor. ¿Quién mejor que María para hacer de nosotros otros Cristos? ¿Quién mejor que ella para ayudarnos a cristificar todas las áreas de nuestras vidas?

A la Madre, Cristo nada le niega, los primeros milagros los hace a instancia de María: Juan en el seno de Santa Isabel salta de gozo (Lc 1, 41-44); en las bodas de Caná Cristo convierte el agua en vino, también por el pedido de María. Podemos decir que Jesucristo comenzó sus milagros por la mediación de María. ¡Cuantos milagros más seguirá haciendo! Lo importante es confiarnos a María y pedirle a ella que nos lleve a su Hijo y nada podrá negarle Cristo, y menos aún si le pedimos que nos cristifique, lo hará con mucho gozo y respondiendo siempre a la voluntad del Padre.

Debemos ser hombres nuevos, nacer de lo alto, del Espíritu y ¿quién como María para hacer crecer en nosotros a Cristo? Porque el que está en Cristo es una nueva creación, pasó lo viejo y todo es nuevo.

Rescatamos esta oración de efusión de Espíritu que se dió en un Seminario de Vida con María:

¡Oh María! ¡Madre Mía! Necesito de tu intercesión;
¡Oh Madre de amor, ruega por nosotros a nuestro Señor! Igual que ese día, ora con nosotros.
¡Oh Madre, te lo suplicamos! Intercede ante el Señor, que su Espíritu Santo en lenguas de fuego descienda hoy sobre nosotros, con ruidos de truenos colme de su amor.
¡Oh María, clama a nuestro Señor! Que hoy los siete dones nos envíe, que nos haga hablar en lenguas, decir profecías en el nombre de Jesús y por tu intercesión, ser profetas y anunciar el Evangelio con el poder del Espíritu Santo y sin ninguna clase de temor.

¡Ven Espíritu Santo, ven con todo tu poder!
Ven y derrama las gracias de Dios, ven Espíritu Santo, llénanos de tu amor y tu verdad.
Ven... Ven... Espíritu de Dios, ven a morar en nuestros corazones.
Ven... Ven... Desciende con todo tu poder.
Ven a traernos fortaleza, templanza y confianza en Dios.

Padre amado, por la intercesión de Jesús y de María, danos el Espíritu de amor, danos el Espíritu de verdad, de santidad, enciende nuestro corazón con la luz del amor. ¡Abba Padre! Venga tu reino, descienda la fuerza, el poder y la gloria de nuestro Señor!

Que el Señor los colme de bendiciones!

Claudio C.



27 de julio de 2010

¿Donde esta tu fe? Mantente firme y persevera.


¡Paz y bien para todos!

Dice el Señor: "¿Acaso hay algo que sea difícil para mi?" ¿O seré como aquel que dice y no hace? ¿Dónde está tu fe? Mantente firme y persevera. Se varón magnánimo y fuerte y a su tiempo te llegará la recompensa. Espérame, espérame. Iré y te curaré. Lo que te tortura es la tentación y el temor infundado es lo que te espanta.

¿De que te aprovecha la preocupación de lo que va a suceder sino para acumular una tristeza encima de la otra? A cada día le basta su afán (Mt. 6, 34). Es inútil y sin provecho inquietarse o alegrarse de algo que ha de acontecer y que quizá nunca ocurrirá. Es propio de la naturaleza humana ilusionarse con tales fantasías y señal de pequeñez de alma dejarse llevar tan fácilmente por las mentiras del enemigo.

El demonio no mira si engaña o ilusiona con lo verdadero o falso, o si triunfa con el amor presente o con el temor de lo futuro.

No se perturbe tu corazón, ni se acobarde (Jn. 14, 27) Cree en mi y ten confianza en mi misericordia. Cuando juzgas que estás apartado de mi con frecuencia yo estoy más cerca. Cuando crees que casi todo está perdido, entonces es cuando muchas veces puedes ganar mayores méritos.

No está todo malogrado cuando sobreviene alguna contrariedad. No debes emitir juicios según el sentimiento humano, ni aplastarte por cualquier dificultad, venga de donde venga y recibirle como si no hubiera ninguna esperanza de remedio. No te consideres totalmente abandonado si te he enviado alguna vez tribulaciones o privado de un consuelo deseado, porque de esta forma se camina hacia el reino de los cielos.

Sin duda es más útil a ti y a los demás servidores míos ser ejercitados en las contrariedades que tenerlo todo según el propio gusto.

Yo penetro los pensamientos ocultos y se que es muy conveniente para tu salvación que, de tiempo en tiempo, te deje privado de consuelos para que no te ensoberbezcas en los acontecimientos prósperos y quieres complacerte de algo que no eres. Lo que te día, te lo puedo quitar y restituir cuando yo quiera.

Lo que te doy, cuando te lo doy, es mío. Cuando te lo quito, nada quito de lo tuyo, ya que mío es todo don excelente que viene de lo alto, mía es toda donación perfecta. (Sant. 1, 17)

Que el Señor los colme de bendiciones!

Claudio C.



La Imitación de Cristo, Tomás de Kempis


26 de julio de 2010

Pedir la ayuda de Dios con fe en recuperar la gracia


¡Paz y bien para todos!

Hijo, yo soy el Señor que consuela en el día de la tribulación (Nahúm 1, 7). Ven a mi cuando algo te va mal. Lo que más impide el consuelo celestial es que recurres demasiado tarde a la oración. ¿Por qué antes de dirigirte a mi a través de la oración, buscas muchos consuelos y te recreas en cosas exteriores? De aquí proviene que todo se aprovecha poco hasta que te des cuenta que yo soy el que libro a los que esperan en mi, ya que, fuera de mi, no hay ayuda eficáz, ni consejo útil, ni remedio duradero.

Una vez que hayas recuperado el aliento después de la tempestad, recobra las energías a la luz de mis misericordias, porque, dice el Señor, estoy tan cerca para restablecer todas las cosas como eran antes no solo en su integridad, sino en medida más abundante y completa.

Que el Señor los colme de bendiciones!

Claudio C.


La Imitación de Cristo, Tomás de Kempis



25 de julio de 2010

¿Es que Dios no oye?

¡Paz y bien para todos!

Domingo 17 del ciclo "C" - Evangelio según San Lucas (11, 1-13)

Un día, Jesús estaba orando y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: "Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos". Entonces Jesús les dijo: "Cuando oren, digan: 'Padre, santificado sea tu nombre, venga tu Reino, danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas, puesto que también nosotros perdonamos a todo aquel que nos ofende, y no nos dejes caer en tentación'". También les dijo: "Supongan que alguno de ustedes tiene un amigo que viene a medianoche a decirles: 'Préstame, por favor, tres panes, pues un amigo mío ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle'. Pero él le responde desde dentro: 'No me molestes. No puedo levantarme a dártelos, porque la puerta ya está cerrada y mis hijos y yo estamos acostados'. Si el otro sigue tocando, Yo les aseguro que, aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo, por su molesta insistencia, sí se levantara y le dará cuanto necesite. Así también les digo a ustedes: Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, toquen y se les abrirá. Porque quien pide, recibe; quien busca, encuentra, y al que toca, se le abre, ¿Habrá entre ustedes algún padre que, cuando su hijo le pida pan, le dé una piedra? ¿O cuando le pida pescado le dé una víbora? ¿O cuando le pida huevo, le dé un alacrán? Pues, si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más el Padre Celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan?".

“Pidan y se les dará”, nos recomienda Jesucristo en el Evangelio” Pero ¿significa esto que se nos dará todo lo que pidamos a Dios? Realmente no. Sucede que tendemos a fijarnos solamente en la frase del comienzo: “Pidan y se les dará”, y como que pasamos por alto lo que nos dice Jesús al final, con lo cual perdemos el verdadero sentido de la oración de petición.

