30 de junio de 2010

Reavivando los dones del Espíritu

¡Paz y bien!
Por eso te invito a que reavives el don de Dios que recibiste por la imposición de mis manos. Porque Dios no nos dio un espíritu de timidez, sino un espíritu de fortaleza, de amor y de buen juicio (2 Tm. 1, 6 - 7)
Los dones son los medios que el Espíritu nos da para expresar el amor de Cristo de manera concreta y práctica. Jesús dijo ¿Me amas? Apacienta mis ovejas (Jn 21, 15). El amor no es un don carismático, ni el don carismático más grande. El amor es un parte clave del modo en que Dios se propone que los dones carismáticos se manifiesten en nosotros: nuestro amor hacia los demás y la unidad de unos con otros.

Como advertimos en Juan 15, si las ramas no están en unidad unas con otras, no pueden dar fruto. Lo mismo ocurre con los dones del Espíritu utilizados en nuestros grupos de oración, comunidades y grupos de compartir. Las relaciones no reconciliadas coartan el libre ejercicio de los dones. Donde hay desunión, hay pecado y el salario del pecado es la muerte. Por otro lado, las relaciones más profundas, más comprometidas, que vienen de compartir nuestras vidas, dan a la gente la sensación de pertenencia y el valor para arriesgarse a equivocarse, sin el caul los dones desaparecen sin ser utilizados: Si alguna de mis ramas no produce fruto, el la corta y limpia toda rama que produce fruto apra que de más (Jn 15, 2).

El amor no solo motiva, libera y purifica los dones espirituales, el amor también los hace auténticos. Pablo desafía (1 Co 14, 37) la pretensión de los corintios de ser "espirituales" porque tienen estos dones..., mientras existe la envidia y la disensión entre ellos. La persona verdaderamente espiritual es la persona del amor. Sin amor, les dice, son como bronce que suena o címbalo que retiñe.

Incluso con más fuerza, el apóstol Mateo desafía a todos lo que poseen dones espirituales a que sepan que sin amor no son nada, no tiene valor. En el capítulo 7, habla acerca del amor, de evitar el juicio, de tratar y de dar frutos. Luego como un desafío a todo carismático, cita a Jesús diciéndonos: En el día del juicio muchos dirán: "Señor, Señor profetizamos en tu nombre y en tu nombre arrojamos los demonios y en tu nombre hicimos muchos milagros. Yo les diré entonces: No los reconozco. Aléjense de mi todos los malhechores" (Mt 7, 22 - 23).

Necesitamos reavivar los dones carismáticos con esperanza constante y también necesitamos orar para una nueva fusión de amor.

Bendiciones!


29 de junio de 2010

Tu gracia es suficiente

¡Paz y bien!

Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad.
Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades,
para que repose sobre mí el poder de Cristo.
Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades,
en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias;
porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.
2 Corintios 1.9-10
Padre Glorioso y Soberano:

Reconozco que eres soberano y que tu providencia está presente en cada aspecto de mi vida. Ni una sola cosa que ocurre en mi vida está fuera de tu control. Sin embargo la realidad es que veces todo se puede volver muy desesperante. Hay veces que todo se sale de nuestras manos y nos encontramos en un momento vulnerable emocionalmente. Nos encontramos débiles e indefensos. No parece haber salida y dentro de la desesperación todos nuestros recursos terminan fallando uno tras otro. Terminanos sin nada y entonces venimos ante ti para encontrar refugio. Que tontos somos si podíamos ir a tu presencia desde el principio. ¿Será que tu gracia no nos basta?

Señor, Señor, Tu Gracia es Suficiente. Ya no quiero seguir caminando y buscando, tu gracia me basta. Quiero vivir sólo para ti. Reconozco que a veces trato por mis propias fuerzas de caminar pensando que tengo suficiente fuerza para hacerlo. Que duro es el golpe que viene cuando me encuentro con mi insuficiencia y mi debilidad, cuando me encuentro con tu santidad y tu omnipotencia. Gloria a Ti y Sólo a Ti sean dadas en los cielos y en la tierra porque Tu eres digno de recibir toda la honra. Tu Gracia es suficiente para mí.

Tu Gracia es Suficiente para mí en las pruebas. No sólo es suficiente en los momentos de alegría o en los momentos de dolor. Tu gracia es suficiente en todo momento. Sin tu mano sosteniendo a este mísero pecador, estaría perdido.

Te Amo Señor porque tu me amaste a mi primero.

En el nombre de Jesucristo,

Amén

Bendiciones!


Fuente: cristorocafirme.com

28 de junio de 2010

Reconocer nuestra debilidad


¡Paz y bien!
Contra mi mismo confesaré mi iniquidad (Sal. 31, 5) y a tí, Señor, confesaré mi debilidad. Con frecuencia me abato y me entristezco por una pequeñez. Me propongo pelear con firmeza, pero, al sobrevenir una pequeña instigación, experimento una terrible angustia. Algunas veces hasta de las cosas más insignificantes nacen en mi graves tentaciones. Y cuando, por no sentirlas, me considero de alguna manera seguro, me encuentro casi derribado por el soplo más leve de contrariedad.

Mira, por lo tanto, Señor, mi bajeza (Sal. 24, 18) y fragilidad que tú bien conoces. Ten piedad de mí. sácame del pantano para que no me hunda (Sal. 68, 15) y allí quede desamparado para siempre.

Lo que más frecuentemente me avergüenza y me confunde en tu presencia es constatar que soy muy débil y abúlico para resistir al ataque de pasiones. Y aunque yo no las consienta enteramente, sin embargo, me es molesta y pesada su persecución y me angustia vivir así, continuamente en lucha. Mi debilidad aparece aún más clara por el hecho de que los pensamientos que siempre debería detestar me invaden más fácilmente de lo que hacen para retirarse.
Bendiciones!


Reflexión del día de La Imitación de Cristo.

27 de junio de 2010

Señor, renueva mi corazón


¡Paz y bien!

Mi Dios, fuente inagotable de gozo y paz,
te pido la gracia de dar, compartir y consolar.
Permíteme: aliviar el dolor de una herida,
levantar un espíritu caído, solucionar una discordia,
ir en busca de un amigo olvidado,
desechar una sospecha y reemplazarla por confianza,
animar a quien haya perdido la fe, mantener una promesa,
enterrar viejos resentimientos y rencores,
reducir mis demandas sobre los que me rodean,
luchar por un ideal, expresar gratitud, vencer el miedo,
apreciar la belleza de la naturaleza,
decirle a los demás que los amo.

Señor, Espíritu de amor, esperanza eterna, te ruego que pongas, en forma constante,
directa e inmediata, nuevas ideas en mi mente,
para acercar a todos a la luz de Tus palabras.

Bríndame nuevas perspectivas y enséñame a dirigir mi vida, con sus éxitos,
fracasos, agonías y éxtasis, hacia la caridad que no espera recompensas.
Renueva mi corazón y coloca en él deseos de paz y justicia.
Fortalece mi voluntad, calma mis emociones.
Permite que lo que escuche de Ti, interiormente, sea la silenciosa vuelta
hacia Ti de las cinco facultades o poderes de percepción, a través de los cuales,
creo verdaderamente, que has venido a mí, una y otra vez,
durante el transcurso de mi vida.

Susurra palabras al oído de mi alma,
estimula los recuerdos valiosos y necesarios
para hacerle frente a los momentos de desaliento.
Revélame: quién eres Tú, quien soy yo y que significa mi mundo y mi vida para Ti.
Cristo, mi Sanador y mi Salvador, abandono a tus pies los recuerdos que me obsesionan,
las ansiedades que me desconciertan, los miedos que me sofocan,
la enfermedad que me acompaña y la frustración de todos los sufrimientos
que se entrecruzan en mi interior.

¡Oh Señor! Ayúdame a ver: tu claridad en mi confusión, tu perdón en mi debilidad,
tu luz en mi ceguera, tu misericordia en mi necesidad.
Consuélame con tu infinito amor,
oriéntame con tu sabiduría,
fortaléceme con tu poder sanador
y enséñame con tu verdad y tu vida.

Amén.

Padre Ignacio Peries
Parroquia Natividad del Rosario
Rosario (Santa Fe)

¿Estamos listos para servir a Dios?

¡Paz y bien!
Cuando ya se acercaba el tiempo en que: tenía que salir de este mundo, Jesús tomó la firme determinación de emprender el viaje a Jerusalén. Envió mensajeros por delante y ellos fueron a una aldea de Samaria para conseguirle alojamiento; pero los samaritanos no quisieron recibirlo, porque supieron que iba a Jerusalén. Ante esta negativa, sus discípulos Santiago y Juan le dijeron: “Señor, ¿quieres que hagamos bajar fuego del Cielo para que acabe con ellos?” Pero Jesús se volvió hacia ellos y les reprendió. Después se fueron a otra aldea. Mientras iban de camino, alguien le dijo a Jesús: "Te seguiré a dondequiera que vayas". Jesús le respondió: “Las zorras tienen madrigueras y los pájaros, nidos; pero el Hijo del hombre no tiene en dónde reclinar la cabeza". A otro, Jesús le dijo: "Sígueme". Pero él le respondió: "Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre". Jesús le replicó: "Deja que los muertos entierren a sus muertos. Tú, ve y anuncia el Reino de Dios". Otro le dijo: "Te Seguiré, Señor; pero déjame primero despedirme de mi familia". Jesús le contestó; "El que empuña el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios”.
(Lc. 9, 51-62)
Tres candidatos a discípulos de Cristo se cruzaron con El, durante un viaje camino a Jerusalén. El primero se acerca al Maestro para ofrecérsele como seguidor suyo: “Te seguiré dondequiera que vayas”, le dijo a Jesús. Y el Señor le informa de una de las condiciones que tendrá que afrontar: no hay seguridades terrenas. Al Jesús advertirle: “Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene en dónde reclinar la cabeza”, le hace ver que hasta los animales tienen un sitio donde estar, pero El no tiene un sitio para dormir. Su hogar de Nazaret ya lo había dejado. Ahora, durante su predicación, vivía a la intemperie o como huésped de alguien.