Este texto viene narrado por San Mateo y San Lucas. Fijémonos cómo concluye Mateo esta recomendación del Señor: “... el Padre Celestial, Padre de ustedes, dará cosas buenas a los que se las pidan” (Mt.7, 11). Y San Lucas: “... el Padre del Cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan” (Lc. 11, 13).

En efecto, sucede que son muchas las veces que pedimos cosas que no nos convienen y que no coinciden con lo que Dios, nuestro Padre, desea para nosotros sus hijos. “Piden y no reciben, porque piden mal (St. 4, 2)”, nos dice el Apóstol Santiago. Y San Pablo también insiste en esta idea: “Nosotros no sabemos pedir como conviene” (Rm. 8, 26).

Sucede que también tendemos a pasar por alto las palabras tan importantes del Padre Nuestro, oración que Jesús nos enseña justamente antes de decirnos “Pidan y se les dará”. El Señor nos enseña a rezar así: “Hágase tu Voluntad así en la tierra como en el Cielo”. Es por ello que el Catecismo de la Iglesia Católica nos dice que es necesario orar para poder conocer la Voluntad de Dios (CIC #2736); es decir, para poder pedir lo que está conforme a los planes de Dios, para poder pedir esas “cosas buenas”, a las que se refiere San Mateo, para poder recibir esas gracias de santificación a las que se refiere San Lucas cuando dice que el Señor “dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan”.

Por eso el Apóstol San Juan refiriéndose al mismo tema de la oración de petición escribe así: “Estamos plenamente seguros: si le pedimos algo conforme a su Voluntad, El nos escuchará” (1 Jn. 5,9). Nuestra oración de petición debe siempre estar sujeta a la Voluntad de Dios, como rezamos en el Padre Nuestro y como rezaba Jesucristo: “No se haga mi voluntad sino la tuya, Padre” (Lc. 22, 42 - Mc. 14, 26).

Realmente, la Voluntad de Dios se conoce a través de la misma oración. Por eso es importante establecer ese diálogo con el Señor, en el que tratamos de descubrir el misterio de su Voluntad. Cualquiera que sea el tipo o la modalidad de oración que usemos, si es un diálogo sincero de comunicación con Dios, en el cual buscamos conocer sus deseos y sus planes, para amarlo y para complacerlo, Dios nos va dando esas cosas buenas que El, como Padre infinitamente bueno que es, desea darnos para nuestro bien.

Dios a veces “parece” que no respondiera nuestras oraciones, pues -como Padre infinitamente Sabio y Bueno que es- nos da lo que realmente necesitamos y no lo que creemos necesitar. No nos da lo que le pedimos, sino lo que nos conviene. Y no nos da lo que le pedimos, porque nuestra petición la mayoría de las veces no coincide con su Voluntad.

Y su Voluntad va siempre dirigida hacia el mayor bien para cada uno de nosotros sus hijos. Y nuestro mayor bien es nuestra salvación eterna.

No nos equivoquemos: Dios siempre responde nuestra oración, pero no siempre en la forma como nosotros deseamos. No creamos, sin embargo, que no se cumplan nuestros deseos porque Dios no nos oye: nuestra oración siempre es escuchada por Dios.

Dios no siempre nos da lo que queremos, pero siempre nos da lo que necesitamos.

Que el Señor los colme de bendiciones!

Claudio C.


24 de julio de 2010

El reflejo de la luz eterna


¡Paz y bien a todos!

La Sabiduría es una figura de Cristo. Yo no sabía que los antiguos cristianos llegaron a considerar a la Sabiduría como una figura de su madre: María, ya que -claro es- más que cualquier creatura estuvo presente en los planes de Dios desde el principio y merece ser llamada "Templo de la Sabiduría" por haberse unido de una manera íntima a su Hijo, Sabiduría de Dios.

Yo conocí lo que se ve y lo que está oculto, porque la Sabiduría lo hizo todo y me lo enseñó.

En ella hay un espíritu inteligente, santo, único, múltiple, delicado, móvil, distinto, claro, puro y que no se corrompe, amante del bien, agudo, irrefrenable, bienhechor, amigo del hombre, firme, seguro, sereno, que puede hacer todo y observa todo.

Ella penetra en todos los espíritus: los inteligentes, los puros y los delicados. La Sabiduría supera en movilidad a cualquier cosa que se mueva, todo lo atraviesa y lo penetra, gracias a su pureza.

Ella es un derrame del poder de Dios, una emanación pura de la Gloria del Todopoderoso, en la cual no penetra ninguna cosa manchada. Es un reflejo de la luz eterna, un espejo limpio de la actividad de Dios, una imagen de su perfecta bondad.

Siendo única lo puede todo, sin salir de si misma lo renueva todo, viene de las almas santas a lo largo de los tiempos y hace de ellas amigos de Dios y profetas, porque Dios ama solamente a los que viven con la sabiduría.

Es ella, en efecto, más bella que el sol, más hermosa que el cielo estrellado. Ella es más luz que la luz, porque la luz se deja vencer por la noche, pero contra la sabiduría el mal no puede prevalecer. (Sabiduría 7, 21-29)

¡Que el Señor los colme de bendiciones!

Claudio C.



23 de julio de 2010

Oración a la Virgen María de la Sonrisa


Oh María, Madre de Dios y Madre Mía!
Escucha el rezo de mi corazón.
Vine aquí, a tu santuario de Canneto para pedirte un regalo:
¡la alegría de tu sonrisa!

- Una sonrisa de gracia que mi libre siempre del pecado y de todo mal.

- Una sonrisa de luz que ilumine mi mente y cuide en mi
y en mi familia el inestimable don de la fe.

- Una sonrisa de amor que difunda en el corazón la paz
y me libere de toda envidia, maldad y egoísmo.

- Un sonrisa de esperanza que me salve de la desesperación,
me conforte con el corazón y me sujete en las pruebas de la vida
con la seguridad del Paraíso.

¡Oh Madre mía! ¡Concédeme tu sonrisa
para que pueda donarlo a todos siempre y en todo lugar!

¡Concede que mi presencia lleve a todos gracia y consolación!

A la hora de la muerte ven Madre mía,
para recogerme con tu sonrisa y llevarme contigo al Paraíso.

***

Breve historia de la Devoción a la Virgen de la Sonrisa

Al morir la madre de Teresita, su hermana Paulina fue por elección de la propia Santa su segunda mamá. Pocos años después en 1882, Paulina entra en el Carmelo para convertirse en la Madre Inés de Jesús. Esta partida Teresa la vive como un abandono y desde diciembre de ese año la niña cae con frecuencia enferma. La tarde de Pascua es atacada con temblores nerviosos que durarán seis semanas.

Al vivir durante seis meses con la angustia de estar abandonada por su segunda madre, cae en un comportamiento regresivo, deseando ser "mimada como un bebé". Toda la familia se moviliza para obtener del cielo la curación de Teresa. Se hace celebrar un novenario de misas en el santuario parisiense de Nuestra Señora de las Victorias.

El 13 de mayo de 1883, en fiesta de Pentecostés, Teresa se vuelve hacia la imagen que se encuentra al lado de su cama.

"De repente la Santísima Virgen me pareció bella, tan bella que nunca había visto cosa tan hermosa, su rostro respiraba una bondad y una ternura inefables, pero lo que llegó hasta el fondo de mi alma fue la arrebatadora sonrisa de la Santísima Virgen. En aquel momento todas mis penas se disiparon. Dos gruesas lágrimas brotaron de mis párpados y se deslizaron silenciosamente por mis mejillas, pero eran lágrimas de pura alegría...¡La Santísima Virgen, pensé, me ha sonreído!"

Teresa está curada...

¡Que el Señor los colme de bendiciones!

Cuidalo C.


PD. La imagen de la Santísima María Di Canneto a que hace referencia la oración, es venerada en la Parroquia Asunción de la Santísima Virgen en la ciudad de La Tablada, Diócesis de San Justo, Buenos Aires, Argentina.



22 de julio de 2010

Concédeme, Señor, la humildad de la hemorroisa


¡Paz y bien a todos!

Si todas las enseñanzas del Señor son hermosas y sublimes, a mi particularmente siempre me ha llamado la atención de una manera preferencial, la de la "hemorroisa" del evangelista San Lucas que dice textualmente:

"En ese momento, una mujer que padecía hemorragias desde hacía doce años se acercó por detrás. Había gastado en manos de los médicos todo lo que tenía y nadie la había podido mejorar. Tocó el fleco de la capa de Jesús y en el mismo instante se detuvo el derrame de sangre. Jesús preguntó: Quien me ha tocado? Como todos decían Yo no, Pedro expresó: Maestro, es la multitud la que aprieta y te oprime. Jesús replicó Alguien me tocó; yo sentí que una fuerza salía de mi.

Al verse descubierta, la mujer se presentó muy temerosa y echándose a los pies, contó delante de todo el mundo por que razón ella lo había tocado y cómo había quedado instantáneamente sana. El le dijo: Hija, tu fe te ha salvado, vete en paz. (Lc. 8, 43-48)

¡Que hermoso relato y cuanta emoción produce su lectura! Allí, como vemos Jesús menciona expresamente la fe que tuvo la hemorroisa al venir a tocar su manto; pero, sabemos -por propia experiencia- que toda vez que actuamos impulsados por esa gracia, estamos reconociendo la grandeza de Dios y, por lo tanto, al mismo tiempo, nos estamos humillando, al sabernos necesitados de él.

No lo dice el evangelio, pero cuanta habría sido la soberbia y vanidad que ese día esta mujer debió dejar de lado, para vencer su propia insuficiencia y acercarse al Señor y tocarlo con el corazón humilde y arrepentido. Por eso este relato, vale como fundamento para reflexionar sobre la virtud de la humildad.

En el libro del Eclesiástico, leemos Cuanto fueres mas grande, tanto más debes humillarte en todas las cosas (Sir 3, 18). El gran y santo Pontífice Pío V, era eminentemente humilde y decía: Cuando no era más que un simple religioso, tenía gran confianza de salvar mi alma; siendo Cardenal, temblaba; y ahora que soy Papa, casi desespero de lograrlo. Dios siempre es honrado en los humildes, dice el sabio. La humildad es el nudo sagrado que nos une a Dios por medio de su misión incondicional, por eso son agradables al Señor. Dios gusta servirse de los humildes para realizar sus grandes cosas, porque todos le atribuyen todo el honor y toda la gloria de sus aciertos.

Las personas humildes no se resisten jamás a los impulsos de la gracia, no ponen impedimento alguno a los designios de Dios sobre su persona y sus obras; de forma que Dios se sirve de ellos sin temor a ninguna oposición. Dice San Agustín: La lluvia de la gracia cae sobre los humildes como corren las aguas en los valles. El hombre humilde, merece ser guiado por la luz de lo alto, pues la luz de Dios, es el premio a la humildad.

Con su prudencia el hombre humilde siembra por todas partes paz; sabe conciliar la disensiones, calmar los espíritus irritados y prevenidos, dulcificar los corazones amargados y hacer reinar en torno suyo la caridad y la concordia. La humildad, capacita al que la posee para realizar grandes cosas, pues cuanto más desconfía de si el humilde, más cifra en Dios su confianza. Toda la fortaleza radica en la humildad: ese es su manatial, puesto que todo orgullo es débil dice San Agustín. El alma humilde jamás se desanima en las dificultades, pues sabe muy bien y repite con San Pablo: Todo lo puedo en Aquel que me conforta (Flp 4, 13)

Dios siempre está con los humildes; su luz los ilumina y los dirige; su gracia los sostiene, los fortalece y acompaña por todas partes. Yo iré delante de tí y humillaré a los grandes de la tierra, nos dice por el profeta Isaías. Y el Señor nos dijo: ...Aprendan de mí, que soy manso y humilde corazón (Mt 11, 29).

La humildad no solo agrada a los hombres, sino sobre todo a Dios. La humildad es como una balanza, que cuanto más baja uno de los platillos, tanto más se eleva el otro, dice el santo cura de Ars. Con la humildad sucede lo que con un perfume exquisito, que cuanto más se procura esconder, tanto más se da a conocer el buen olor que difunde.

¡Que el Señor los colme de bendiciones!

Cuidalo C.


Textos adaptados del Hermano Emilio Garione, 1ª parte

21 de julio de 2010

Convivencias con Dios: crecimiento espiritual

¡Paz y bien a todos!

El sábado 17 terminó el retiro con la vida de Cristo; el primer capítulo de las Convivencias con Dios; en esta magnífica posibilidad de vivir con Jesús durante siete días intensos, fuimos a servir a los doce hermanos conviventes y servidores, desde la cocina, cumpliendo la voluntad del Señor.

CONVIVENTES Y EQUIPO DE SERVIDORES
Carina (Servidora), María Julia, Silvia, Myriam, Padre Adolfo osm (Sacerdote Asesor)
Laura, Dione, Angélica, Noelia, María de los Angeles, Marisa, Juan de Dios (Servidor), Margarita (Servidora)
Martina, Nora, Silvia (Servidora), Víctor (Coordinador Equipo de Servidores)
María José y Pablo

Y en la reflexión de esta experiencia, tomé la Palabra de Dios, como marco, para comprender el camino en el crecimiento espiritual:

"Todavía estaba hablando a la multitud, cuando su madre y sus hermanos, que estaban afuera, trataban de hablar con él. Alguien le dijo: "Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren hablarte". Jesús le respondió: "¿Quién es mí madre y quiénes son mis hermanos?". Y señalando con la mano a sus discípulos, agregó: "Estos son mi madre y mis hermanos. Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre". (Mt. 12, 46-50)

Y cumplir la voluntad de Cristo es adentrarnos en su intimidad; es crecer espiritualmente y en la vida de la fe. Crecer en Cristo Jesús es permitir que su vida impregne todas las áreas de nuestra vida humana. Crecer en Cristo es procurar conocer primero a Dios Padre quien nos revelará quien es su Hijo Jesucristo, su enviado al mundo para que fuera camino, verdad y vida para rosos los cristianos. Para que haya crecimiento es imprescindible tener vida, conocimiento de Dios y haber vivido una experiencia del mismo. Para eso es indispensable primeramente una renovación adulta y responsable de nuestro bautismo.

Este crecimiento en Cristo tiene una meta: "que Cristo habite en nosotros por la fe y así podamos comprender con todos los santos cual es la anchura y la longitud, la altura y la profunidad del amor de Cristo" (Ef. 3, 17-19). Recordemos que el crecimiento espiritual tiene su origen en el mismo Dios, por consiguiente, es una gracia suya que se nos da en el santo bautismo.

Hay ciertos signos que nos permiten constatar el crecimiento de una persona, y se ve cuando hay madurez en Cristo; cuando se ha afinado la conciencia cristiana; cuando hay discernimiento del bien y del mal; cuando las relaciones con la Santísima Trinidad son cada vez más claras y continuas; cuando la práctica de la bienaventuranzas van apareciendo en todos los actos de nuestra vida; cuando se enfrentan los problemas de la vida en paz, serenidad y dominio de si mismo.