El hogar es la base de la seguridad terrena. Y el Señor advierte que quien quiera seguirlo no debe esperar seguridades y ventajas terrenas, sino que debe aprender a seguir a Cristo sin intereses mezquinos, ni segundas intenciones. Además, no debe importarle que ese camino de seguimiento pueda tornarse incómodo, difícil, sin seguridades, en confianza ciega a lo que vaya exigiendo Dios. Y –como si fuera poco- debe tener en cuenta que ese camino pudiera tal vez llevar a la inmolación total.

Al segundo candidato Jesús es quien le pide que le siga y éste le respondió: “Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre”. La respuesta de Jesús es fuerte: “Deja que los muertos entierren a sus muertos. Tú, ve y anuncia el Reino de Dios”. Es probable que la petición del candidato a discípulo no haya sido simplemente para ocuparse del entierro de su padre muerto, sino que era una expresión para significar que quería ocuparse de su padre mientras viviera. En todo caso, la respuesta del Señor indica que cuando El llama, desea que se le responda de inmediato, sin retrasos.

Porque ... ¿qué significa amar a Dios sobre todas las cosas? Significa ponerlo a El primero que todo y también primero que todos.

Con relación a la fuerte respuesta de Jesús, pareciera que el Señor se refiere a los muertos en sentido espiritual. Posiblemente “vivos” serían los que El llama para anunciar el Reino de Dios, y “muertos” podría significar los muertos a la gracia, que estaban cerrados al mensaje de salvación que Cristo vino a traer.

El tercer candidato es probable que ya haya sido seguidor de Jesús, y que le haya pedido autorización para volver por un tiempo a su familia: “Te seguiré, Señor, pero déjame primero despedirme de mi familia”. La respuesta de Jesús se refiere a la inconstancia: “El que empuña el arado y mira hacia atrás no sirve para el Reino de Dios”. El Señor está hablando de la inconstancia.

¡Cuánta falta de perseverancia en el servicio a Dios! ¡Cuántas marchas y contra-marchas! Para seguir a Cristo hay que tener, como decía Santa Teresa de Jesús, “una determinada determinación”, que es lo mismo que decir: “una decidida decisión”. Porque vienen los momentos de decaimiento, desaliento, incomprensiones y persecuciones, y -ya lo dice el Señor a este tercer candidato- hay que saber que no hay vuelta a atrás. Hay que seguir adelante. “¡Más hubiera valido no empezar!”, también exclama Santa Teresa.

Si bien todo esto se aplica muy especialmente a los Sacerdotes, Religiosos y Religiosas, también suele llegarnos a las demás personas que formamos parte de los seguidores de Cristo, momentos decisivos en los que es necesario tomar una postura por Cristo, dejando a un lado comodidades, seguridades, bienes materiales, realizaciones personales, preferencias familiares -todas cosas lícitas- pero que el Señor quiere que dejemos de lado para seguirlo como El nos pide. ¿Estamos listos?

Bendiciones!

26 de junio de 2010

Los indecisos


"Confía en Yavé sin reserva alguna;
No te apoyes en tu inteligencia.
En todas tus empresas tenle presente
y el dirigirá todos tus pasos."
(Prov. 3, 5-6)

¡Paz y bien!

Algunas personas temen tanto equivocarse que prefieren esquivar cualquier riesgo y llegan a vivir como refugiados. No quieren decidir, no quieren arriesgar, se les hace insoportable la responsabilidad.

Las personalidades tímidas, vacilantes, inseguras suspiran siempre por tener a su lado a dictadores, aunque a veces éstos se revistan de la modesta apariencia de consejeros. ¿Que debo hacer? preguntan siempre, con la esperanza de que una receta a los libere de una decisión personal. No quieren decidir, no quieren arriesgar, se les hace insoportable la responsabilidad. Otros, son excesivamente razonadores y se ahogan en la perplejidad, Acusan un sorprendente miedo a la realidad. Son individuos que retrasan siempre sus decisiones, porque los paraliza su ansia de seguridad y su terror al riesgo. Siempre les parece que aún no han reflexionado lo suficiente.

Quizá son personas que fueron educadas con excesiva dureza o con excesiva blandura y que sufrirán mucho en su vida a consecuencias de ese apocamiento de carácter. Es como si hubieran quedado heridas en el núcleo de su personalidad. Y son heridas que sangrarán por mucho tiempo y que harán difícil asumir el riesgo de sus decisiones personales y superar el desánimo de posibles frustraciones.

El verdadero consejero, el verdadero educador, jamás debe dejarse seducir por esa suerte de compasión que lo llevaría a limitarse a prescribir acciones, recetar criterios e imponer conductas. Educar exige ayudar al perplejo a reconocer su verdadero problema, dejándole luego la responsabilidad de tomar el mismo sus decisiones. Sin embargo, para algunos padres y educadores la gran norma pedagógica parece ser esta: en caso de duda, apueste usted por estarse quieto.

Una mentalidad de gran resistencia a complicarse la vida, un talante de desusada exigencia de garantías. Tmen tanto equivocarse, que prefieren esquivar cualquier riesgo y llegan a vivir como refugiados: se vuelven solemnes y secos, quizá perfectísimos y superprevisores, vivirán con un método y una higiene absolutos, pero quizá eso no sea vivir.

No se trata de apostar por la irreflexión, la frivolidad o el aventurismo barato. Pero cualquier objeto medianamente valioso está rodeado de unas tinieblas por las que hay que avanzar en terreno desconocido. Toda empresa, todo camino en la vida, tiene algo de riesgo, de apuesta, de salto en el vacío y es preciso asumirlo. Si no, más vale quedarse en la cama el resto de la vida.

Para no quedarse habitualmente paralizados ante la duda, para no tirar la toalla en la primera dificultad, para no cambiar inmediatamente de objetivo en cuanto éste se presenta costoso, para todo eso es preciso educar y educarse en un ambiente de cierta resolución ante los habituales problemas de la vida. Imponerse el cumplimiento de actos que a uno le cuestan, obligarse a decidir a un plazo determinado, no sustraerse a la realidad por dura que sea.

Así, poco a poco, con la ayuda del Señor, depositando toda la confianza en Él, la voluntad de cambio se ira consolidando.

Bendiciones!


Sobre un texto de Alfonso Aguiló

25 de junio de 2010

El valor del gozo eterno

¡Paz y bien!

Estuve días atrás en el sepelio de un familiar, como no había sacerdotes -ese día- hicimos un responso con la presencia de una Ministro Extraordinario de la Eucaristía en la misma sala velatoria. Al instante me acordé lo que había leído en las revelaciones del Señor a María Valtorta -ya hablamos de ella aquí- sobre el consuelo del Señor en los momentos previos de la muerte de San José. Medité sobre el valor de nuestras oraciones -no recitadas- en esos momentos y quise compartir con ustedes, la reflexión del Señor:

Dice Jesús:
A todas las mujeres a quienes el dolor tortura, les digo que imiten a María en su viudez: uniéndose a Jesús.

Los que piensan que María no haya sufrido en su corazón, están equivocados. Mi Madre sufrió. Sabedlo. Santamente, porque todo en Ella era santo, pero, agudamente.

Los que piensan que María amó a José con un sencillo amor, porque era su esposo en el espíritu y no para el cuerpo, están también equivocados. María amó intensamente a José, a quien dedicó seis lustros de una vida fiel. José fue para Ella padre, esposo, hermano, amigo, protector.

Ahora se sentía sola como sarmiento arrancado de la vid. Su casa parecía como si sobre ella hubiera caído un rayo. Se dividía. Primero formaba un núcleo en que los miembros se sostenían mutuamente. Ahora faltaba el muro principal y era el primer golpe dado a la Familia, señal de que pronto abandonaría su amado Jesús. La voluntad del Padre que quiso fuera la Madre, ahora le imponía el peso de la viudez y le ordenaba entregarse a su Hijo. María vuelve a pronunciar entre lágrimas su sublime Si. Si, Señor. Hágase de mi lo que palabra quiera.

Y para tener fuerzas en esos momentos, se abrazó a Mi. Siempre se abrazó a Dios en las horas más arduas de su vida. En el templo cuando fue llamado para sus nupcias; en Nazaret cuando fue llamada para ser Madre; nuevamente en Nazaret entre lágrimas de viudez; en Nazaret cuando tuvo que separarse de su Hijo; en el Calvario con tormento de verme morir.

Aprended de Ella, vosotros que lloraís. Aprended vosotros que vais a morir. Aprended, vosotros que vivís para morir. Tratad de haceros dignos de las palabras que dije a José. Serán vuestra paz en vuestra agonía. Aprended, vosotros que debeís morir, a haceros dignos de que Jesús este cerca de vosotros, que sea vuestro consuelo. Y si todavía no os haceís digno de ellos, tened la osadía de llamarme no obstante lo seáis. Yo vendré con las manos llenas de gracia y de consuelos, con el Corazón lleno de perdón y amor, con los labios llenos de palabras de absolución y de valor.

La muerte pierde toda su dureza si morís en mis brazos. Creedlo. No puedo abolir la muerte, pero hago que sea dulce para que se muera confiando en Mi.

Lo dije por todos vosotros en la Cruz: Señor, Te confío mi espíritu. Lo dije pensando en mi agonía y en las vuestras, en vuestros temores, en vuestros errores, en vuestros deseos de perdón. Lo dije con el corazón desgarrado por el dolor antes que por la lanza. Un dolor espiritual más duro que el físico, para que las agonías de los que mueren pensando en Mi se dulcificasen, y su espíritu pasase de la muerte a la Vida, del dolor al gozo eterno.
Bendiciones!



Fuente: El Hombre-Dios, Tomo 1, págs 249-250. María Valtorta

24 de junio de 2010

Todo pasa, sólo Dios basta

¡Paz y bien!