Debemos aprender a permanecer en el amor de Cristo creyendo en su palabra. Crecer en Cristo significa por consiguiente tener una comunicación con su vida, con su Espíritu, con el conocimiento de su Padre, es procurar tener los mismos sentimientos que El tuvo, los mismos intereses, los mismos criterios, es dejar que la vida de Cristo penetre y empape la nuestra de tal manera que podamos decir: "Vivo, mas no yo, es Cristo quien vive en mí" (Ga 2, 20)

Entonces, crecer en Cristo Jesús, será no vivir nunca para si; no ser servido, sino servir a los demás; saber dar la vida por los otros, procurar instaurar en el mundo actual el Reino de Dios; hacer la voluntad de su Padre y darle gloria; manifestar en nosotros los frutos del Espíritu que son: amor, alegría, paz, fortaleza, amabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y equilibrio.

"Yo por mi parte era como un canal salido de un río, como un arroyo que se pierde en un jardín del Paraíso. Yo pensé "voy a regar mi huerta, voy a regar mis flores". Pero mi canal se convirtió en río y el río en mar. Entonces dije "Haré brillar como la aurora la instrucción, llevaré a lo lejos su luz. Derramaré la instrucción como una profecía y la dejaré a las generaciones venideras" (Eclo/Sir 24, 30-33)

EQUIPO AUXILIAR DE COCINA
Claudio, Aldo, Lidia, Tita y Jane


Cuidalo C.

¡Que el Señor los colme de bendiciones!

19 de julio de 2010

Oración para pedir la luz del entendimiento

¡Paz y bien!

¡Oh buen Jesús! Iluminame con la claridad de la luz interior y arroja del fondo de mi alma todas las tinieblas; reprime las muchas distracciones y aplasta las tentaciones que me hacen violencia. Lucha fuertemente por mi y aleja las bestias feroces, que son los deseos torcidos, para que por tu intercesión descienda la paz (Sal. 121, 7) y resuene copiosas tus alabanzas en la santa morada, es decir, en la conciencia pura. Manda a los vientos y a las tormentas. Di al mar, cálmate, y al viento: no soples, y habrá bonanza (Mt. 8, 26)

Envía la luz y tu verdad (Sal 42,3 ) para que alumbren la tierra: porque yo también soy tierra vacía y estéril si tu no me iluminas. Derrama desde lo alto tu gracia, riega mi corazón con tu rocío celestial, envíame las aguas de la piedad para humedecer la superficie de la tierra a fin de que produzca frutos buenos y perfectos. Levanta mi ánimo oprimido por el peso de los pecados y haz que todas mis aspiraciones se dirijan a las cosas del cielo, para que, una vez que haya probado la suavidad de la felicidad espiritual, me cause pena pensar en la terrenal.

Aléjame y libérame de la efímera consolación de las criaturas porque ninguna cosa creada puede satisfacer y aquietar plenamente mis anhelos. Uneme a ti con vínculo indisoluble de la caridad, porque tú solo bastas al que te ama y sin tí todas las cosas no valen nada.

Que el Señor los colme de bendiciones!

Cuidalo C.



Tomás de Kempis, La Imitación de Cristo

18 de julio de 2010

Acoger al hermano

¡Paz y bien para todos!
Mientras iban caminando, Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa. Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra. Marta, que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús: "Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude". Pero el Señor le respondió: "Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas, y sin embargo, pocas cosas, o más bien, una sola es necesaria. María eligió la mejor parte, que no le será quitada". (Evangelio según San Lucas 10, 38-42).
Vivimos en un mundo nada hospitalario, en el que cualquier motivo nos parece bueno para levantar barreras entre nosotros.Estamos dispuestos a colaborar con los demás con cualquiera cosa, incluso con dinero; menos con lo principal: la atención personal, la compañía, la hospitalidad.

El Evangelio de hoy nos presenta a Jesús que es bien recibido por Marta y María en una aldea. Jesús es recibido con cariño, y se le atiende y se le escucha. Es recibido como una persona humana querida.

En nuestra sociedad en la que todo se compra y se vende y todo tiene un precio, nos parece extraño encontrar personas que saben acoger, recibir a otros sin esperar nada a cambio. Nos parece que la hospitalidad es una virtud fuera de servicio, pasada de moda.

Sin embargo, todos necesitamos ser acogidos y todos debemos acoger con cariño a los demás. La hospitalidad cristiana es algo más que acoger a alguien. Es acoger a un hermano reconociendo en él, al mismo Jesús. Acoger al hermano es compartir con él, compartir el pan, el cariño y la palabra. Nos lo acaba de decir la primera lectura:

“Lo primero para vivir es agua, pan y vestido .. y un techo para cobijarse … El rico se afana por juntar riquezas, sin disfrutar nunca de una buena amistad”.

Lo hemos escuchado mil veces, pero aún no acabamos de entender este modo de ver la vida que nos ha sido transmitido con gran sabiduría, desde los tiempos más antiguos. Lo importante es la vida sencilla, la amistad, el compañerismo, la hospitalidad. El tender los brazos hacia los demás, el abrir las manos a todos es lo que nos hace ser felices. También, desde luego, el saber aceptar la invitación de los demás, el dejarnos acoger, el aceptar el cariño, la ayuda y la hospitalidad de los otros.

¡Cuántas veces vivimos tristes, solos y amargados por no saber repartir y compartir lo poco que tenemos! ¡Cuántas veces estamos tristes, solos y amargados, por no querer aceptar lo poco que nos ofrecen los demás con cariño!

La enseñanza es clara: Si queremos vivir felices, ya conocemos el camino.

- No debemos encerramos dentro de nosotros mismos y con nuestras cosas.

- Debemos salir hacia los demás.

- Debemos acoger y compartir con el necesitado.

- Debemos dejarnos acoger por el que nos da cariño, su vida y todo.

Si queremos ser felices, debemos compartir nuestras vidas, nuestro cariño y nuestras cosas.

Que el Señor los colme de bendiciones!

12 de julio de 2010

Ausente con aviso

¡Paz y bien para todos!

Desde hoy y hasta el próximo domingo estaremos ausentes, pues vamos a servir al Señor, en la Convivencia con Cristo que se hace en un pueblo cerca de nuestra casa; lo haremos desde el lugar más humilde durante siete días, para la Gloria de Dios.

Hasta entonces y que Dios los bendiga!

Cuidalo C.

11 de julio de 2010

¡Mirar para otro lado..!

¡Paz y bien!
Y entonces, un doctor de la Ley se levantó y le preguntó para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la Vida eterna?". Jesús le preguntó a su vez: "¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?". El le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo". "Has respondido exactamente, le dijo Jesús; obra así y alcanzarás la vida". Pero el doctor de la Ley, para justificar su intervención, le hizo esta pregunta: "¿Y quién es mi prójimo?". Jesús volvió a tomar la palabra y le respondió: "Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos ladrones, que lo despojaron de todo, lo hirieron y se fueron, dejándolo medio muerto. Casualmente bajaba por el mismo camino un sacerdote: lo vio y siguió de largo. También pasó por allí un levita: lo vio y siguió su camino. Pero un samaritano que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se conmovió. Entonces se acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino; después lo puso sobre su propia montura, lo condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo. Al día siguiente, sacó dos denarios y se los dio al dueño del albergue, diciéndole: 'Cuídalo, y lo que gastes de más, te lo pagaré al volver'. ¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?". "El que tuvo compasión de él", le respondió el doctor. Y Jesús le dijo: "Ve, y procede tú de la misma manera". (Evangelio según San Lucas 10,25-37).
Hay cosas que uno creía olvidadas y que de cuando en vez vuelven a la memoria. Por ejemplo, recuerdo que, cuando era niño, era bastante frecuente escuchar que a los niños se les decía: “no mires, mira al otro lado”. Esto, cuando no se quería que el niño viese algo inconveniente.

Pero ahora me doy cuenta de que hemos aprendido muy bien la lección. Porque, ¡vaya si hemos aprendido a mirar “para otro lado”!