"Por eso, estén despiertos, porque no saben

en que día vendrá su Señor; ... por eso, estén alerta;
porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora
que menos piensan"
(Mt. 24, 42 - 44)

Se pregunta a veces por qué Dios nos esconde algo tan importante como es la hora de su venida, que para cada uno de nosotros, considerado singularmente, coincide con la hora de la muerte. La respuesta tradicional es: «Para que estuviéramos alerta, sabiendo cada uno que ello puede suceder en sus días» (San Efrén el Sirio). Pero el motivo principal es que Dios nos conoce; sabe qué terrible angustia habría sido para nosotros conocer con antelación la hora exacta y asistir a su lenta e inexorable aproximación. Es lo que más atemoriza de ciertas enfermedades. Son más numerosos hoy los que mueren de afecciones imprevistas de corazón que los que mueren de «penosas enfermedades». Si embargo dan más miedo estas últimas porque nos parece que privan de esa incertidumbre que nos permite esperar.

La incertidumbre de la hora no debe llevarnos a vivir despreocupados, sino como personas vigilantes. La misma naturaleza en otoño nos invita a reflexionar sobre el tiempo que pasa. Lo que decía el poeta Giuseppe Ungaretti de los soldados en la trinchera del Carso, durante la primera guerra mundial, vale para todos los hombres: «Se está / como en otoño / en los árboles / las hojas». Esto es, a punto de caer, de un momento a otro. «El tiempo pasa y el hombre no se da cuenta», decía Dante.

Un antiguo filósofo expresó esta experiencia fundamental con una frase que se ha hecho célebre: «panta rei», o sea, todo pasa. Ocurre en la vida como en la pantalla televisiva: los programas se suceden rápidamente y cada uno anula el precedente. La pantalla sigue siendo la misma, pero las imágenes cambian. Es igual con nosotros: el mundo permanece, pero nosotros nos vamos uno tras otro. De todos los nombres, los rostros, las noticias que llenan los periódicos y los telediarios del día -de mí de ti, de todos nosotros-, ¿qué permanecerá de aquí a algún año o década? Nada de nada. El hombre no es más que «un trazo que crea la ola en la arena del mar y que borra la ola siguiente».

Veamos qué tiene que decirnos la fe a propósito de este dato de hecho de que todo pasa. «El mundo pasa, pero quien cumple la voluntad de Dios permanece para siempre» (1 Jn 2, 17). Así que existe alguien que no pasa, Dios, y existe un modo de que nosotros no pasemos del todo: hacer la voluntad de Dios, o sea, creer, adherirnos a Dios. En esta vida somos como personas en una balsa que lleva un río en crecida a mar abierto, sin retorno. En cierto momento, la balsa pasa cerca de la orilla. El náufrago dice: «¡Ahora o nunca!», y salta a tierra firme. ¡Qué suspiro de alivio cuando siente la roca bajo sus pies! Es la sensación que experimenta frecuentemente quien llega a la fe.

Podríamos recordar, como conclusión de esta reflexión, las palabras que santa Teresa de Ávila dejó como una especie de testamento espiritual: «Nada te turbe, nada te espante. Todo se pasa. Sólo Dios basta».

Bendiciones!


Adpatación de textos de Raniero Cantalamessa

23 de junio de 2010

Reflexiones sobre el escapismo


¡Paz y bien!

La fuerza de la voluntad libera a las personas de las cadenas de la propia debilidad. Las hace más libres, porque la libertad exige posesión, es decir, señorío de uno mismo, y quien no logra dominarse a si mismo no puede ser realmente libre. Cuando una persona, haciendo uso de la libertad elige obrar mal, el vicio correspondiente acabará por atraparla y, entonces, esa libertad no será tal. Las personas libres hacen las cosas porque les da la gana, no simplemente porque les viene en gana.

La verdadera libertad es aquella que es capaz de elegir dentro del bien. La libertad puede elegir el mal, es cierto, pero dentro de esa mala elección hay siempre una merma en la misma libertad, una auto-condena de la libertad que poco a poco se esclaviza al error. Algo similar sucede cuando una persona, a la hora de decidir de las cosas, para calibrar su verdadera conveniencia, sino que cae en un oscuro género de escapismo, de engaño y huida de uno mismo, cosa siempre bastante triste.

El escapista busca vías de escape frente a los problemas, pero no los resuelve. Se evade. Esquiva la incomodidad a toda costa. Teme a la realidad. Ignora sus consecuencias futuras. Si el problema no desparece, será él quien desparezca. Cuando una persona actúa diciendo cosas como no sé si está bien o mal, pero me gusta y lo hago, está maniobrando torpemente para rehuir un compromiso que le resulta difícil de aceptar, pero al final acabará ligada a un compromiso mucho más lacerante y doloroso: su propia flojedad.

Por cerrar los ojos a la realidad esta no va a desaparecer. Cuando una persona comienza a internarse en el tenebroso mundo de la droga, cierra de alguna manera sus ojos a la realidad. Lo mismo sucede cuando un adolescente adquiere una dependencia más o menos seria del alcohol. O, en otro orden de cosas, lo mismo le ocurre al estudiante que es víctima de su frivolidad o su pereza, o al enamorado que no lo es tanto y está dominado por la lujuria, o al egoísta que ya no sabe dejar de pensar obsesivamente en si mismo. Otros están agarrados por el juego, otros por el ansia de trabajo o de dinero y otros incluso -hay de todo- por la compra compulsiva, los tranquilizantes o las máquinas tragamonedas.

Son diversos ejemplos de adicciones que aguan la fiesta del placer. Ejemplos de personas que -si les queda la necesaria lucidez- no tardan en descubrir que si no se practica la templanza al final puede ser preciso acudir al médico. Es la propia naturaleza quien se encarga de castigarlas con esa dura dependencia de su fragilidad.

Bendiciones!



Alfonso Pastrana/Interrogantes net/adaptación

22 de junio de 2010

Víctor Selvino Arenhardt

¡Paz y bien!

Tomé conocimiento hace poco del fallecimiento de Víctor S. Arenhardt de una manera trágica poco tiempo después que fuera ordenado Obispo de la Diócesis de Oberá en la provincia de Misiones.

Los caminos del Señor me llevaron a conocerlo hace unos años - Enero de 2004- cuando hicimos juntos la Convivencia con Pedro en la ciudad de Posadas, provincia de Misiones; el padre Víctor -como lo llamábamos- de trato cordial, inspirado permanentemente por el Espíritu Santo era nuestro refugio en las dudas. La convivencia con Pedro, era un escalón más en el enriquecimiento de su fortaleza espiritual.

Monseñor Arenhardt había asumido la recién erigida diócesis de Oberá en agosto del año pasado, convirtiéndose en su primer obispo y en el primer nativo de Misiones en llegar a un Obispado en la provincia.

La Santa Sede envió sus condolencias a través del secretario de Estado del Vaticano, Cardenal Tarcisio Bertone: "... El Santo Padre le ruega haga llegar su más profundo pésame a todos los miembros de esa Iglesia particular, sufragánea de la arquidiócesis metropolitana de Corrientes, así como a los familiares de los fallecidos. Su Santidad Benedicto XVI, a la vez que ofrece sufragios por el eterno descanso de los difuntos, con sentimientos de cercanía espiritual a todos los que lloran tan sentida pérdida, les otorga la confortadora bendición apostólica, como signo de fe y esperanza en el Señor resucitado"

Que brille para él, la luz que no tiene fin.

Claudio Martín Casco

21 de junio de 2010

Edificando nuestra vida interior

¡Paz y bien!

El que escucha mis palabras y las practica
es como un hombre inteligente
que edificó su casa sobre la roca
(Mt. 7, 24)

La primera vez que un sacerdote joven vió a la Madre Teresa de Calcuta, siendo él sacerdote recién ordenado, ella le preguntó:
- ¿Cuántas horas dedicas a la oración?
Y él le dijo:
- Yo pensaba que me iba a preguntar cuántas obras de caridad hacía.
Y la Madre le respondió:
- No, porque de la oración depende lo que tú hagas. Dios no mira las obras externas, sino nuestra voluntad y la unión que tengamos con El. De nada valen las obras externas si no se le da el primer lugar a la obra de Dios en nosotros mismos.

La vida espiritual, es el desarrollo de la vida de la gracia recibida en el santo bautismo y debe ser solida como una roca. Edificar sobre la roca implica ser un discípulo atento que responde a su Maestro. Un edificio será sólido tanto como lo sea su fundamento. El cimiento de nuestra vis es Jesucristo, El es nuestra base, El es la roca, nuestra razón de ser. Cada cosa que somos y hacemos debe encajar en el molde dado por Cristo.

Cabe que nos preguntemos si estamos edificando nuestra vida sobre el único cimiento real y duradero, o lo estamos basando en falsedades, como la riqueza, el poder, el éxito, el desenfreno.

Pero no es tarea fácil construir sobre la roca, más cuando vivimos en un mundo donde una visión materialista del hombre se va imponiendo al cultivo de la vida espiritual; podemos decir que es salvaje este materialismo porque nos lleva a una mutilación de nuestro ser, ya qaue tal vez crecemos en lo físico, en lo intelectual, pero somos anémicos en la vida espiritual.

La vida interior no consiste en encerrarnos en nosotros mismos sin admitir relaciones con los demás y con sus necesidades, tampoco es algo esotérico y menos todavía espiritualismo desencarnado que no tiene presente las realidades temporales que con la gracia de Dios tenemos que restaurar; si fuera así se estaría también edificando sobre arena.

Dice Tomás de Kempis en su obra La imitación de Cristo: "... pero no quiero que busques una paz que carezca de tentaciones o no experimentes contrariedades. Deseo que pienses que has hallado el camino de la paz aún cuando fueras oprimido por muchas tribulaciones y por múltiples angustias. Si afirmas que no puedes soportar tantas pruebas, ¿cómo podrás aguantar el fuego del Purgatorio? De dos males siempre se debe escoger el menor. Por eso, para poder escapar de los tormentos eternos, procura sufrir por Dios y con resignación los males presentes".

La vida interior permite al ser humano, como fruto de su unión con Dios y su identificación con su voluntad, vivir en permanente contacto con El a través de todas las cosas y de todos los acontecimientos de la vida. Ella conlleva poder resistir cualquier tipo de tormentas que se presenten en el caminar cotidiano.

Bendiciones!

20 de junio de 2010

Plan de rescate de Dios...

¡Paz y bien para todos!

Un día en que Jesús, acompañado de sus discípulos,
había ido a un lugar solitario para orar,
les preguntó: “¿Quién dice la gente que soy Yo?”
Ellos le contestaron: “Unos dicen que eres Juan el Bautista;
otros, que Elías, y otros,
que alguno de los antiguos profetas que ha resucitado”
(Lc 9, 18-24)

Las lecturas de hoy nos invitan a recordar a Jesucristo como Mesías. Fijémonos en el Evangelio cuando el Señor pregunta a sus Apóstoles quién creen ellos que es El. Y Pedro, inspirado directamente por el Espíritu Santo, reconoce al Señor como el Mesías, como Aquél a quien todo el pueblo de Israel -el Pueblo de Dios- había estado esperando por siglos.

Desde los primeros libros de la Sagrada Escritura vemos que el Pueblo de Dios esperaba al Mesías prometido. Y Dios va renovando y recordando esa promesa a lo largo de todo el Antiguo Testamento. Y la humanidad espera por siglos al Mesías. ¿Por qué Dios prometió al Mesías? ¿Por qué tanta expectación?

Sucede que Dios había diseñado un plan maravilloso al colocar a la primera pareja humana en un sitio y un estado ideal de felicidad: el Paraíso Terrenal o Jardín del Edén. Pero nuestros primeros progenitores se rebelaron contra Dios, su Creador, y perdieron ellos, y nosotros sus descendientes, esa inicial condición de felicidad perfecta en que Dios los había colocado.

En ese estado de felicidad inicial los seres humanos gozábamos de privilegios especiales. Entre otras cosas, ni sufríamos, ni nos enfermábamos, ni moríamos. Además teníamos una tendencia natural a hacer el bien, un mejor conocimiento de Dios del que ahora tenemos, una relación de mayor intimidad con El.

Pero Dios, que nos creó para que pudiéramos disfrutar para siempre de su Amor Infinito, no quiso abandonarnos, ni dejarnos en la situación en que quedamos, sino que preparó y diseñó un Plan de Rescate para la humanidad, ya que los seres humanos habíamos quedado sometidos a la esclavitud del Demonio, por haber aceptado Adán y Eva la proposición que éste les había presentado en contra de Dios.

Podemos decir que habíamos quedado en una situación de secuestro. Y Dios decide salvarnos. Y Dios decide salvarnos ... El mismo. Es así como Dios viene a hacer por nosotros lo que nosotros no podíamos hacer por nosotros mismos: rescatarnos.

Llega así el momento del rescate de la humanidad. Sucede, entonces, el misterio más grande del Amor de Dios, el más grande milagro jamás realizado: Dios se hace Hombre para salvarnos. Dios viene El mismo a rescatarnos de la situación en la que nos encontrábamos. Y se inicia el Plan de Redención con el humilde “sí” de la Santísima Virgen María, al Ella aceptar ser Madre del Hijo de Dios, del Mesías que rescataría a la humanidad.

Aunque ya la idea de un Mesías sufriente había sido anunciado por el Profeta Isaías, el Pueblo de Israel esperaba -equivocado- un Mesías triunfante. Pero no se daban cuenta de que el triunfo pasaba por la Cruz y que luego vendría la Resurrección. Esto nos da la medida del precio de nuestro rescate: nada menos que la vida misma del Mesías. En efecto, Jesucristo, el Hijo de Dios hecho Hombre, paga nuestro rescate a un altísimo precio: con su Vida, Pasión, Muerte y posterior Resurrección.

Y ¿qué da el Mesías al género humano? Jesucristo, el Mesías prometido y esperado por tantos siglos, re-establece para los seres humanos el derecho a heredar la felicidad eterna en el Cielo, que habíamos perdido, y –adicionalmente- nos proporciona todas las gracias necesarias para obtener ésa nuestra herencia. Se lleva a cabo, entonces, el Plan de Rescate: la Santísima Trinidad en la persona del Hijo, el Mesías prometido y esperado, realiza el Misterio de la Redención.

El rescate ya está pagado. Pero para ser salvados, Dios requiere nuestra disposición a ser rescatados. Nuestra disposición consiste en buscar y hacer la Voluntad del Padre, igual que el Mesías.

Para esto, Cristo nos ha dejado todos los medios necesarios: su alimento en la Sagrada Eucaristía y su perdón en el Sacramento de la Confesión. Ayuda muy importante es también la oración, la cual nos hace dóciles y perceptivos al Espíritu Santo, para ser llevados así por el camino de la Voluntad de Dios. Con estos recursos y con nuestra participación se completa el Plan de Rescate de Dios para cada uno de nosotros. ¿Lo aprovechamos?

Bendiciones!

19 de junio de 2010

La vida es...

La vida es una oportunidad, acógela
La vida es una belleza, admírala
La vida es una beatitud, saboréala
La vida es un sueño, hazlo realidad
La vida es un desafío, hazle frente
La vida es un deber, cúmplelo
La vida es un juego, juégalo
La vida es preciosa, cuídala
La vida es una riqueza, conservala
La vida es amor, disfruta de ella
La vida es un misterio, descúbrela

La vida es una promesa, llénala
La vida es tristeza, sobrellévala
La vida es un himno, cántalo
La vida es un combate, acépatalo
La vida es una tragedia, cárgala a la espalda
La vida es una aventura, vívela
La vida es una dicha, merécela
La vida es la vida, defiéndela

Madre Teresa





18 de junio de 2010

Las sanaciones

por José M. Otaolaurruchi

Es admirable la multitud de personas que acuden a las ceremonias de sanación, que piden ser ungidas o que reclaman una bendición, se ve que abundan los dolores morales, las penas y las enfermedades. El padre Tardiff fue un sacerdote que recibió el don de la sanación y da testimonio de la acción de la gracia en su libro "Jesús está vivo". Dice que Dios no se opone a la curación, tanto es así que en la misma naturaleza se encuentran los remedios a las enfermedades. Lo que sucede es que existen miles de personas que no tienen dinero para pagar un especialista, una clínica ni los análisis, y es por ello por lo que recurren a Dios para que los sane.

Yo doy testimonio de que esto es verdad, pues estando de misiones en una zona paupérrima del estado Falcón (Venezuela), conocí a una señora cuyo hijo de escasos meses de nacido sufrió una infección que lo llevó a los umbrales de la muerte, hervía en calentura, perdió el conocimiento y estaba desfallecido. ¿Qué podía hacer aquella joven mamá desde su chabola perdida en las montañas? Tomó al niño entre sus brazos y se puso a suplicar a Dios, oraba con las fuerzas que la juventud y la fe le daban, oraba con la ternura de sus lágrimas, oraba con la certeza de que Dios la escuchaba, oró hasta que el cansancio la dejó rendida. Fue entonces cuando el niño despertó completamente sano. Soy testigo de esto, como también de otra madre que pasó la noche suplicando a Dios que salvara la vida de su hijo en un lujoso hospital. Los médicos llegaron al límite de sus posibilidades y sólo quedaba orar a Dios, esperar a que el joven reaccionara. La madre pasó la noche entera pidiendo a Dios, a través de la Virgen María, que salvara su vida. También ella rogó hasta que le faltaron las fuerzas y el muchacho salió del estado de coma en el que estaba perdido.

La curación es una respuesta a la oración de fe, como lo vemos tantas veces en el Evangelio. La curación comienza por el alma y concluye en el cuerpo, como le ocurrió a la mujer de mala vida que se coló en casa de Simón, el fariseo, para pedir perdón de sus pecados bañando los pies del Maestro con sus lágrimas y enjugándolos con sus cabellos. Con la salud del alma, llega la del cuerpo, no al revés. Muchos buscan la salud del cuerpo sin sanarse del pecado, de los odios y rencores, sin romper con las cadenas del vicio, de la mentira, de la hipocresía y de todo lo que ofende a Dios.

La fuente de la salud está en Dios. A los que sufren en su espíritu les aconsejo que vayan a misa todos los días y ya verán cómo se curan, se lo garantizo. "Haced la prueba y veréis qué bueno es Dios, dichoso el hombre que se acoge a Él" (Sal. 34).

16 de junio de 2010

Catequesis de Juan Pablo II


¡Paz y bien para todos!

Este es el día en que actuó el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo (Sal 118,24)

Amadísimos jóvenes os saludo con las palabras del Salmo, que la liturgia del tiempo pascual nos ha hecho familiares. Nos invita a alegrarnos.

¡Este es el día en que actuó el Señor..! El día en que actuó el Señor es el día pascual que recapitula en sí toda la obra de la creación. Vió Dios que estaba bien (Gn 1,18) y, al mismo tiempo revela el poder divino de la redención. Cristo resucitado, vencedor de la muerte, proyecta la luz del Evangelio sobre toda la creación. Dice: Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad (Jn 8, 12)

Seguir a Cristo quiere decir creer en él y aceptar su enseñanza. Creer que es el camino, la verdad y la vida. El pasaje del evangelio de Juan que acabamos de proclamar nos ha vuelto a proponer el relato de la doble aparición de Cristo resucitado a los Apóstoles en el cenáculo. En este relato cobra particular importancia la figura de Tomás. Quisiera considerar con vosotros la experiencia de este Apóstol incrédulo que, después, hace una solemne profesión de fe. Esta experiencia prosigue en la historia del hombre: todos están invitados a confrontarse con ella.

El evangelista Juan dice que Tomás sentía entusiasmo por Jesús e incluso, estaba dispuesto a arriesgar su vida por seguirlo (Jn 11,16). Podemos reconocer en Tomás a todos los jóvenes que sienten entusiasmo por Cristo y por los ideales que propone. Sin embargo, cuando a Jesús le llega su hora y lo arrestan, lo condenan a muerte y lo crucifican prevalece en Tomás la duda. Cuando Cristo resucitado aparece a los Apóstoles en el cenáculo no se encuentra con ellos. Después de que los otros le informan dice Si no veo (...) no creeré (Jn 20,25). Y Jesús vuelve y le muestra sus heridas abiertas, signo del amor perenne de Dios a nosotros pecadores. Tomás ve, y entonces cree. En su encuentro con el Señor resucitado se reencuentra plenamente a si mismo y cree con todo su ser. Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído (Jn 20,29).