Cuando vemos los niños de la calle que nos piden para un pan, nosotros miramos para otro lado.

Cuando vemos esa basura de nuestras calles, nosotros miramos para otro lado.

Cuando vemos a alguien necesitado, nosotros miramos para otro lado.

Cuando vemos que los hijos nos quieren hablar de algo, nosotros miramos para otro lado.

Cuando la esposa quiere compartir algún problema, nosotros miramos para otro lado.

Cuando alguien nos quiere pedir algún servicio, nosotros miramos para otro lado.

Cuando vemos a ese anciano que necesita que alguien le escuche, nosotros miramos para otro lado.

Cuando hay que dar cara por la verdad, nosotros miramos para otro lado.

Cuando hay que defender la justicia, nosotros miramos para otro lado.

Cuando es preciso defender al ausente porque están rajando de él, nosotros miramos para otro lado.

Cuando los hijos comienzan a salirse del camino, nosotros miramos para otro lado.

Cuando la familia se está destruyendo, nosotros miramos para otro lado.

Cuando la sociedad se está hundiendo en la cultura de la vulgaridad, nosotros miramos para otro lado.

Incluso cuando Dios comienza a hablarnos al corazón, nosotros preferimos mirar para otro lado.

Porque eso de “mirar para otro lado” es una manera muy diplomática de no comprometerse con nada. Quedar bien porque nosotros no hemos visto nada. Y tener suficientes razones para que nadie nos fastidie.

Lo que todavía no me explico es cómo todos seguimos teniendo una cara que mira de frente y no para un lado.

Todavía no me explico cómo tenemos dos ojos que miran de frente y no para un lado.

Como tampoco logro explicarme cómo es que caminamos de frente y no como los borrachos para un lado.

Mirar la realidad “mirando para otro lado”, puede ser algo muy sencillo para desentendernos de las cosas. Pero que así no se soluciona nada, también es cierto.

Además, ¿no sería mucho más noble mirar las cosas de frente, como son, aunque luego nos desentendiésemos de ellas?

El sacerdote y el levita de la parábola no sólo “miraron al otro lado”, estos fueron más listos. Dieron un rodeo, así ni necesitaban correr el peligro de quedarse bizcos. Quien mira “al otro lado” siempre le queda la curiosidad. Pero cuando das un rodeo no te enteras de nada. Claro que quien “da un rodeo” es porque algo ya vio. Pero ni siquiera sintieron la curiosidad de ¿qué había pasado?

Tú te imaginas a Jesús “mirando al otro lado” o “dando un rodeo”:

Cuando se le cruza un ciego en su camino.

Cuando se encuentra con un leproso que le grita desde la acera.

Cuando le ponen por delante a un paralítico.

Cuando pasa delante de Mateo sentado a la mesa de los impuestos.

Cuando pasa delante de los pescadores en el lago.

¡Claro que miró al otro lado!

Miró al lado donde estaban los hombres.

Miró al lado donde estaba el enfermo.

Miró al lado donde estaba el publicano.

Miró al lado donde estaban la barca y las redes y los pescadores.

Lo más fácil sería seguir adelante, “mirando al otro lado”:

No perdiendo el tiempo con los demás.

No perdiendo el tiempo en su camino.

No distrayéndose de sus preocupaciones.

Pero, para Jesús, el hombre que tiene en su camino:

Es más importante que el tiempo que se cree perder con él.

Cuando se trata del hombre Dios tiene todo el tiempo.

Porque el hombre es más importante que todas las prisas de llegar.

Jesús critica severamente a quien por vivir abstraído en sus obligaciones para con Dios pasa de largo de cuantos le necesitan.

Nuestra experiencia humana es muy sabia. Se nos quedan grabadas personas que no son «un prodigio de nada», pero que son bondadosas, serviciales… Hay gente «prodigio» que no nos dice nada. Sin embargo, siempre nos dicen algo las gentes de bondad, los dispuestos a prestar un servicio, los que tienen una palabra amiga, los que van con el corazón en la mano y lo reparten, los que cuando necesitas algo y piensas a quién le puedes pedir que te eche una mano no dudas en ir a ellos ¡y no te equivocas!

Jesús nos recuerda hoy que no hay verdadero amor a Dios si no atendemos al hermano.

La parábola es tan clara que no necesita que le demos muchas vueltas. Lo único importante es el final: «Anda, haz tú lo mismo».

Que el Señor los colme de bendiciones!

10 de julio de 2010

Cuatro cosas que producen mucha paz


¡Paz y bien!
- Hijo, ahora te indicaré el camino que lleva a la paz y a la verdadera libertad.

- Haz, Señor, lo que dices y tendrá sumo placer en oírte...

- Esfuérzate, hijo mío, en cumplir antes la voluntad de otros que la tuya. Elige siempre tener menos que más. Busca siempre el lugar más bajo estar sometido a todos. Procura siempre y pide que se cumpla íntegramente en ti, la voluntad de Dios. Un hombre que haga eso ya ha entrado en el reino de la paz y la tranquilidad.

- Señor estas pocas palabras tuyas contienen una doctrina de mucha perfección, son breves en decirse pero ricas en significado y frutos abundantes. Si yo las pudiera guardar fielmente, la turbación no entraría en mi fácilmente. Porque todas las veces que mi siento inquieto y apesadumbrado, reconozco que fue por haberme apartado de esta doctrina. Pero tú, que todo lo puedes y siempre deseas el progreso de mi alma, otórgame gracias más abundantes para que pueda cumplir tu enseñanza y hacer lo que conviene para mi salvación.
Que el Señor, los colme de bendiciones!



Fuente: La Imitación de Cristo, reflexión del 10/07

9 de julio de 2010

El deseo de cumplir tu voluntad

¡Paz y bien!

Les había compartido en la reflexión sobre la necesidad de reconocer los múltiples beneficios de Dios, ya terminando el artículo que "Por un lado, el que más recibe no puede gloriarse de su merecimiento ni juzgarse más digno que los demás, ni insultar a los inferiores, porque el mayor y el mejor es aquel que menos se atribuye a sí y manifiesta más humildad y devoción para agradecer. Por el otro, el que se considera más indigno de todos y se juzga el más despreciable, es el más apto para recibir dones mayores".

Pues bien, el que recibe menos no debe apenarse, ni irritarse, ni profesarle envidia al más rico, antes de levantar los ojos hacia tí y ensalzar sobremanera tu bondad porque tu, sin distinción de personas (Pe 1, 17) repartes tus beneficios con tanta abundancia y liberalidad. Todo procede de tí y, por eso, en todo debes ser alabado. Tu sabes lo que más conviene dar a cada uno. Y la razón de que uno tenga más y otro menos, no nos pertenece a nosotros juzgarla, sino a tí, que conoces claramente los méritos de todos.

Por eso Señor Dios, hasta considero un gran mérito no poseer muchas de esas cosas por las cuales los hombres pueden honrarme y alabarme. Por lo tanto, cualquiera que mire a su pobreza y a la vileza de su persona, no debe concebir un sentimiento de congoja, de tristeza o de abatimiento, sino de consuelo y de gran serenidad, porque tú Señor, a los pobres y a los despreciados por el mundo, los has escogido como tu más íntimos amigos.

Testigos son tus mismos apóstoles a quien constituiste prínicipes sobre toda la tierra (Sal. 44, 17). Y sin embargo pasaron por este mundo sin emitir quejas y fueron tan humildes y sencillos , tan simples e inocentes, que se alegraban por haber sido dignos de ser ultrajados en tu nombre (He. 5, 41) y abrazaban con gran afecto lo que los hombres detestaban.