Las dificultades para creer que tienen muchos cristianos hoy, ¿no son parecidas a la de Tomás? Todos estamos llamados a tomar posición ante Jesús. El apóstol Tomás es un ejemplo de búsqueda sincera: no se avergüenza de manifestar su duda. Y cuando se encuentra con Jesús resucitado y puede tocar con su mano los signos de la pasión, su duda desaparece y ya no necesita ninguna demostración. Ese encuentro lo transforma tan profundamente que exclama Señor mío y Dios mío (Jn 20,28).

Queridos jóvenes amigos, ¿cuál es vuestra actitud ante Cristo? El no esta ante vosotros visiblemente, como el día en que se apareció al apóstol Tomás; pero también hoy, en cierto modo, os muestra las heridas de su cuerpo glorioso a través del testimonio doloroso de cuanto, a lo largo de los siglos, han creído en él y por su amor se han entregado al servicio de sus hermanos, a costa de sacrificios personales a veces heroicos. ¡Ante vuestros ojos hay muchos testigos de Cristo! Se trata de generaciones de hombres y mujeres cristianos, también de vuestro pueblo, que han dado la vida por él.

Hoy, quisiera repetir: dichosos vosotros, jóvenes si saben creer sin ver y sin tocar, atraídos solo por la belleza y la verdad del Evangelio que han testimoniado los santos.

Dichosos vosotros, si la confianza en el amor de Dios es más fuerte que el escepticismo y los prejuicios; si saben superar con ella las desilusiones y las tentaciones del desaliento y el derrotismo.

Dichosos vosotros, jóvenes, si tienen la valentía de no huir de las citas de Jesús, sino que saben encontrarse con él en la fidelidad, la misericordia, el perdón y el sacrificio afrontado por el amor.

Dichosos vosotros, si vuestra mirada no se detiene en la superficie de las cosas y de las personas, sino que sabe ir al núcleo de los acontecimientos; si a través de lo visible y lo tangible saben captar lo esencial, que está siempre escondido y velado para entregarlo y acogerlo en la libertad. ¡Dichosos vosotros!

Bendiciones!


Discurso de Juan Pablo II, durante su peregrinación apostólica a Eslovenia, en el aeropuerto de Postojna al mantener un encuentro con los jóvenes.

15 de junio de 2010

¿Quien es Dios?


¡Paz y bien para todos!

Estamos en Belén. María es la revelación del femenino de Dios. Las enseñanzas que nos dará el Creador son extraordinarias en su simplicidad. ¿Que es un recién nacido? Es un ser indefenso que no puede hacer nada solo, que lo espera todo, si se lo deja caer se cae verdaderamente, si no se lo alimenta grita de hambre y termina por morir, si no se lo lava se enferma. Pero Jesús dirá: Quien me ve a mí, ve al Padre.

El cura de Ars queda extasiado un día ante la hostia consagrada exclamando: Lo pongo aquí y se queda; lo pongo acá y también se queda. Esta en mis manos, hago lo que quiero con él. Entonces, ¿quién es Dios?

Jesús dijo Lo que hacen al pequeño de los míos, a mi me lo hacen (Mt 25, 40) y a Saulo, perseguidor de los cristianos, se le aparece Cristo y le dice Soy Jesús a quien tu persigues (Hech. 9, 5) Se puede perseguir a Dios, se puede flagelar a Dios, se llega crucificar a Dios, se le puede visitar en la cárcel, se le puede dar de comer... Entonces ¿quién es Dios?

Dios, no es el todopoderoso que se cree; Dios no es el bienaventurado que se cree, ni el inaccesible. Dios está a nuestra merced. El es amor, es libertad. Ha querido ponerse a nuestro alcance. María la presenta en Belén. He aquí nuestro Dios: es el hijo de una mujer. El evangelio nos lo muestra como un niño pequeño que no puede valerse por si mismo.

San Pablo escribe: Cuando vino la plenitud de los tiempos, Dios envióa su Hijo, nacido de mujer (Gal 4, 4). Con es lo ha dicho todo. ¿Quién es María? Es esa mujer que fue capaz de dar a Dios forma de hombre. ¿Quién es Dios? Es el hijo nacido de la mujer, es el Creador mismo.

Jesús dirá Aprendan de mi que soy manso y humilde corazón (Mt 11, 29). El secreto del ser divino no es ni el poder, ni la fuerza, ni la sabiduría, es el amor.

El drama de confundir los atributos o cualidades de Dios con lo sustantivo o lo que es Dios en si mismo. San Juan no dirá nunca: Dios es poder absoluto, es justicia; San Juan dirá Dios es amor. Amor todopoderoso, amor que no puede dejar de lado la colaboración de la libertad humana, amor justo y misericordioso que se precipita hacia los desheredados y los más pobres compartiéndolos todo lo que él es, amor sabio, por lo tanto amor loco que confía a los hombre su palabra salvadora, siendo que los podría iluminar directamente.

¿Quién es Dios? Es el débil que finalmente, es más fuerte.

Bendiciones,


Textos: Prédica de Florin Callerand - Salvación Constante.

14 de junio de 2010

¡Cómo vivir en plenitud la verdad?


¡Paz y bien para todos!

La primera perspectiva del reino de Dios es la verdad y el primer testigo es Cristo como verdad y camino para toda persona. Por lo tanto, quien desea vivir según la Buena nueva del Reino se compromete a la búsqueda de la verdad y a la vivencia de la sinceridad en sus relaciones. Y arrancamos de esta base: la verdad es la raíz de la justicia, la que configura la libertad, el fundamento de la paz y la condición para la fraternidad. De aquí su importancia y la necesidad de unas relaciones interpersonales según verdad y en plenitud. ¿Qué elementos requieren? Un fundamento antropológico, la praxis humana de la comunicación y del diálogo, la iluminación de Cristo con la Buena nueva y la colaboración de todo el contexto cultural. De esta manera se podrá superar cuanto se opone a las relaciones sinceras y a un mundo humanizado por la verdad.

Fundamento antropológico. "La verdad es el comienzo de todo lo bueno, tanto en el cielo como en la tierra, y aquel que quiera vivir bienaventurado y feliz debe ser desde un principio un partícipe de la verdad, pues entonces podrá tenerse confianza en él" (Platón).Como base humana de las relaciones en verdad, está la proyección del hombre hacia la autenticidad, la actitud sincera, la comunicación que personaliza y el diálogo como búsqueda compartida de la verdad: "la búsqueda de la verdad, que es el amor a ella; el conocimiento de la verdad, que es su presencia, y la fe en la verdad, que es su disfrute, constituyen el bien soberano de la naturaleza humana" (Bacon).

El hombre proyectado hacia la verdad. El hombre ha nacido para la verdad y se siente como peregrino insaciable en la búsqueda de lo que cree verdadero y en la expresión de lo que juzga auténtico en el nivel ético, religioso y comunitario: "la finalidad superior del hombre es la verdad" (Confucio); "la naturaleza ha dado a nuestro espíritu una sed insaciable de verdad"(Cicerón).

La verdad ética indica la expresión sincera de lo que uno siente en su interior. Se da la verdad cuando la palabra (gesto o conducta) se adecúa al pensamiento interno. Viene a ser como la veracidad, virtud que inclina a decir lo que sentimos y manifestarnos al exterior como somos interiormente. De todos modos, nos encontramos ante la actitud básica de toda conducta transparente que hace fiable a la persona, tiende un puente seguro en la mutua comunicación y se constituye en los cimientos de una comunidad justa, libre, fraterna que vive en paz: "soy amigo de Platón, pero más amigo todavía de la verdad (amicus Plato, sed magis amica veritas”. Aristóteles).

La verdad religiosa. Para el creyente, su veracidad refleja el entendimiento divino creador. Para el cristiano, es la Palabra de Dios depósito de la verdad a la que se adhiere por la fe y vive con el amor. Cuando el hombre piensa y actúa como Dios quiere, está en la verdad y obra según verdad.

La verdad comunitaria. Cuando pasamos a la relación interpersonal, la verdad es comunitaria y se manifiesta en una comunicación sincera con palabras y gestos auténticos. Una comunidad vive según verdad cuando la conducta de las personas, la estructuras, instituciones y relaciones de sus miembros responden coherentemente a la realidad objetiva, a lo que razonadamente debe ser. Por eso, verdad y autenticidad se identifican: "el hombre de mentalidad superior debe preocuparse más de la verdad que de lo que piensa la gente." (Aristóteles)

Actitud sincera. A la verdad personalizada llamamos sinceridad, virtud muy necesaria y que admite varios significados: apertura incondicional a la verdad y a sus exigencias por comprometidas que sean. Tiene como alma el sentido de la verdad o veracidad que inclina a decir siempre lo que internamente pensamos y a manifestarse al exterior tal y cómo somos. La actitud sincera pide transparencia y claridad sin hipocresía, simulación ni ambigüedades: “antes que nada sé verídico para contigo mismo. Y así, tan cierto como la noche sigue al día, hallarás que no puedes mentir a nadie” (Shakespeare). De esta manera es un nervio para la convivencia y condición para la vida social. Por lo tanto exige una responsabilidad firme: “la verdad anda sobre la mentira, como el aceite sobre el agua (Cervantes). ¿Y por qué decir la verdad? Por finalidad de la palabra, por el derecho que el otro tiene a mi verdad, por la vida comunidad y por fidelidad a sí mismo: “nadie puede apartarse de la verdad sin dañarse a sí mismo” (Lope de Vega).

¿Qué se opone a la sinceridad? "El camino de la verdad es como una gran carretera. No es fácil de encontrar” (Mencino); "es tan difícil decir la verdad como ocultarla." (Gracián); “en su vestido la Verdad encuentra la realidad demasiado estrecha. En la ficción se mueve holgadamente” (Rabindranath Tagore).