Para el que te ama y precia tus dones nada le debe ser tan agradable como el cumplir en si mismo tu voluntad y lo que dispone tu divino beneplácito. Lo cual se ha de consolar de tal forma que desee de corazón ser el menor de todos como otro desearía ser el mayor, y tan tranquilo y contento ha de estar en el último lugar como si se ocupara del primero. Debe, además, aceptar voluntariamente ser menospreciado y desechado, sin gloria ni honra, como ser ensalzado por encima de todos y considerado el más digno de los hombres.

El deseo de cumplir tu voluntad y el amor de tu gloria deben superar cualquier aspiración y una persona se ha de consolar y contentar más con esto que con todos los beneficios recibidos o por recibir.

¡Que el Señor los colme de bendiciones!

Cuidalo C.

Fuente: La Imitación de Cristo

8 de julio de 2010

Reflexiones sobre el Padre Nuestro


¡Paz y bien!

Hace unos días reflexionaba sobre el modo, la manera de rezar el Padre Nuestro; pensaba en la transformación de la calidad de esta sublime oración con solo rezarlo en primera persona, es decir, partiendo del yo y las modificaciones en mis estructuras humanas. Experimentar el hacerme cargo de las pertenencias y los compromisos en los caminos de Dios.

Lo que rezaba aquella noche en misa y confieso que desde entonces lo hago siempre es así
Padre, tu que estás en los cielos
Santo es tu nombre
Venga a mi tu Reino

Que se haga tu voluntad, en la tierra y en el cielo
Concédeme el pan de este día,

Perdona mis ofensas

Como yo también perdono a los que me ofenden

No me dejes caer en tentación
Y líbrame del mal.
Comprendí también -¡después de tantos años! sopesando cada palabra que, por este Padre Nuestro:

1 - Reconozco la paternidad, su santidad y su divinidad. En el libro del Exodo dice Dios: No te acerques más. Sácate tus sandalias porque el lugar que pisas es tierra sagrada. (Ex 3, 5) También lo dice Pablo en la carta a los Tesalonicenses; el Levítico "... y sean Santos porque Yo Soy Santo". (Lev. 11, 44)

2 - Acepto la voluntad de Dios porque es buena, perfecta y agradable. En la carta a los Romanos, capítulo 12, versículo 2 dice la Biblia: No sigan la corriente del mundo en que vivimos, más bien transfórmense por la renovación de su mente. Así sabrán ver cual es la voluntad de Dios, lo que es bueno, lo que le agrada, lo que es perfecto.

En una oportunidad Jesús le dice a Pedro que para ganar el favor de Dios debía hacer lo que Dios le había pedido a Miqueas ¿Con que me presentaré a mi Señor? (...) Ya se te ha dicho, hombre, lo que es bueno y lo que el Señor te exige: tan solo que practiques la justicia, que sepas amar y te portes humildemente con tu Dios. (Miq. 6, 8)

3 - Pido el pan diario que me alimenta sometiéndome a su divina providencia, tal como dijo Jesús a sus discípulos No se preocupen por la vida, pensando ¿que vamos a comer? No se inquieten por el cuerpo ¿con que nos vamos a vestir? Porque la vida es más que el alimento y el cuerpo más que el vestido. (...) No estén siempre pendientes de lo que comerán o beberán; no se atormenten. Los que viven para el presente mundo se preicupan por todas estas cosas. Ustedes en cambio, piensen que su Padre sabe lo que necesitan. Por tanto, trabajen por su Reino y él les dará todas estas cosas por añadidura. (Lc, 12, 22 - 31)

4 - Imploro perdón por las faltas, por los errores, que uno a lo largo del día, a lo largo de la vida comete en el pleno ejercicio de las libertades que Dios nos dá, Desde el abismo clamo a ti, Señor, escucha mi clamor, que tus oídos pongan atención a mi voz suplicante. Señor, si no te olvidas de las faltas, ¿quién podrá subsistir? Mas el perdón se encuentra junto a tí, por eso te veneran. Espero en el Señor, mi alma espera y confía en su palabra, mi alma aguarda en el Señor mucho más que a la aurora el centinela. Como aguarda a la aurora el centinela, así Israel espera en el Señor, porque el Señor tiene misericordia y hay en él abundante redención. El Señor dejará libre a Israel de todas sus maldades. (Sal. 130)

5 - Afirmo, le doy plena seguridad al Señor que yo perdoné, que estoy perdonando las agresiones, los agravios de otros hacia mi o mi familia. Perdonar al fin, es una decisión; perdonar es recordar sin dolor. Raza de víboras, ¿cómo pueden hablar cosas buenas, siendo malos? Puesto que la boca habla de lo que está lleno tu corazón. (Mt. 12, 34)

6 - Reclamo la protección del Señor, para discernir lo que es bueno, lo que es perfecto y lo que le agrada; el Señor bendice los pasos cuando le gusta el caminar de una persona. La palabra de Dios dice No reprendas antes de examinar, reflexiona primero y luego reprende. No contestes sin haber escuchado, no interrumpas al que habla. No tomes parte de un asunto que no te toca, ni te mezcles en pleitos de pecadores. (Eclo/Sir. 11, 7 - 9)

Que el Señor, los colme de bendiciones!

Cuidalo C.

7 de julio de 2010

Nos quedamos dormidos

¡Paz y bien para todos!

Para los que contamos de 40 años para arriba, nos resultará grato recordar algunos elementos que arroparon nuestra infancia comenzando por el 'rock and roll', el inolvidable Elvis Presley o los Beatles. Los hombres usaban las patillas anchas y las mujeres, los peinados con copete alto. En los países católicos era muy difícil encontrar a uno que no lo fuera, y se puede asegurar que el catolicismo era la atmósfera que oxigenaba nuestra cultura. Esto nos mal acostumbró a vivir una fe individualista, sin compromiso social ya que todo se delegaba al sacerdote, y los seglares no tenían mayor participación en la tarea de la evangelización.

El tiempo cambió, la secularización llegó y se propagó como una pandemia. Afectó el ámbito familiar, educativo, sexual, económico, político, y no supimos reaccionar a tiempo. Nos quedamos dormidos y, aún ahora, no es que hayamos despertado del todo, porque los países así llamados católicos lo son de tradición, pero hay una ignorancia religiosa grave, una falta de coherencia en la vivencia de la moral cristiana y un miedo a asumir el menor compromiso religioso.

Valiosísimos documentos siguen invernando en las bibliotecas. ¿A alguien le suena conocido el decreto 'Apostolicam actuositatem', del Vaticano II, sobre el apostolado de los seglares, o el decreto 'Ad gentes' sobre la actividad misionera de la Iglesia? Cierto que el Espíritu Santo no ha dejado de suscitar nuevos movimientos apostólicos, pero no se ve que logremos un cambio global en la forma de vivir la fe. Las sectas, la santería y los grupos pseudo-religiosos se propagan, y los católicos seguimos por los cerros de Úbeda.

Juan Pablo II fue un maestro y un modelo para la Iglesia universal; se podría decir que su programa catequético lo extendía 'Urbi e Orbi'. Nos comenzó a desperezar, pero la somnolencia, la modorra, la comodidad de saber que estamos en la verdad nos tiene aletargados. No por nada el Papa Benedicto XVI acaba de anunciar este 28 de junio la creación de un nuevo Dicasterio dedicado a la nueva evangelización de los países cristianos, hoy secularizados.

Este domingo Jesús envía a setenta y dos discípulos a predicar el evangelio, los mandó de dos en dos a los pueblos y aldeas vecinas. "Pónganse en camino". Lo dio como una indicación y lo recordó antes de su ascensión a los cielos: "Id por todo el mundo y proclamad el evangelio a toda criatura" (Mc. 16,15)

La dimensión misionera es connatural con la fe. Lo más penoso está en que la experiencia de Dios se hace en la medida en que lo transmitimos. ¿Cómo podemos creer en Cristo si jamás lo hemos comunicado? La fe se fortalece anunciándola.