Sentir la verdad con claridad en sí mismo, proclamar a todos la verdad “molesta”, y vivir según la verdad personalizadora es una actitud difícil de mantener debido a:
-la oscuridad de las situaciones que impiden ver la claridad: "la verdad está en el fondo de un pozo" (Demócrito);

-el orgullo que deforma la verdad, impide valorar la verdad total, quita la serenidad del juicio, desencadena las justificaciones falsas del amor propio herido;

-el miedo a las consecuencias que puede acarrearnos una respuesta sincera; el bloqueo ante otras personas que oprimen, atemorizan y disminuye o anulan el impulso a la verdad: “la verdad de ninguna cosa tiene vergüenza sino de estar escondida” (Lope de Vega); "a la verdad se llega, no sólo por la razón, sino también por el corazón" (Pascal);

-el tabú que rodea a ciertos temas que se evitan, ocultan o deforman, los intereses creados levantan un muro de insinceridad y son fuente de mentiras. "La verdad puede ser eclipsada, pero nunca se extingue" (Tito Livio);

-el legítimo secreto puede dificultar la verdad total;

-el personaje, el tener que obrar según un rol no sólo oscurece a la persona, sino a la misma sinceridad: "la verdad no hace tanto bien en el mundo como daño hacen sus apariencias"(La Rochefoucauld); "la verdad es la misma en todas partes" (Séneca);
-las taras psicológicas que impulsan a una comunicación falsa como si fuese verdadera: "no es igual conocer la verdad que amarla" (Confucio);

-el ambiente de hipocresía que incita al individuo a obrar como los demás; las exigencias de la misma verdad que pide humildad, prudencia, fortaleza: “hay que ser constantes traperos en el montón de las mentiras, para encontrar de tarde en tarde alguna” (Benavente).

-la radicalización y los prejuicios impiden la verdad aunque parezcan ser sinceros: “todas las verdades llevadas al extremo, se acercan al vicio inmediato” (Burke)
La praxis humana de la comunicación y del diálogo, es la prueba de fuego para la vivencia de la verdad-sinceridad.

Bendiciones,


Urbano Sanchez García

11 de junio de 2010

Un simple sacerdote católico

¡Paz y bien para todos!

Soy un simple sacerdote católico uruguayo que hace 20 años vivo en Angola. Me siento feliz y orgulloso de mi vocación.

Me da un gran dolor por el profundo mal que sacerdotes que deberían de ser señales del amor de Dios, sean un puñal en la vida de inocentes. No hay palabra que justifique tales actos.

Veo en muchos medios de información, la ampliación del tema en forma morbosa, investigando en detalles la vida de algún sacerdote pedófilo.

Así aparece uno de una ciudad de USA, de la década del 70, otro en Australia de los años 80 y así de frente, otros casos más recientes…

¡Es curiosa la poca noticia y desinterés por miles y miles de sacerdotes que se consumen por millones de niños, por los adolescentes y los más desfavorecidos en los cuatro ángulos del mundo!

Pienso que a los medios de información no les interesa que yo haya tenido que transportar por caminos minados en el año 2002, a muchos niños desnutridos desde Cangumbe a Lwena (Angola), pues ni el gobierno se disponía y las ONG’s no estaban autorizadas.

No ha sido noticia que haya tenido que enterrar decenas de pequeños fallecidos entre los desplazados de guerra y los que han retornado; que le hayamos salvado la vida a miles de personas en Moxico mediante el único puesto médico en 90.000 km2, así como con la distribución de alimentos y semillas; que hayamos dado la oportunidad de educación en estos 10 años y escuelas a más de 110.000 niños...

No es de interés que con otros sacerdotes hayamos tenido que socorrer la crisis humanitaria de cerca de 15.000 personas en los acuartelamientos de la guerrilla, después de su rendición, porque no llegaban los alimentos del Gobierno y la ONU.

No es noticia que un sacerdote de 75 años, el P. Roberto, por las noches recorra la ciudad de Luanda curando a los chicos de la calle, llevándolos a una casa de acogida, para que se desintoxiquen de la gasolina; que alfabeticen cientos de presos; que otros sacerdotes, como P. Stefano, tengan hogares transitorios para los chicos que son golpeados, maltratados y hasta violados y buscan un refugio.

Tampoco que Fray Maiato con sus 80 años, pase casa por casa confortando los enfermos y desesperados.

No es noticia que más de 60.000 de los 400.000 sacerdotes, y religiosos hayan dejado su tierra y su familia para servir a sus hermanos en una leprosería, en hospitales, campos de refugiados, orfanatos para niños acusados de hechiceros o huérfanos de padres que fallecieron con Sida, en escuelas para los más pobres, en centros de formación profesional, en centros de atención a cero positivos… o en parroquias y misiones dando motivaciones a la gente para vivir y amar.

No es noticia que mi amigo, el P. Marcos Aurelio, por salvar a unos jóvenes durante la guerra en Angola, lo hayan transportado de Kalulo a Dondo y volviendo a su misión haya sido ametrallado en el camino; que el hermano Francisco, con cinco señoras catequistas, por ir a ayudar a las áreas rurales más recónditas hayan muerto en un asalto en la calle; que decenas de misioneros en Angola hayan muerto por falta de socorro sanitario, por una simple malaria; que otros hayan saltado por los aires, a causa de una mina, visitando a su gente.

En el cementerio de Kalulo están las tumbas de los primeros sacerdotes que llegaron a la región… Ninguno pasa los 40 años.

No es noticia acompañar la vida de un Sacerdote “normal” en su día a día, en sus dificultades y alegrías consumiendo sin ruido su vida a favor de la comunidad que sirve.

La verdad es que no procuramos ser noticia, sino simplemente llevar la Buena Noticia, esa noticia que sin ruido comenzó en la noche de Pascua.

Hace más ruido un árbol que cae que un bosque que crece. No pretendo hacer una apología ni de la Iglesia ni de los sacerdotes. El sacerdote no es ni un héroe ni un neurótico. Es un simple hombre, que con su humanidad busca seguir a Jesús y servir sus hermanos.

Padre Martín Lasarte,
salesiano en Angola (África).

Bendiciones

10 de junio de 2010

Renovado interés en la Sagradas Escrituras

Hace años, en Hong Kong, durante el desarrollo de una Asamblea Plenaria de la Federación Bíblica Católica -la organización que promueve el Apostolado Bíblico en el mundo- fue dado el siguiente testimonio de China continental.

Según el orador, se trataba de la actualización de la conversión del agua en vino en Caná de Galilea. En las afueras de Shangai, en la famosa colina Shesan se encuentra un santuario mariano. A este sitio llegan también muchos no cristianos para escalar su cima y disfrutar del paisaje. A veces, los seminaristas colocan agua y teteras sobre pequeñas mesas a lo largo del camino y dejan también folletos con textos de las Escrituras y enseñanzas básicas cristianas, haciendo así un gesto para saciar la sed física y espiritual de los turistas curiosos. Algunos de ellos se acercaron más adelante a la Iglesia y creyeron que nuestro Señor es en efecto el Camino, la Verdad y la Vida. De esta manera los cristianos del país más grande del mundo y muy probablemente, con el menor número de Biblias, han hecho un esfuerzo sencillo para propagar su menaje de una forma muy ingeniosa.

La Biblia se ha convertido en el mayor bestseller mundial. Gracias a la imprenta, el trabajo de las Sociedades Bíblicas y otras casas editoriales la Biblia está llegando a millones de personas que nunca antes habían tenido acceso a sus riquezas.

¡Pero no siempre ha sido asi! En ocasiones aún puede oírse decir a la gente: los protestantes tienen la Biblia, la Iglesia Católica los sacramentos. Esta declaración es falsa. El Concilio Vaticano II declaró en su más importante documento Dei Verbum La Iglesia siempre ha venerado el Cuerpo del Señor, en cuanto que, especialmente en la sagrada liturgia, nunca deja de tomar Pan de Vida de la Mesa, la Palabra de Dios y del Cuerpo de Cristo y de ofrecérselo a los fieles (Vaticano II, n 21).

Pero desgraciadamente hay que admitir también que durante varios siglos después de haberse inventado la imprenta, la Biblia fue solamente del dominio de estudiosos, clérigos y autoridades eclesiásticas. Había únicamente versiones latinas de la Biblia que sólo podía leer la élite. Hacer traducciones no fue una prioridad de la Iglesia: los laicos tenían que contentarse con oír la palabra predicada (Rm 10, 14); se encontraban con la Biblia en piedras en las catedrales con sus esculturas, pinturas y vitrales. Se experimentaba la historia de la Biblia a través de lo veían.

Así fue que durante un largo período, la posición central de la Palabra de Dios se hizo oscura y la Biblia se convirtió simplemente en un libro para encontrar y apoyar las discusiones teológicas y para respaldar y justificar las acciones disciplinarias de la Iglesia. Posteriormente, los movimientos litúrgicos, biblícos y ecuménicos que surgieron en la Iglesia a comienzos del siglo XX fueron las piedras fundamentales que prepararon el Concilio Vaticano II y más específicamente su constitución dogmática sobre la divina Revelación Dei Verbum para colocar la Palabra de Dios de nuevo en su lugar, en las manos del Pueblo de Dios. Esto marcó el resurgimiento bíblico.

Nos anima observar como en los siguientes años todos los movimientos de renovación como grupos de oración, el movimiento Focolares, los Neocatacúmenales, los Cursillos, la Renovación Carismática, la Comunidad de Convivencias, solo por nombrar algunos, todos basan su espiritualidad en las Escrituras y descubren el poder de la Palabra de Dios; descubren que Dios, antes que revelar verdades, se está revelando a si mismo.

Hoy, la Sociedad Bíblica prepara la distribución de 60.000 ejemplares en los diferentes idiomas de los países participantes de la Copa Mundial de Fútbol. La Sociedad Bíblica de Sudáfrica (SBSA) está trabajando para poder satisfacer la demanda de Biblias y poder entregar material evangelístico para asistentes al Mundial y también para los jugadores y cuerpo técnico participantes.

Los preparativos para la distribución de Escrituras en la Copa del Mundo comenzaron ya en el año 2006 bajo los auspicios de The Ultimate Goal, TUG (Objetivo Final), una división de la Coalición de Deportes Sudafricana. Una de las personas más involucradas y con experiencia en el Comité de Recursos de TUG es el director de operaciones (Publicaciones y Programas de Escrituras) de la SBSA, Lourens Geldenhuys.

En sudamérica, la Comisión Nacional de Obispos de Brasil (CNBB) lanzó hoy el Proyecto 1 millón de Biblias. La propuesta es llevar la Palabra de Dios a las familias pobres, que todavía no tienen la Sagrada Escritura. Además de llevar la Sagrada Escritura a quienes no tienen condiciones de adquirirla, el objetivo de la campaña es principalmente evangelizar a las familias. El material es formado por un Kit de evangelización, conteniendo una Biblia Sagrada, una Biblia Infantil, un Pequeño Catecismo y un libre de iniciación a la lectura de la Biblia. La lectura orante de la Biblia es el alma de la Misión Continental. El lema de la campaña es "Discípulos y servidores de la Palabra de Dios".

En Ezequiel 3, 1-3 la Biblia dice: Y me dijo, Hijo de hombre, come lo que te presentaron, come este libro y anda a hablar a la gente de Israel. Abrí la boca y me hizo tragar el libro. Y me dijo alimentate y llena tus entrañas con este libro que te doy. Lo comí, pues, y en la boca lo sentí dulce como la miel.

Todos somos invitados a comer el mismo libro que le ofrecieron de comer al profeta. Comer la Palabra de Dios y nutrirnos frecuentemente hace que nos convirtamos en lo que comemos, palabras vivas de Dios, el Cuerpo de Cristo que se debe compartir y partir.

Bendiciones!


Aportes de Padre Arnold Jurgens, mhn

9 de junio de 2010

La locura de Dios

¡Paz y bien para todos!

Vivimos en un mundo en el cual, cada vez, se van corriendo más los límites de todo, incluso los de la racionalidad, el sentido común y la cordura. Estamos perdiendo el equilibrio, intentando hacer pie en un "mundo al revés", donde todo se ha invertido, caminando en la cuerda floja sobre el abismo. Vemos a nuestro alrededor, observando el drama de la locura social, el caos, la agitación y la violencia donde –a duras penas- sobrevivimos.

No sólo tenemos esa sensación de vértigo y locura colectiva de la sociedad sino, además, cuando buscamos un cierto refugio interior para estar a salvo de tanta vorágine, la “lógica” de la vida espiritual y del actuar de Dios, también nos sorprende constantemente, dejándonos –en más de una ocasión- perplejos.

El Espíritu de Dios, actúa soberano de una manera cuyos criterios no son -ni de cerca- absolutamente los nuestros. Sus caminos no son los nuestros y nuestros pensamientos tampoco. Lo que nos enseña el Evangelio está como a contramano de los códigos culturales. Que sean “primeros, los últimos” o aquello de que “el que tenga poco, se le sacará” o “felices los pobres, los hambrientos, los que lloran y los perseguidos”, ciertamente nos parece que también Dios se volvió un poco loco; o al menos, maneja una “lógica” diferente, que no es la nuestra.

Pareciera que quien más se interna en los caminos del Espíritu, más tiene que ir dejando la cordura, la sensatez y la prudencia de los cánones humanos. Los senderos ordinarios de Dios suelen ser bastante extraordinarios para nosotros. Dios nos parece constantemente impredecible, asombroso, sorpresivo, inaudito, hasta “raro”.

Ciertamente hay algo de “locura” en el misterio de Dios. Algo que no podemos comprender, ni alcanzar, ni atrapar con nuestra razón y nuestro corazón, que se nos escapa continuamente.

El misterio de Dios que siendo divino y -sin ninguna necesidad- ha querido hacerse hombre y haber entrado en el espacio, en el tiempo, en la vida mortal -con todos sus padecimientos- y llegar hasta la muerte, la más ignominiosa posible, sufrir hasta el último grito y abrir las puertas del mismo infierno para decirnos que nos ama; ciertamente a nosotros nos parece algo inusual y exagerado.

Si nos dijeran “había una vez un Dios, pleno y colmado de todo, con infinitas perfecciones en las cuales se complacía y deleitaba, que - sin ninguna necesidad de su parte- en un acto de libertad, cambió eternidad por temporalidad, inmortalidad por mortalidad, riqueza por pobreza, sabiduría por aprendizaje, gloria por humildad. Que se sumergió -por años y años- en el lento crecimiento de lo humano, rutinario y anónimo, como uno más entre los otros. Que vivió en un pueblo oprimido y en una modesta familia. Que aprendió un oficio para vivir y sustentarse el pan cotidiano. Que hablaba y nadie le hacía caso. Que anunciaba a multitudes y sólo lo seguían escasamente doce. Que se sacrificó hasta dar la vida, entregándolo todo, y lo tomaron por blasfemo, malhechor y sinvergüenza. Que terminó siendo juzgado, encontrado culpable y sentenciado a muerte. Que lo traicionaron y lo abandonaron y que murió sólo, frente a la vergüenza y la humillación de todos”

Si dijéramos que “había una vez un dios así”, nos parecería la fábula triste de un dios glorioso que se hace mendigo humano para decir que ama. Si lo contáramos como un relato de ficción, ciertamente nos parecería una narración de locura, muerte y amor. Una historia repleta de pasiones divinas y humanas.

Sin embargo, para quienes tenemos fe, ese relato no es una ficción fantástica sino una verdad tremenda, casi inverosímil, que permanentemente nos supera, cada vez que caemos en la cuenta de ella.

Ciertamente hay algo de locura en el misterio de Dios, algo de extremo delirio en su infinito e insospechado amor. Dios cruzó todos los límites posibles. Al hacerse lo que no era, al asumir nuestra humanidad como propia, se aventuró a lo que nunca había experimentado. No encontró otra forma de demostrar mayor amor a su Padre y a nosotros que haciendo todo lo que hizo. Viviendo y muriendo por nosotros. Ciertamente para hacer todo eso y olvidarse tanto de sí mismo, hay que estar un poco loco. Jesús –definitivamente- nos reveló con toda su hondura, la “locura de Dios”, su extravío de amor en la terrible Cruz. Esto nos enseñó Jesús: ese “Loco” de Dios.

¿Vos has experimentado esa ráfaga del amor de Dios que todo lo atraviesa?; ¿alguna vez has percibido con temor y temblor, con vértigo y estupor ese amor que todo lo toca y lo transforma?; ¿en tu vida qué amor humano tiene algo de locura?...

El amor nos muestra así sus misteriosos y desconcertantes designios. La sabiduría es una aparente necedad. La fortaleza crece desde su propia debilidad. En definitiva, la locura del amor es la única sabiduría de Dios.

¡Cuánto nos falta captar hondamente estos misterios y criterios que usa el actuar divino!, ¡Cuánto nos falta comprender la locura de Dios!, ¡Cuánto tenemos que asumir para ser consecuentes con esa locura divina de amor!: ¿vos sentís en tu vida que la debilidad de Dios es el camino por el que se revela su fortaleza?; ¿en qué cosas Dios se manifiesta débil en tu existencia?; ¿cuáles son aquellas debilidades tuyas que más se te hacen acercarte a Dios?; ¿a veces los demás no te hacen sentir algo extraño, como si estuvieras un poquito loco si lo buscás mucho a Dios?

Bendiciones!



Fuente: Radio María

8 de junio de 2010

La promesa del agua viva

¡Paz y bien!

"El último día, el más solemne de la fiesta, Jesús, de pié, decía a toda voz:
"Venga a mi el que tiene sed; el que crea en mi tendrá de beber.
Pues la Escritura dice: De él saldrán ríos de agua viva.
Jesús, al decir esto, se refería al Espíritu Santo que luego recibirían los que creyeran en él.
Todavía no se comunicaba el Espíritu, porque Jesús aún no había entrado en su Gloria."
(Jn 7, 37-39)

En aquella bendita fiesta de las tiendas, Jesús eligió el día más solemne, el último día. En aquella oportunidad Jesús estaba encendido de amor y había de dar una gran noticia para todos los seres humanos de toda la tierra que los llenaría de gozo y esperanza. Volvió a ponerse de pié y como lo solía hacer cuando decía una gran verdad, gritó ante el pueblo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba el que crea en mí.

En el Antiguo Testamento Isaías había hablado de estas aguas vivas que se pueden beber gratis: A ver ustedes que andan con sed, ¡vengan a tomar agua! No importa que estén sin plata, vengan no más, pidan trigo para el consumo, y también vino y leche sin pagar. (Is 55, 1)

¡Cuántas enseñanzas en el Antiguo Testamento iluminado por el Nuevo! Todo esto que dice Isaías es dicho del Espíritu Santo, que es vida y hace la vida como el alimento necesario hace a la vida material y además es la Nueva y Eterna Alianza con nosotros, sellada con el mismo Espíritu que Dios en su infinita misericordia y sabiduría nos hace compartir para poder llenarnos de todas las gracias recibidas en virtud de su eterno amor. Para ello necesitamos creer en él y beber gratis de esta fuente de agua viva, con la mejor disposición de nuestro corazón.

La profecía de Isaías maravillosamente dice: Derramaré agua sobre el sediento suelo, raudales sobre la tierra seca. Derramaré mi espíritu sobre tu linaje, mi bendición sobre cuanto de ti nazca. Crecerán como en medio de hierbas, como álamos junto a corrientes de agua. (Is 44, 3-4)

Todo el que crea en el Hijo de Dios, tendrá una prueba irrefutable de su verdad revelada y que él es verdaderamente el único Salvador del género humano y que no hay otro Dios que el que él nos ha revelado. El que crea en Jesús recibirá el Espíritu de Dios y esta realidad dará testimonio en la intimidad de los corazones humanos de la verdad divina por él revelada.

¡Danos de beber Señor de tu manantial! ¡No hay nadie como tú! ¡Alabado seas, primogénito de la nueva creación!


¡Bendiciones!

7 de junio de 2010

¿Por qué Cristo es el Cordero?

¡Paz y bien para todos!

El Jueves Santo, Jesucristo nos dejó instituido ese “sacramento admirable”: el de su Cuerpo y su Sangre (Corpus Christi). Es el regalo más grande que Jesús nos ha dejado: su presencia viva entre nosotros, todo su ser de Hombre y todo su Ser de Dios, para ser alimento de nuestra vida espiritual, para unirnos a El.

Ese maravilloso regalo nos lo dio el Señor horas antes de morir, durante la Ultima Cena. Los sucesos de esa noche y del Viernes Santo opacan un tanto la alegría de este Regalo que nos dejó el Señor el Jueves Santo.