Bendiciones!

6 de julio de 2010

Reconocer los multiples beneficios de Dios


¡Paz y bien!
¿Hasta cuando varones tendrán endurecido el corazón?
¿Porque aman el engaño y persiguen corriendo lo que es falso?
Sepan que con su amigo, maravillas ejecutó el Señor;
El me atiende las veces que lo invoco. (Sal 4, 4)
Abre Señor, mi corazón a tu ley y enséñame a vivir según tus mandamientos.

Concédeme conocer tu voluntad y recordar con sumo respeto y diligente reflexión tus beneficios, uno por uno y todos juntos para que pueda desde ahora darte las debidas gracias.

Se y confieso, sin embargo, que no puedo alabarte ni agradecerte dignamente por el más pequeño de tus favores. Yo soy inferior a todos los bienes que me has concedido y cuando considero tu nobleza, mi espíritu desfallece ante tanta majestad.

Todo lo que adorna nuestra alma y nuestro cuerpo, y todo lo que poseemos en lo exterior o interior, en el orden natural o sobrenatural, son beneficios tuyos y manifiestan que tu eres bondadoso, generoso y misericordioso y que de tí hemos recibido todos los bienes.

Aunque uno reciba mayores gracias y otros menos, todo es tuyo, y sin ti no se puede alcanzar cosa alguna.

Por un lado, el que más recibe no puede gloriarse de su merecimiento ni juzgarse más digno que los demás, ni insultar a los inferiores, porque el mayor y el mejor es aquel que menos se atribuye a sí y manifiesta más humildad y devoción para agradecer. Por el otro, el que se considera más indigno de todos y se juzga el más despreciable, es el más apto para recibir dones mayores.

Bendiciones!


La Imitación de Cristo, reflexión del 06/07

5 de julio de 2010

Es por tu gracia

¡Paz y bien!


Cuando nadie me ve, en la intimidad
Donde no puedo hablar más que la verdad
Donde no hay apariencias
Donde al descubierto queda mi corazón...

Allí, soy sincero
Allí, mi apariencia de piedad se va,
Allí, es tu gracia la que cuenta
Tu perdón lo que sustenta para estar de pié

Y no podría dar la cara
Si no fuera porque estoy revestido de la gracia y la justicia del Señor!
Si me vieran tal cual soy, se enterarían que es Jesús
Lo que han visto en mi, tan solo fue tu luz

Es por tu gracia y tu perdón
Que podemos ser llamados instrumentos de tu amor
Es por tu gracia y tu perdón
Mi justicia queda lejos de tu perfección.

Bendiciones!

4 de julio de 2010

"Yo los envío como corderos en medio de lobos"


¡Paz y bien!
En aquel tiempo, Jesús designó a otros setenta y dos discípulos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir, y les dijo: “La cosecha es mucha y los trabajadores pocos. Rueguen por tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos. Pónganse en camino; Yo los envío como corderos en medio de lobos. No lleven ni dinero, ni morral, ni sandalias y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Cuando entren en una casa digan: 'Que la paz reine en esta casa'. Y si allí hay gente amante de la paz, el deseo de paz de ustedes, se cumplirá; si no, no se cumplirá. Quédense en esa casa. Coman y beban de lo que tengan, porque el trabajador tiene derecho a su salario. No anden de casa en casa. En cualquier ciudad donde entren y los reciban, coman lo que les den. Curen a los enfermos que haya y díganles: “Ya se acerca a ustedes el Reino de Dios”. Pero si entran en una ciudad y no los reciben, salgan por las calles y digan: “Hasta el polvo de esta ciudad que se nos ha pegado a los pies nos lo sacudimos, en señal de protesta contra ustedes. De todos modos, sepan que el Reino de Dios está cerca”. Yo les digo que en el día del juicio, Sodoma será tratada con menos rigor que esa ciudad". Los setenta y dos discípulos regresaron llenos de alegría y le dijeron a Jesús: "Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre". El les contestó: "Vi a Satanás caer del cielo como el rayo. A ustedes les he dado poder para aplastar serpientes y escorpiones y para vencer toda la fuerza del enemigo y nada les podrá hacer daño. Pero no se alegren de que los demonios se les someten. Alégrense más bien de que sus nombres están escritos en el cielo". (Lc 10, 1-12. 17-20)
Como “corderos en medio de lobos”, mandó Jesús a los primeros discípulos, 72 en total y en parejas de dos en dos (cf. Lc. 10, 1-20). Los mandó por delante de El “a los pueblos y lugares a donde pensaba ir”. Todos fueron, todos respondieron. Y regresaron de su misión “llenos de alegría”, entusiasmados porque los demonios se les sometían al nombre de Jesús.

Y el Señor les aclara: Es cierto que les di poder “para vencer toda la fuerza del enemigo y nada les podrá hacer daño. Pero no se alegren de que los demonios se les someten. Alégrense, más bien, de que sus nombres están escritos en el Cielo”.

Así como a los 72, Jesús nos envía hoy a nosotros, a todos los que queramos seguirle. Y nos equipa. Y nos instruye. Y nos dice qué hacer y qué decir. Y debemos alegrarnos, porque nuestros nombres están escritos en el Cielo; es decir, nuestro camino de santidad está trazado.

Y ese camino de santidad que nos lleva al Cielo es claro para el cristiano: amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo. Amar a Dios sobre todas las cosas es la dimensión vertical de nuestra vocación a la santidad. Y amar al prójimo es la dimensión horizontal de la santidad. Ambas líneas forman la cruz del cristiano. No hay la una sin la otra. Y si alguna va primero es el amor a Dios ... o mejor dicho: el Amor de Dios.

Sí. Porque nadie puede amar por sí mismo, pues el amor consiste en que Dios nos ama y con ese amor con que El nos ama, le amamos a El, y ese amor de Dios en nosotros no puede sino desbordarse hacia los demás. Dicho en otras palabras: el Amor viene de Dios (cf. 1 Jn.4, 7-8 y 10). Es decir: no podemos amar por nosotros mismos, sino que Dios nos capacita para amar. Es más: es Dios Quien ama a través de nosotros.

Ahora bien, amar es servir. Amar es dar-se, que no es lo mismo que dar. Amar es dar uno de sí. Dar, sin dar-se, puede ser altruismo o mera filantropía. Pero no es el amor-caridad que viene de Dios amando en nosotros: nosotros amándole a El y El amando a través nuestro.

Amar sirviendo significa poner lo que tenemos -dinero, talento, tiempo, habilidades, capacidades, energías, posesiones, gracias, -todo, al servicio de Dios que es nuestro Dueño y Dueño de “nuestras” cosas ... porque todo nos viene de El.

Y todo eso que tenemos y que en realidad no es nuestro sino de Dios, debe ser usado -es cierto- para nuestra salvación eterna. Todo debe ser usado teniendo en cuenta nuestra vocación de santidad, teniendo en cuenta de que la tierra no es la meta y de que vamos camino al Cielo. Pero no basta sólo nuestra propia salvación, sino que todo debe estar también al servicio de Dios y de los demás. Lo que somos y tenemos debe servir también para el bienestar temporal y eterno de otros.

Todo esto está bien resumido en las llamadas “Obras de misericordia: espirituales y corporales”, obligación de todo cristiano: Dar de comer al hambriento y de beber al sediento. Dar posada al peregrino. Vestir al desnudo. Atender al enfermo. Visitar al preso. Enterrar al muerto. Enseñar al que no sabe. Dar buen consejo al que lo necesita. Corregir al equivocado. Perdonar las ofensas. Consolar al triste. Tolerar pacientemente los defectos del prójimo. Orar a Dios por vivos y difuntos.