Pero, veamos qué relación hay entre lo sucedido el Jueves Santo y el Viernes Santo, y el por qué de la Fiesta de Corpus Christi en que la Iglesia recuerda y celebra el Sacramento del Cuerpo de Cristo.

En el Antiguo Testamento se nos describen diferentes tipos de sacrificios, entre éstos, los sacrificios de expiación de los pecados del pueblo, los cuales se hacían sacrificando un cordero.

Sucedió, entonces, que cuando Dios decidió liberar a su pueblo cautivo por los Egipcios, le ordenó a los Hebreos inmolar por familia un cordero “sin mancha, macho, de un año” (Ex. 12, 5), indicándoles marcar con la sangre del cordero sacrificado el dintel de la puerta para que el Angel exterminador los perdonara cuando esa noche viniera a herir a los primogénitos egipcios. Desde ese momento, la sangre del cordero tuvo para los israelitas valor redentor.

Es así como, ese primer Jueves Santo de la historia celebraba Jesucristo con sus Apóstoles la Pascua judía, es decir, la conmemoración de la liberación de Egipto. En esa Cena Pascual se comía –igual que aquella noche antes de salir de Egipto, un cordero sacrificado. Pero sucede algo imprevisto: Jesús, después de comer la cena pascual, sustituye al cordero pascual por Sí mismo. El se entrega como “verdadero Cordero Pascual” (Prefacio de la Misa de Pascua), a ser sacrificado en la Cruz al día siguiente.

Eso es lo que significan las palabras del Sacerdote cuando, presentando la hostia consagrada dice: “Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. Esas palabras ya las dijo antes San Juan Bautista, al identificar a Jesús como el Mesías en la ribera del Jordán: ”Allí viene el Cordero de Dios, el que carga con el pecado del mundo” (Jn. 1, 29).

Pero hay más: en el Antiguo Testamento había otro tipo de sacrificios: los sacrificios de alianza. La Alianza entre Yavé y su pueblo, por el cual éste se comprometía a cumplir lo pedido por Dios, se sella mediante un rito de sangre. Así dice Moisés a los israelitas, una vez hecha la Alianza: “Esta es la sangre de la Alianza que Yavé ha hecho con ustedes, conforme a todos estos compromisos” (Ex. 24, 3-8).

Esa era la “Antigua Alianza”. Pero en la Ultima Cena, al presentar el cáliz lleno de vino, Jesús dice: “Este es el cáliz de la Nueva Alianza, la cual se sella con mi Sangre”. (Ya no era sangre de animales, sino la Sangre del Hijo de Dios la que sella la Nueva Alianza).

Estaba anunciando el Señor su muerte al día siguiente, el verdadero Cordero sacrificado en la Cruz y su Sangre derramada, con la cual sellaría la Nueva Alianza.

El Cuerpo entregado y su Sangre derramada hacen de la muerte de Cristo un sacrificio singular: sacrificio de alianza, que sustituye la Antigua Alianza del Sinaí por esta Nueva Alianza, en la cual el Cordero es Cristo, y en la que no se derrama sangre de animales, sino ¡nada menos! que la del mismo Hijo de Dios.

Y todo este sacrificio de Jesús, para nuestra redención: todo esto por mí y para mí. Y esta Nueva Alianza es perfecta, puesto que Jesús nos redime de nuestros pecados y nos asegura para siempre el acceso a Dios y la posibilidad de vivir unidos a El, mediante la recepción de su Cuerpo y de su Sangre en la Comunión, Sacramento de salvación que nos dejó instituido en el primer Jueves Santo de la historia y que con razón celebra nuevamente la Iglesia en la Fiesta de Corpus Christi.

El significado de este “Misterio de Fe” que es la presencia real de Jesucristo en la Hostia Consagrada y el sentido del sacrificio de Cristo en la Cruz está expuesto de manera elocuente en “La Pasión” de Mel Gibson.

En este film vemos que, al llegar Jesús al Gólgota, soltando la cruz, mira al cielo. Enseguida cambia la escena a la Ultima Cena cuando le son presentados a Jesús los panes cubiertos con un paño. De inmediato volvemos al Calvario y vemos a Cristo siendo despojado de sus vestiduras. ¡El Cuerpo desnudo del Calvario es el mismo Cuerpo del Pan de la Cena: Corpus Christi!

Ya crucificado, antes de ser levantada la Cruz, la película nos traslada al preciso momento de la institución de la Eucaristía. Jesús toma el pan en la mano, lo parte y dice: “Tomen y coman todos de él, porque este es mi Cuerpo que será entregado por ustedes.” Ya su Cuerpo, el mismo que nos había ofrecido en la Ultima Cena –el mismo que nos ofrece en cada Eucaristía- estaba siendo entregado en la cruz.

Luego, mientras la Cruz es levantada, vemos mucha sangre manar del cuerpo de Cristo, y enseguida aparece el flashback de Jesús con el cáliz de vino entre sus manos. Toma un sorbo y dice: “Toman y beban. Este es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la Alianza Nueva y Eterna, que será derramada por ustedes y por todos para el perdón de los pecados. Hagan esto en memoria mía”. Y en ese momento se ve a Juan tomando el vino. Luego se vuelve a la crucifixión, y Jesús sangra aún más.

Tal como lo anunció al presentar el Cáliz en la Ultima Cena: su Sangre es derramada por nosotros para perdonar nuestros pecados; su Cuerpo es entregado por nosotros. Y ese Cuerpo y esa Sangre -los mismos de la Cruz- son el Pan y el Vino consagrados, cuando el Sacerdote pronuncia las mismas palabras de Cristo en la Ultima Cena.

¡Oh misterio inefable! ¡Oh misterio de nuestra fe!

El misterio del Cuerpo y la Sangre de Cristo es un misterio de Amor. Es el Regalo más grande que nos ha sido dado: Dios Padre nos entrega a su Hijo para redimirnos del pecado, para pagar nuestro rescate. ¡Qué precio para rescatarnos! La Vida de Jesucristo, el Cordero de Dios, entregada en la Cruz.

Y esa entrega del Hijo de Dios por nosotros los seres humanos, se nos hace presente en cada Eucaristía. Así, en cada Santa Misa celebrada en cualquier parte del mundo tenemos su Presencia Real y Viva en medio de nosotros, para reconocerlo y adorarlo en la Hostia Consagrada, y para ser alimento de nuestra vida espiritual cuando lo recibimos en la Sagrada Comunión.

¡Oh Regalo infinito! ¡Oh Regalo de Amor!

Diría San Agustín "El Señor en la Ultima Cena se tuvo a Sí mismo en sus manos".

Bendiciones!


Fuente: Buena Nueva, círculo bíblico.

6 de junio de 2010

Corpus Christi, milagro de tiempo y espacio

¡Paz y bien para todos!

Jesucristo murió, resucitó y subió a los Cielos, y está sentado a la derecha de Dios Padre. Pero también permanece en la hostia consagrada, en todos los sagrarios del mundo. Y allí está vivo, en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad; es decir: con todo su ser de Hombre y todo su Ser de Dios, para ser alimento de nuestra vida espiritual. Es este gran misterio lo que conmemoramos en la Fiesta de Corpus Christi.

Pero el milagro del Cuerpo de Cristo va mucho más lejos: estar en Misa es estar también en el Calvario y en el Cielo. En efecto, la Santa Misa es el milagro más grande de tiempo y espacio que podemos vivir.

La Santa Misa no es una repetición del sacrificio de Cristo en el Calvario, sino que es exactamente el mismo Sacrificio del Calvario: como si los asistentes a la Misa estuviéramos allá a los pies de la Cruz en aquel primer Viernes Santo. La Consagración es el Calvario. Pero en la Comunión recibimos a Jesús Resucitado, vivo, para El comunicarnos su Vida. “Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”, dice el Sacerdote al presentarnos la Hostia Consagrada antes de la Comunión.

Y ¿dónde está el Cordero de Dios también? Nos lo dice el Apocalipsis. Está en el Cielo. Cristo es el “Cordero que está de pie, a pesar de haber sido sacrificado” en pleno centro del Trono Celestial. Y es por El y a El que cantan y alaban todos los Ángeles y Santos del Cielo (Ap. 5, 6-14).

De tal forma que cuando estamos en Misa, estamos allí, pero estamos también en el Calvario y en el Cielo. Estamos en Misa, pero estamos presenciando la muerte de Cristo en la cruz … y también estamos participando de la Liturgia Celestial que nos narra el Apocalipsis.

¡Qué gran milagro es la Santa Misa y la Comunión! Es el milagro más grande de tiempo y espacio que podamos vivir. ¿Nos damos cuenta? Y ¿nos damos cuenta de cuánto hace Dios para darse a nosotros?

En la cueva de Belén era un bebé, que necesitaba ser cuidado y amamantado. En la Cruz parecía un criminal. En la Eucaristía es aún más humilde; ni siquiera parece humano: sólo parece pan y vino. ¡Y es Dios!

“¡Qué sublime humildad: Que el Señor de todo el universo, Dios e Hijo de Dios, se humille así bajo la forma de un trocito de pan para nuestra salvación!”, nos dice San Francisco de Asís.

“Reconoced en el Pan de la Eucaristía a Aquél que colgó de la Cruz”, nos dice San Agustín.

Cierto que en este mundo no podemos ver a Dios con nuestros propios ojos … Pero sí podemos verlo hecho pan y vino. Y podemos alimentarnos de El.

¡Cuántos no desearíamos poder ver a Jesús cara a cara! Pero nos dice San Juan Crisóstomo que sí lo vemos, que lo tocamos. ¡Que hasta lo comemos! “El se da a ti, no sólo para verlo, sino también para ser alimento y nutrición para ti”.

¿Nos damos cuenta, entonces, cuánto nos ama Dios? ¿Nos damos cuenta cuánto hace para estar con nosotros? La Madre Teresa de Calcuta expresa muy bien la muestra de Amor de Dios que es la Eucaristía: “Cuando vemos el Crucifijo, podemos comprender cuánto nos amó Jesús entonces. Cuando vemos la Sagrada Hostia comprendemos cuándo nos ama Jesús ahora.”

¡Bendiciones! ¡Buen domingo!