Buen programa de acción. No para hacer todo uno solo. No para hacerlo todo a la vez. Más bien para poner a disposición todo lo que Dios nos ha dado para servir cuando se presente el momento ... sin excusas, sin negarnos, sin hacernos esperar, sin miedo ... sin egoísmo.

Porque, al final, seremos juzgados por el amor. Y nuestros nombres quedarán definitivamente escritos en el Cielo, si hemos amado a Dios y hemos estado dispuestos a que El ame en nosotros, al poner todo lo “nuestro” a disposición suya y de los demás.

3 de julio de 2010

Amar es respetar

¡Paz y bien!

La dignidad del otro es nuestra riqueza.

En cualquier hombre -escribe Santo Tomás de Aquino- existe algún aspecto por el que los otros pueden considerarlo como superior, conforme a las palabras del Apóstol No hagan nada por rivalidad o vanagloria. Al contrario que cada uno, humildemente, estime a los otros como superiores a si mismo. (Fil 2, 3) Según esto, todos los hombres deben honrarse mutuamente.

La humildad es la virtud que lleva a descubrir las muestras de respeto por la persona, por su honor, por su buena fe, por su intimidad, no son convencionalismos exteriores, sino las primeras manifestaciones de la caridad y justicia.

La caridad cristiana no se limita a socorrer al necesitado de bienes económicos; se dirige antes que nada a respetar y comprender a cada individuo en cuanto tal, en su intrínseca dignidad de hombre y de hijo del Creador. Por eso, los atentados a las personas -a su reputación, a su honor- denotan, en quien los comete, que no profesa o que no practica algunas verdades de nuestra fe cristiana y en cualquier caso la carencia de un auténtico amor de Dios. La caridad por la que amamos a Dios y al prójimo, es una misma virtud, porque la razón de amar al prójimo es precisamente Dios y amamos a Dios cuando amamos al prójimo con caridad.

Que el Señor nos de luz y seamos capaces de sacar conclusiones muy concretas, principalmente el propósito de no juzgar a los demás , de no ofender ni siquiera con la duda, de ahogar el mal en abundancia de bien, sembrando a nuestro alrededor la convivencia leal, la justicia y la paz.

Bendiciones!


Fuente: Semanario Cristo Hoy, serie Pensamiento vivo de los Santos

2 de julio de 2010

Seguir a Cristo

¡Paz y bien!

Las últimas palabras de Jesús en el Evangelio de San Juan fueron: "Tú, sígueme". El seguimiento indica dinamismo, movimiento, adhesión, todo lo contrario a permanecer como simples espectadores aferrados a las seguridades temporales o ideológicas. Parece que la historia de los reyes magos, venidos de oriente guiados por una estrella hasta la cueva de Belén, cobra vida en cada uno de nosotros, porque Cristo siempre se cruza en nuestro camino y nos llama a su seguimiento.

Camino de Jerusalén, Jesús se encuentra con tres personajes. Uno le dijo: "Te seguiré adonde vayas", pensando que gozaría de un tipo de reino bien consolidado, por eso Jesús le contestó: "Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza". Los otros dos también quisieron seguir al Maestro, pero anteponiendo sus condiciones, "te seguiré, pero antes déjame que...". (Lc. 9, 57).

El seguimiento de Cristo es de carácter universal, ese "Tú, sígueme" no sólo fue dirigido a Pedro, sino que se prolonga en el tiempo y continúa interpelando a cada hombre. Seguir significa caminar juntos, confiar en aquel que me guía, no ir delante ni detrás, sino avanzar al paso de la gracia. Por la fe sabemos que "aunque camine por valles oscuros, nada temo, porque Tú vas conmigo". (Sal. 23).

¿Pero a dónde voy a ir si tengo familia, trabajo y miles de compromisos irrenunciables? El seguimiento es una respuesta a la gracia en el propio estado de vida. Nos puede venir la tentación de querer conocer de antemano el camino, como le sucedió a Tomás en la última cena: "Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos conocer el camino? (Jn. 14,5). Dios va dando la gracia a cada momento, no se anticipa, por eso hay que tener paciencia y saber que cada instante es una respuesta. Nos impacientamos con gran facilidad y la espera resulta mucho más pesada en los momentos de cruz, de dolor, cuando no se puede hacer otra cosa que esperar, pero Dios no nos desampara y nos da la fuerza para seguir luchando.

Nos sucede lo mismo que a Elías cuando la perversa reina Jezabel lo amenazó de muerte. Elías, lleno de miedo, huyó para salvar su vida. Al llegar al desierto caminó un día y al final se sentó bajo una retama y se deseó la muerte diciendo: "¡Basta ya, Señor! Quítame la vida". Se tumbó y se quedó dormido, pero un ángel lo tocó y le dijo: -Levántate y come. Elías miró una hogaza y un vaso de agua. Comió, bebió y se volvió a quedar dormido. El ángel lo tocó de nuevo y le dijo: -Levántate que te queda todavía un camino largo. (I Rey. 19,1). ¡Cuántas veces nos sentimos desfallecer!, pero Dios nos da la gracia para levantarnos y caminar cada jornada hasta el final del sendero.

Bendiciones!

1 de julio de 2010

La revelación de Dios

¡Paz y bien!

Tocando con sus pies desnudo la candente arena, tiene lugar el encuentro de Moisés con el Dios del Horeb: las lenguas de fuego parecen haber abrasado su corazón que arde con la llama celestial, pero sin consumirlo ni aniquilarlo. Desde el fondo del fuego, azotado por el viento huracanado, Moisés escucha una solemne declaración:
Yo soy el Dios de tu padre,
el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob (Ex 3,6)
No se trata de una definición de amor, sino un declaración de sus profundas amistades. El Dios del Horeb no se asemeja ni al halcón, ni al cocodrilo, ni a Ra -dioses de Egipto- sino que es un Dios que guarda fidelidad a sus amados: tiene relación directa con una familia de quienes le han creído.

Dios se auto-describe como: Yo soy el que soy. Se revela, pero al mismo tiempo no puede ser abarcado por el ser humano. Dios se revela soberanamente libre. Muchas interpretaciones ha recibido la revelación divina: ayah asher ayah (en hebreo, Yo soy el que Soy). No se encajona en una definición, pero deja la puerta abierta para que siempre podamos profundizar más y más en su misterio inagotable. Lo importante es que ninguna descripción puede abarcar la totalidad divina.

Dios trasciende el tiempo, pero al mismo tiempo es Señor de la historia. Fiel al pasado, injertado en el presente y constructor del futuro. No es pues, un ente etéreo, ajeno a la temporalidad, sino profundamente comprometido en la historia de los hombres. A este Dios hay que acercarse descalzos, no solo de sandalias, sino del calzado del entendimiento; pues si no puede ser representado por ninguna madera o metal precioso, tampoco es posible encerrarlo en una palabra, imagen mental o concepto, pues los supera a todos infinitamente.

Dios por naturaleza, es indelineable por los pinceles del más fino artista. Trasciende la imaginación de los orfebres y hasta de los más altos conceptos de los teólogos. Por eso, atreverse a reducirlo a una imagen, cualquiera que sea, se osaría limitar la infinitud divina que no puede estatizarse. Dios como el fuego de la zarza del Horeb, no se puede capturar ni encerrar, porque rompe todos los esquemas y los moldes. El Dios reducido a una imagen deja de ser Dios.

Solo quien se ha encendido con el fuego de la zarza, es capaz de adentrarse en el misterio del fulgor divino. Los sabios y prudentes de este mundo son incapaces de internarse en la esencia de este misterio. El único que puede franquear esta frontera es el místico que llega a descubrir que el Nombre divino esta sobre todo otro nombre, pero ningún término o concepto puede expresar lo que ni el ojo vió ni el oído oyó.

Bendiciones...


Fuente: Más allá del desierto, José H. Prado Flores.